LA HIGUERA Y LA MUERTE


La historia que se va a relatar es sorprendente. Involucra tres muertos, una guerra, una cueva, una playa, una higuera, la curiosidad de un hombre, las noticias, y las redes sociales. Por esta última empezamos.

Un enlace de twitter, me llevo a un periódico español, que comentaba la renuncia del vicefiscal de EE. UU., al parecer, presionado por el gobierno de Donald Trump. Algo banal, al final. Pero los otros enlaces llamaron mi atención: Alguno hacia referencia a una mujer que se quejaba del reality Gran Hermano, otra hablaba sobre la pandilla Mara Salvatrucha, y otra -que llamo mi atención- contaba como un hombre desaparecido hace 40 años fue localizado gracias a una higuera. Era un texto de 2008, pero por esas misteriosas asociaciones, solo el 24 de septiembre de 2018, la noticia se hizo viral en las redes. Vamos a la historia.

Chipre, 1974. La difícil y siempre complicada relación entre turcochipriotas, y grecochipriotas que durante los años de gobierno del arzobispo Makarios, había mejorado notablemente, salta por los aires con el golpe de estado instigado por los coroneles griegos partidarios de la ENOSIS (unión de Chipre con Grecia, a la que se oponían los turcochipriotas). El gobierno golpista de Nikos Sampson, durara solo 8 días, pero desencadenara la invasión de Turquía, la división de la isla en dos, y ya en una historia doméstica, la desaparición de un turco chipriota llamado Ahmet Cemal. 

Episkopi es un pequeño pueblo en cercanías de Limasol, de algo mas de 3000 personas. La mitad turco chipriotas, la otra mitad grecochipriotas. En los turbulentos días del golpe militar, Ahmet Cemal fue secuestrado por tres grecochipriotas de una cafetería del pueblo y llevado a una cueva cerca a una playa de gran belleza llamada Ayios, para ser asesinado junto a otros dos turcochipriotas secuestrados, Erdogan Enver y Unal Adil.  En esos años, no había entrada a la cueva desde tierra, por lo que debieron ser traídos en bote. Los llevaron a esta cueva y los mataron allí. La razones nunca quedaron claras; un episodio de guerra, de  acto de venganza, rencillas domesticas u odios ancestrales. Los asesinos dinamitaron la entrada de la cueva, buscando ocultar su crimen. Pero se equivocaron. “El diablo los confundió” dicen los chipriotas, para explicar sus errores. La dinamita si cerró la entrada a la cueva, pero a la vez abrió un hueco en la parte superior, permitiendo que entrara la luz en ella. Este error de los asesinos ayudaría que creciera una enorme higuera donde estaban escondidos los cuerpos de las personas asesinadas.

Se supo que la ultima comida de Ahmet Cemal fueron los higos de su jardín. Pero la variedad de higo que comió no crecía fácilmente. La variedad cultivada requería un tipo de suelo especial que no se daba en esa playa. Pero el suelo de la cueva era apropiado, y la semilla de higo en el cuerpo de Ahmet Cemal comienza a crecer hasta transformarse una frondosa higuera, que pronto queda a la vista de todos.

De todas maneras, una persona común no vería la importancia de esta higuera en la playa, cubriendo una gran área. Pero llamo la atención de Xenophon Kallis, quien era habitual de esa playa. Kallis noto el cambio del paisaje, y se pregunto que hacia esa higuera allí. Kallis no era cualquier persona. Es un funcionario del gobierno que busca personas desaparecidas de ambas comunidades desde hace años. Pronto se acerco a la playa, a la higuera y descubrió restos humanos. Supo que eran los cuerpos eran tres turcochipriotas desaparecidos, entre ellos Ahmet Cemal, quienes fueron asesinados y enterrados en esa cueva. La ONU conocía esa historia, e incluso elaboro un informe. Kallis fue el que descubrió que la ultima comida de Cemal fueron esos higos de donde venía la higuera: la semilla en su estomago creció y pronto señalo donde estaban los cuerpos. “puede ser que ese higo fuera su ultima comida, puede ser que un murciélago la haya dejado, que alguno de los asesinos haya arrojado la semilla, o puede haber otra explicación mas prosaica. Sin embargo, gracias a la higuera, encontramos los cuerpos”, dice Kallis modestamente, quien encontró a los desaparecidos en el 2.006.

Ahmet Cemal tuvo cinco hijas y un hijo. Era mecánico de motocicletas y tenía un negocio en Limasol. Su hijo tenia 13 años cuando su padre desapareció. El recuerda que cuando supo la historia, fue a la playa y “cuando vimos la higuera, saliendo de la cueva entre las rocas, nos sentimos tristes”.  Los muertos recibieron sepultura adecuada en el 2.008.

Hoy ya no hay rastros que existió una cueva, y que una higuera creció allí para ser mudo testigo del lugar donde los turcochipriotas fueron enterrados. Había sido cortada para facilitar la exhumación; otra fue sembrada en su lugar. La higuera había completado su misión: espero hasta que un experto encontrara los cuerpos.

Es una historia digna de Homero” dice hoy un visitante. “Los delincuentes intentaron ocultar su crimen, pero una higuera creció, se convirtió en testigo y marca de dónde fueron enterrados


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