DE LECTURAS: PENDEJADAS Y PEZUÑAS

En esta ocasión comentó mi lectura de dos obras completamente diferentes: La novela La Pezuña del Diablo, de Alfonso Bonilla Naar, y el pequeño volumen de historias titulado Pensando Pendejadas de Félix Haydar. 


LA PEZUÑA DEL DIABLO – ALFONSO BONILLA NAAR

“y el demonio cruzó el océano"

 

La obra literaria del médico cartagenero Alfonso Bonilla Naar (1916-1978), tiene más valía de la que se le reconoce, y a la vez menos mérito del que se espera. No quiero sonar despectivo: Bonilla, médico, experto en el tratamiento del cáncer, fue muchas cosas en su vida: profesor universitario, presidente de asociaciones médicas, furibundo bolivariano, poeta, ensayista y novelista. Era uno de los médicos que estaba de guardia el 9 de abril y atendió las heridas de un moribundo Jorge Eliecer Gaitán. En todos los campos, destaco y tuvo reconocimientos, pero no sobresalió hasta el extremo de hacer algo memorable.  Con todo, su novela Viaje sin pasajero, finalista del premio Esso de 1965, es un intento de combinar ficción y realidad a la manera de Aldous Huxley en Las puertas de la percepción. No por nada Enrique Uribe White dice en la solapa:

¿De esas sustancias ensayadas por Aldous Huxley (…) le dieron la oportunidad de contemplar realmente para encogerlo de miedo, los espantos vislumbrados en el interior? (1)

La obra de Bonilla esta a la espera de un real juicio de valor. De eso da cuenta Ramón Bacca cuando señaló:

Pienso también en la adaptación de La Pezuña del diablo, de Bonilla Naar, cuya novela nunca tuvo, ni remotamente, la popularidad que le dio la televisión” (2)

Publicada en 1970, con una elogiosa nota de Miguel Ángel Asturias, La pezuña del diablo (La Inquisición en Cartagena) se hizo muy famosa por la versión en telenovela de 1983 realizada por RTI, según la adaptación de Julio Jiménez. Pero si la adaptación de Jiménez resaltaba la idea del sadismo de la Inquisición, y los amores interraciales, en la novela Bonilla Naar es en esencia descriptivo. En capítulos relativamente cortos (máximo18 páginas) nos narra la llegada de la Inquisición en 1610, un auto de fe,  una descripción de la villa de 2000 habitantes, un listado de supuestas oraciones demoníacas, la descripción de un interrogatorio, el pecado de “solicitación”, la aparición de San Pedro Claver que besaba llagas, la cacería y busqueda de herejes (judíos, luteranos y erasmistas), la persecución de la “idolatría” de los esclavos, la quema de herejes, y finalmente la hoguera de Don Bruno, judío relapso al que “una enorme ola tragó sus palabras”.


La Pezuña del Diablo (1970)


Alfonso Bonilla Naar (1916-1978)

Bonilla Naar en base a una extensa lista de fuentes, cuida su prosa, y hace hablar a los personajes a la manera de su tiempo, sin exaltar sus virtudes, pero dotando de elementos simbólicos que expresan una visión negativa de la Inquisición: El principal Inquisidor esta enfermo, el personaje principal, el Inquisidor Mayorga, une una crueldad con una profunda insignificancia, y hay una extensa relación de malos olores, descrita con detalle, de los frailes encargados de los juicios: “Si el diablo huele a azufre”, los frailes huelen a hedentina. 

El mérito de la obra es que el autor es cuidado al escribir, presta atención a los detalles, y se esfuerza por dar verosimilitud al relato. Eso no quiere decir que no cometa errores (Ya varios historiadores cartageneros han señalado sus inconsistencias) y pese a todo la parte dedicada a Pedro Claver esta fuera de lugar en el relato.

No hay una intención moralizadora: el autor guarda distancia en el relato, nos presenta una serie de personajes, que no son ni simpáticos ni detestables, aunque es inevitable tomar partido por algunos de ellos, e incluso mirarlos con simpatía o desprecio, no nos entusiasmas, ni nos sentimos identificados con ellos. Hay un intento de mezclar en algunos capítulos realidad y fantasía: no lo logra.

Estamos pues ante un libro que no está mal escrito, de hecho, esta muy bien escrito, y ese es su mayor mérito, pero la realidad es que no emociona. Al final, con sus defectos, la telenovela es superior, o al menos más actual.


