EL VESTIDO DE LA CODICIA

 


En EEUU se le sigue juicio por fraude a un empresario llamado Sam Bankman-Fried (SBF) que se dedicaba junto con su socio, al negocio de las criptomonedas. Hagamos una breve explicación del caso: SBF creó en el 2019 una empresa de criptomonedas (FTX), que en el 2021 era ya la tercera en volumen en ese negocio, con cerca de un millón de clientes, y con cifras totalmente irreales: para ubicarnos SBF paso de tener en el 2019, digamos 1 millón de dólares, a 25.000 millones en el 2021; todo ello asociado a su empresa FTX, que se declaró en bancarrota en nov de 2022. Una burbuja que explotó, y se llevó los dineros y la riqueza de SBF, que se redujo a cero. Las causas de la quiebra son variadas, pero las autoridades piensan que de alguna manera SBF cometió diversos delitos y esta siendo enjuiciado por ello. No pinta bien el caso para él, su socio admitió su responsabilidad, y los testimonios no lo dejan por ahora, bien parado.

Pero no voy a hablar del juicio, sino de SBF. Personaje sin duda fascinante, propio de nuestros tiempos, empresario de esta época de tecnologías, SBF es el hijo de dos profesores de la Universidad de Stanford, que también recibió una educación costosa y que era, según los estándares del 99,999 por ciento de toda la humanidad previamente existente, extremadamente privilegiado. Nacido en una familia de clase media alta, SBF era de la élite. Lo cual nos recuerda que los grandes millonarios de hoy, que se presentan como millonarios tipo “hecho a sí mismo” no lo son tanto. Casi todos vienen de familias con medios, que les permiten el acceso a los centros de poder, la formación de riqueza. No es lo mismo nacer en un pueblo del Choco, en el seno de una familia de pescadores, que en el seno de una familia de profesores de derecho de una de las mas prestigiosas universidades del mundo.

Sam Bankman-Fried con Gisele Bundchen y Orlando Bloom

Pero SBF era un personaje sorprendente: con su aire de joven incomprendido, su extravagante corte de pelo, su atuendo desaliñado (y aquí recuerdo a las camisetas de Mark Zuckerberg y su pinta de estudiante vago), su aureola de niño genio (SBF tiene 31 años) su formación y cultura (gustaba de citar Shakespeare) su generosidad en causas altruistas (es demócrata, había prometido donar gran parte de “su riqueza” en vida a causas altruistas) junto con las fotos con los famosos, lo hicieron el favorito de los medios.

Pero detrás de esa apariencia, se escondía una persona obsesionada con aumentar su riqueza. Se cuenta que pasaba días y meses en su oficina trabajando, sin salir de ella, obsesionado con el negocio, en aumentar su cartera y los rendimientos. En el camino, al parecer desvió dineros de sus clientes a otras cuentas, y muchas de sus negocios no estaban debidamente soportados. Al final, el negocio de SBF, implosionó, y el fondo FTX se declaró en bancarrota. Las autoridades intervinieron, se nombró un administrador y la justicia cayó sobre SBF que fue acusado de fraude y varios delitos. Muchos de sus colaboradores lo han acusado de obligarlos a cometer delitos y conductas inapropiadas; enfrenta cargos que le podrían dar 115 años de cárcel.

Ahora bien, entiendo que hay gente (yo sería uno de ellos) que entrega su dinero a otra persona para que se lo administre y le de rendimientos; las acciones de bolsa, no dejan de ser al final eso. Pero sorprende ver como la gente se deslumbra por el éxito y lo que hay alrededor. No dejo de pensar las razones que llevan a un grupo de personas en confiar en un joven obsesionado por su trabajo, desaliñado en su forma de vestir, amigo de celebridades, que en su conversación gusta de intercalar citas literarias y cuya única idea fija parece ser su negocio, y que de un momento a otro aumenta su riqueza de manera exponencial. Aclaro que no estoy diciendo que eso sea ilegal: una salida en bolsa de un negocio puede multiplicar de forma exponencial la riqueza del fundador de la compañía X. Pero en el caso de SBF, la gente creyó que estábamos ante un genio de aspecto desaliñado que al parecer sabía lo que hacía, ya que citaba a Shakespeare, y además defendía causas políticamente correctas. ¿Se deslumbraron por su aureola de niño genio? En parte.


SBF en su oficina

Ahora bien, una cosa es citar a Shakespeare, que ser un genio financiero. Lo primero no tiene relación con lo segundo, y lo segundo es que genio es una expresión de altas y bajas: existía una gran posibilidad de fracaso al final, si se piensa un poco. Riesgo, lo llaman, y hay gente arriesgada. Quizás la sociedad esta aburrida de delincuentes como Bernie Madoff, tranquilo, aburrido y convencional, que viste como nosotros y que parece dominar el tema, pero es un ladrón, y prefiere el hervor de personajes como SBF, que además promete que su riqueza la donara en vida: nada como disfrazar la codicia, con el traje de la bondad. SBF lo supo bien: es mas importante llamar la atención, que reconocer el absurdo evidente que esta frente a nuestros ojos, y que se resume -quizás – con esa frase que a veces repetimos “es demasiado bueno para ser verdad.”

Al final, SBF (cuyos apellidos son un ironía cruel: Bankman-Fried podría traducirse como Banquero frito) es -muy probablemente- un criminal, pero muchos de sus inversores tienen pintada la expresión codicia en la frente. En el futuro cercano, será un buen tema para Hollywood.

Foto tomadas de internet de la web:

https://www.elcorreo.com/xlsemanal/personajes/sam-bankman-fried-criptotimador-por-escritor-michael-lewis.html

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