HENAO Y ARRUBLA POR UN AFICIONADO A LAS ESTATUAS

Tengo en mi biblioteca el compendio de historia de Henao y Arrubla. Un texto que desde su publicación en 1910 educó a tres generaciones de colombianos. Allí aprendimos, que Manuelita Sáenz era la secretaria del Libertador, que los padres de Colon cardaban Lana (nunca falto el chistoso que decía que en realidad caga…n lana) y que Ricaurte voló el arsenal en San Mateo antes que rendirse a los españoles. 

Hace unos días, lo busque y lo mire. Tiene 986 páginas, la impresión es de 1968, y cerca de 40 páginas en números romanos que nos recuerdan que este libro fue el resultado de un concurso con motivo del centenario, que fue declarado manual oficial de historia de Colombia, con el beneplácito de la Iglesia. También que fue ampliado y aumentado en sucesivas ediciones, la ultima en 1961; no dicen los autores de esas adiciones. 

De las 986 páginas las primeras 22 están dedicadas al descubrimiento, y la siguientes 16 a la Colombia precolombina. Las siguientes 948 narran la historia desde 1500 hasta 1950. Hay énfasis en dos épocas: La gesta independentista y el siglo XIX. Termina con la subida al poder del ilustre y preclaro líder Laureano Gomez en 1950. 

Un libro muy de su tiempo: Henao y Arrubla eran conservadores, pero también partidarios de la reconciliación después de la guerra de los mil días. De allí que su trabajo fuera reconocido por su equilibrio y moderación. Sus ideas eran hijas de su tiempo: el concepto hispano de estado-nación, y su referente más obvio: El patriotismo. 


Uno de los grandes interrogantes que se hacen los historiadores colombianos es la pregunta es ¿Qué se narra? ¿La historia que los que vivieron por estas tierras, o la historia de una nación? Los autores se decidieron por lo segundo. Colombia a diferencia de muchas naciones europeas carece que un elemento que identifique al ser colombiano, un acto de fe, como bien los señalo Borges, pero que es aplicable a la mayoría de países latinoamericanos. En otras partes del mundo se puede asociar la nacionalidad a conceptos como raza, pueblo o religión, por encima del lugar. Si usted escoge uno de ellos podrá remitir la historia en el tiempo. Un judío o un israelí puede devolver su historia 5000 años, por encima del lugar. Parecido pasa con los franceses, los alemanes y su idioma. Los colombianos carecemos de ese elemento de conexión. El idioma o la religión que se usaron en el pasado, no son exclusivos de nosotros. Con el mestizaje pasa algo parecido. No es algo que solo se dio solo en estas tierras, fue algo común al continente. Tampoco tenemos grandes imperios precolombinos como en México y Perú, con el cual se pueda retroceder en el tiempo. Los autores del compendio eran conscientes de ello: en alguna parte dicen que no teníamos “una civilización como la romana o la griega, si acaso éramos como los etruscos”. Una comparación que parece curiosa, pero que encierra su verdad: de los etruscos no sabemos mayor cosa, salvo lo que nos dijeron los romanos que los vencieron. De los pueblos precolombinos, no sabemos mayor cosa, salvo lo que nos contaron los españoles. Investigaciones mas recientes nos han dado una visión mas amplia los pueblos precolombinos.

El texto de Henao y Arrubla se fue quedando atrás, en la medida que las teorías de la historia cambiaron. A la historia individual de héroes y villanos como gesta se dio paso a la historia como proceso; por ende, su visión heroica se fue diluyendo en el tiempo, y hoy se considera superada. Cambiaron muchas cosas. Se estudiaron los procesos, y se le ha dado voz a fuentes ignoradas: La idea de un solo país ha sido sustituida por un país de regiones. Se le ha dado voz a los negros y a los indios, para construir una historia mas equilibrada (que no justa, porque la historia solo narra hechos o procesos, con todos sus matices. Lo que llaman juicio de la historia depende en esencia de quién lo lee.) Pero la respuesta a la pregunta de ¿Qué se narra? sigue siendo la misma: la historia de una nación. Y la historia de Colombia como estado y entidad política, guste o no, nace en el momento que se crea el Virreinato de la Nueva Granada. Y se pueden reconocer los orígenes del virreinato, en las divisiones hechas por los Austrias en el siglo XVI. Y estas divisiones nacen con la llegada de Colón a América y el proceso de Conquista. 

Henao y Arrubla querían enseñar la historia de Colombia para fomentar modelos de patriotismo y nacionalidad aunque eran conscientes de la ausencia de más y mejores investigaciones. El proceso independentista esta narrado con prolijidad y muestra claramente que el episodio del 20 de Julio de 1810 es uno entre varios que se dieron en estas tierras, con base a los documentos que poseían. 

¿Bueno, y que tiene que ver todo esto con las estatuas? En términos estrictos nada. Pero los políticos quienes se educaron con este libro quisieron honrar el ser colombiano, y a los creadores de ello. La historia de Henao y Arrubla señala que nuestra nacionalidad nace con el descubrimiento y la conquista. En alguna parte reconocen al mestizaje como parte fundacional de nuestra nacionalidad, pero con unas palabras que hoy suenan sorprendentes u ofensivas: “Un pueblo inferior se mezcló con un pueblo superior, para bien”. Lo indígena (o lo nativo) era inferior, lo español o europeo era superior. De allí que se honrara la herencia hispana, ante todo. Como ciertas estatuas…. 

Imagen tomada de www.revistacredencial.com


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