RELIGIÓN Y SECULARISMO


No puedo afirmar que soy religioso, o si tengo una creencia religiosa. Hoy no se sí creo en Dios y en una vida después de la muerte. De joven, me aterraba morir, y enfrentar el juicio de un Dios castigador que juzgara tus actos en la tierra, y te condenara a una eternidad de llanto y crujir de dientes, o un paraíso donde mana leche y miel. Cuando mi padre murió, al verlo, le perdí el miedo a morir. No puede ser tan terrible, y el castigo prometido parecr excesivo frente a la duración o hechos cometidos -pensé en esos instantes.

Como muchos, me educaron como católico; fui bautizado, hice la primera comunión,  fui confirmado, y me enseñaron el valor de los buenos actos, y las acciones correctas para alcanzar el paraíso. Con los años, dejaron de interesarme los rituales, y comencé a ver los dogmas algo huecos; pero dentro de mí, sentía que,  con todo, había algo valioso que a lo mejor escapaba a mi entendimiento. Me case por lo civil, y no me ha pasado por la cabeza casarme por la Iglesia. En cambio, cuando nació mi hija, insistí que la bautizáramos, que los familiares vinieran de lejos para celebrar el rito, e incluso corrí angustiado buscando un cirio para la ceremonia de ese día. Mas de una vez pensé que la bautizaba para unirla a una religión que tiene 2000 años, y que si no entendía el significado religioso, viera al menos el significado histórico de ello: Al final, el bautizo la une a una corriente histórica que sus padres consideran de valor, y digna de ser conservada.

Con los años, mi actitud religiosa ha cambiado. De creer en un Dios terrible y colérico, puedo -racionalmente- entender la idea de Dios, y aceptar su existencia. He renunciado a la idea de imaginar un mas allá, y concentrarme en obtener un equilibrio entre el ser religioso y el ser secular que conviven dentro de mi.  Al final, no soy ateo, ni muy creyente, pero observo una realidad ante mis ojos: Las mejores y mas devotas personas que he conocido eran religiosas.  Eran un sacerdote y unas monjas católicas. En estos tiempos de egoísmo inflamado, ser sacerdote o monja es un fenómeno tan poco atractivo, porque se renuncia a uno de los mayores placeres individualistas de hoy: El creer que somos valiosos por ser quien somos, y que nuestros actos valen mas que cualquier otro. Si en el renacimiento el hombre era el centro del mundo, hoy el ego es el centro de mundo.

Es entendible. Si la vida es lo único que tenemos, ¿debemos dejar que algo se interponga en su disfrute? La mayoría esperamos que el mundo nos entregue todos los beneficios, para nuestra conveniencia. Eso nos lleva a ser soberbios, en contraste con la humildad auténtica de una persona religiosa.

Puede llegar a ser humillante, pero ver la humildad de alguien religioso es, a la vez profundamente consolador. Nada mas amargante que las insatisfacciones de la existencia humana, y sus expectativas no cumplidas. Quien es religioso parece tener una mejor comprensión de la decepción, la aceptación y la limitación.


Ahora, el concepto de compasión, en términos seculares y religiosos son ligeramente diferentes. Para una persona no creyente, la persona es víctima y responsable por lo que ha sufrido. Se nace bueno, y nos volvemos malos por las circunstancias.  La persona religiosa acepta que es un asunto de la humanidad: Somos imperfectos, nacemos con el pecado original, pero podemos esforzarnos para acercarnos a Dios.  Para ellos, la humanidad es solo una. Para el secular, hay víctimas y victimarios.

Aunque no soy particularmente creyente, encuentro la visión secular deprimente. Al final, esa visión de la compasión nos obliga a ser jueces, acusados, culpables, o como mínimo responsables de lo que sucede en el mundo. La persona religiosa, en cambio, no se avergüenza de las fallas de los demás; sabe que el hombre ha sido así, desde que Dios lo echo del Edén. El hombre es débil, no necesita ocultar sus errores, y puede ser honesto en una forma que para un no creyente es imposible.  Al final, el creyente acepta, que el ser humano, en su imperfección, es, en el fondo bueno. El secular no: juzga, analiza y decide.  

Alguna vez le hicieron una pregunta a un gran maestro que tuve, que él mismo decía era muy seria: ¿es posible desligarse de los valores cristianos en estos tiempos? La respuesta de él fue que no. No es posible desligarse hoy de las enseñanzas de aquel que murió en la cruz por nosotros. Yo he concluido lo mismo. Es imposible vivir decentemente sin ayuda de una creencia religiosa. Esa es la dicotomía de los tiempos que corren.

Mientras tanto, mi hija tiene 7 años y estudia en un colegio religioso. De monjas.

Imagen tomada del internet.

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