BURROS, VICIOSOS Y BORRACHOS

Los políticos colombianos, y en particular, los congresistas, se han mostrado incapaces de legislar sobre temas que suscitan polémica: Ahí esta el matrimonio igualitario, la despenalización (o penalización) de las drogas, el aborto, o la eutanasia. El formato el mismo: La Corte considera que es necesario avanzar sobre cierto punto, le pasa la pelota al Congreso, le da un plazo, este no hace nada, deja pasar el tiempo, y al final, la Corte termina ordenando que el ejecutivo desarrolle un marco de uso. La respuesta de los Congresistas es la misma, frente a estas situaciones: "La Corte esta legislando, usurpando funciones". Claro que esta legislando, pero es por el hecho que el Congreso colombiano no hace su trabajo.
En el caso de la reciente sentencia de la Corte sobre el consumo de sustancias psicoactivas o alcohol en sitios públicos, el fallo tiene su lógica. No solo por el tema del libre desarrollo de la personalidad, sino porque los espacios públicos son para todos los ciudadanos sea cual sea su forma de vida. El uso y disfrute de estos se encuentra limitado en la medida que no afecte a los demás; eso no es tan simple de ver a veces: Un vendedor ambulante, así tenga un puesto de muchos años, pese a alegar que tiene derecho al trabajo, esta afectando a todos los ciudadanos: En abstracto, no paga impuestos, produce desechos que bota en cualquier parte, y contribuye al deterioro del sector. Fumar, consumir drogas, beber en la calle, son actividades personales que en la medida que no afecten a otros, son permitidas.
Ahora bien, hay un aspecto complejo en este asunto: ¿Cuando se afecta al otro? ¿Por fumarse un porro? ¿Por beber alcohol? ¿Por fumar? La respuesta no es sencilla, pero intentemos dar una.
Si yo fumara en un parque y alguien viniera a reclamarme su derecho a un medio ambiente sano y libre, tendría el derecho de mandarlo al carajo. En sitios públicos aún se puede fumar, sin ser molestado por ello.
Con el alcohol pasa algo parecido: Yo podría perfectamente sentarme a tomar una botella solo en el parque, sin ser molestado. Si me llego a emborrachar, dejar la basura, a hacer un espectáculo desagradable, es muy probable que la gente llame a la policía, por escándalo en vía publica, mas que merecido. Si es una borrachera en grupo, peor.

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Con los adictos, igual, pero hay que añadir algo: Drogarse es una actividad que tiene mal recibo. El adicto porque en nuestro imaginario, imaginamos escenas dignas del Bronx bogotano: Gente durmiendo en las calles, grupos de adictos fumando sin control, inyectándose en condiciones poco higiénicas e imaginando que drogarse produce personajes como Rafael Uribe Noguera, que por "vicioso" termino en asesino. Eso, sin contar que mientras la cadena comercial de fumar y emborracharse, es en esencia legal, en el caso de algunas drogas, es legal consumirlas, pero no su comercialización y venta, que se encuentra prohibida, y perseguida por Ley.Donde hay adictos, hay vendedores de drogas. Esa es una realidad que entra en gran conflicto con el fallo.
Tenemos una situación que en filosofía del derecho tiene lógica, pero que a veces en la realidad no se acomoda bien. Hay un campo gris enorme, y da lugar al hecho que la autoridad, deberá interpretar que es escándalo, y que es consumo privado. En un país donde hay tanta ley no se ve sencillo.
Una ultima cosa: los ciudadanos deben tener claro que hablar de "los derechos de nuestros niños" es el argumento hipócrita de políticos interesados en sacar réditos de la situación presentada con el fallo. Quizás, para ocultar su manifiesta incapacidad para gobernar.

Imagen tomada de www.bbc.com

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