DE NUEVO, Y DE NUEVO


Fuera de Estados Unidos, pocas personas creerán que el tiroteo masivo en Dayton, donde murieron nueve personas, no esta relacionado con el tiroteo sucedido horas antes en El Paso, donde murieron 20 personas. Digo fuera de los Estados Unidos, ya que la policía maneja cada acto como realizado de manera individual, con motivaciones completamente diferentes. Puede que sea así desde un punto de vista policiaco, pero no dejo de pensar que estos actos están ligados entre sí, de una manera de la cual se habla poco: la imitación de actos pasados.


Se conoce o se sospecha que muchos actos de violencia son imitación de hechos anteriores, punto de vista que se conoce al menos desde el siglo XVIII. Muchos jóvenes románticos se suicidaron después de la publicación de la novela de Goethe, Las desventuras del joven Werther, donde el protagonismo se suicidó por un amor no correspondido. Se cuenta que incluso el mismo Goethe encontró un cuerpo de un suicida con un ejemplar del libro a la orilla del rio donde solía pasear por las tardes. Ese es un punto de discusión habitual en las series de televisión con temas de violencia: Si la televisión glorifica conductas, y, por ende, facilita su difusión, o se limita a reproducir la realidad. De cualquier forma, los productores son muy cuidadosos al mostrar un suicidio en la pantalla, so pena de ser acusados de provocarlos.


Realidad o no, causa extrañeza entre los no norteamericanos, que esos hechos ocurran en su sociedad de manera mas o menos habitual. Entre ellos, sin embargo, se piensan que son actos individuales de personas resentidas. Con mucha frecuencia, subyace una razón de agravio: Por razones políticas, por razones sociales, o razones laborales. Al final es una ira incipiente contra la existencia, la sociedad, y hasta la propia vida del perpetrador.



Pero si existe un episodio inicial moderno de asesinato en masa, parece haber comenzado con el caso de Charles Whitman, estudiante de la Universidad de Texas en Austin, quien en 1966 subió a la torre del campus, donde disparó y mató a 16 personas al azar, e hirió a otras 44 antes de ser abatido. Este caso sigue siendo intrigante: Whitman consultó a un psiquiatra sobre sus intenciones homicidas y su creciente mal genio, cosa que fue pasado de manera superficial por el médico. Se descubrió además en la autopsia que Whitman tenia un tumor cerebral, que podría o no haber alterado sus inhibiciones morales sobre lo que es justo o no.


La masacre de Columbine, en 1999 mostró gran parte de las presiones a las que estaban sometidos los adolescentes; Dave Cullen en su libro Columbine describe a los asesinos como "coleccionistas de injusticias, gente que nunca perdona, nunca olvida". En una sociedad donde la fama, el reconocimiento, el éxito profesional son de capital importancia, donde la desesperación silenciosa no es la moda, los asesinos múltiples se sienten profundamente heridos e insultados por una sociedad que no los estima, ni les da su propio valor. Anders Lubbitz se sentía frustrado en su carrera, y que la sociedad y la empresa para la que trabajaba no le daba su verdadero valor. Miran hacia fuera y su resentimiento se desarrolla hacia un mundo que sienten que esta la trata de manera injusta, y este mundo debe ser castigado. Bien sea estrellando el avión en los Alpes franceses, volviendo al lugar donde fue humillado, o defendiendo la sociedad de supuestas invasiones y que creen conocer.


Es innegable que el acceso a las armas en la sociedad americana tiene un efecto real en los asesinatos que se cometen. La pregunta no es si van a suceder masacres, la respuesta es sí. La gran pregunta es si es imitación de hechos pasados, si vamos a ser víctimas de ello (probabilidad estadística de hecho muy baja). Probablemente. No lo sabemos con seguridad. Solo sabemos que nos revelan el lado oscuro del alma humana. De nuevo, y de nuevo.


Imagen tomada de Google.



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