 

PENSANDO PENDEJADAS – FELIX HAYDAR

Ninguna de estas historias tiene que ver con la otra, pero todas juntas, son mi historia.

Félix Haydar

Un amigo, muy mordaz, en referencia a un libro recién publicado, decía: “Yo no sé porque hay gente que tiene inquietudes”. Malévolo comentario y juicio sobre la calidad de un libro. La frase de “Sembrar un árbol, tener un hijo, y escribir un libro” es casi tópica, y cuando me preguntan si eso de escribir un libro es bueno, habiendo tanto libro malo publicado, mi respuesta es: si, un libro por muy malo que sea nos dice algo, al final: bien sea un chisme, un reflejo de los sentires de la época, un recuerdo de un tiempo ido. Conozco varios amigos que escriben – que no escritores- que lo hacen relativamente bien, y siempre me alegró cuando se deciden a publicar. Como se darán cuenta, no soy precisamente conservacionista en ese punto. Lamento eso sí, que Paulo Coelho venda tanto.

Eso pensé al ver que Félix Haydar publicó su pequeño volumen de historias titulado Pensando pendejadas. Nos conocimos por Facebook hace algunos años y con el tiempo, me divertía con sus posts de muy variado tema. Porque más allá de los errores de sintaxis, las faltas de ortografía, o el abuso de los anglicismos, Félix escribe de una manera tan desenfadada, a veces en clave de humor, que es un placer leerlo. Eso es el mayor mérito de su libro, que autopublicó en Amazon,  para un grupo de amigos, y su familia. Porque esa es la otra: Félix no se siente escritor profesional, ni- percibo- desea serlo.



Pensando Pendejadas -Félix Haydar (2022)

Pensando pendejadas es una evocación de un tiempo y lugares ya idos: En este caso, su juventud en Barranquilla y Cartagena, ciudades que como el reconoce, están desapareciendo, como él la vivió. Ahí están los amigos de la cuadra, la familia, sus padres, la rumba en los 80, los juegos del barrio, las historias del Colegio y los profesores (y hay entre ellos, una nota muy sentida sobre Diego Marín Contreras) y la evocación de los amigos. Historias que, a lo mejor, no son nada del otro mundo, y que otra gente diría ¿qué hay de nuevo en que un chico se dé trompadas a la salida del colegio? En realidad, nada nuevo, pero al final no hay nada nuevo en la literatura. Lo valioso del trabajo de Félix es que no le interesa educar, no le interesa escribir bien, sólo le interesa agarrar sus recuerdos y traerlos al papel.

Es un libro, como dije mas arriba, de un tiempo ya ido, pero que es común para algunos. Es posible reconocer personajes, pero me parecieron muy interesantes las reflexiones de Félix sobre varios temas, que tanto marcaron nuestra sociedad, como, por ejemplo, el culto al dinero fácil:

“De alguna manera todos esos eventos que pasaron mientras crecimos nos marcaron más que la cantaleta de nuestros padres. Veíamos sicarios en carros lujosos, con niñas lindas de silicona. Le dimos valor a eso. Nos vimos en ese espejo y encontramos que por muy gerentes que fuéramos, nunca íbamos a subirnos ni a esas camionetas, ni a esas niñas. Nos mortificó eso y perdimos el norte.”

O como tener un título pomposo en la puerta, no oculta la carga que representa ser clase media:

“Tenía diez años moliendo en Citibank, en mi puerta tenía un gran letrero de D.O.S. - director de Operaciones y Servicios, casi tan grande como la carga de trabajo y las responsabilidades que tenía. El sueldo, pues... Pagaba agua, luz, teléfono, arriendo, un carrito viejo, pero 'pepita', y un mercadote, que cuando llegaba a la casa, el portero me decía: "Viejo Félix, estás listo: A ver TV hasta el otro mes", y así era, no había pa' más.”

Y esta, que nos recuerda en un mismo lodo “todos manoseados” tan común en Barranquilla.

“Ya después, frente al lote de la Petromil, que antes fue Kokoriko, apareció la Olímpica, la droguería que más ron vende en el mundo.”

Al final, quienes compartimos tiempo y lugar con Félix, sólo podemos darles las gracias por evocar tan bellamente nuestro pasado. Los que no, que disfruten el texto por su calidad literaria.

NOTAS:

1. Bonilla Naar, Alfonso. Viaje sin pasajero (1965) ediciones Lerner, Bogota. Contrasolapa

2.  Bacca, Ramón Illan. Crónicas casi históricas (1990) Ediciones Uninorte, Barranquilla. Pag 73.


 

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