TENDENCIAS DE HOY

En los últimos días he observado varias discusiones culturales que han agitado las redes. El caso de la eutanasia; las permanentes discusiones acerca de los transexuales y su definición; el rechazo a identificarse según los sexos conocidos y utilizar definiciones de género. Seguramente hay más, porque la discusión que degenera en tontería brota eternamente. Estas discusiones se pueden enmarcar en una serie de tendencias que se han vuelto el Zeitgeist de nuestro tiempo. Al menos cinco de ellas existen:

La primera tendencia cultural es una creciente resistencia a aceptar cualquier limitación a la satisfacción de los propios deseos que están impuestas por circunstancias fuera de nuestro control, es decir, un prometeísmo (1) exagerado o exacerbado: puedes ser lo que quieras, sin limitación, y, por lo tanto no tienes que aceptar nada con lo que naciste como ineludible. Si la biología y la genética te imponen un sexo, no importa, para eso está el género. Puedes rechazar el color de tu piel, al final la raza es algo tan arbitrario que bien puedes definirte diferente a como te ve la mayoría. Hay incluso quien exige que le cambien la edad en los papeles porque se siente 20 años más joven.

La segunda tendencia es el pensamiento mágico, a pesar de la supuesta racionalidad de nuestra época y su cacareada derrota de la superstición. Creemos que podemos cambiar la realidad mediante simples encantamientos verbales. Si modificamos nuestro lenguaje lo suficiente, la realidad misma cambiará. Una especie de psicología asertiva: “Constantes y continuos pensamientos crean realidades físicas.” He vivido lo suficiente para saber que esa frase tiene su verdad, pero en la medida que se une a la multitud se diluye. Todos tienen sus propios pensamientos. Algún elemento de esta creencia se puede encontrar en la filosofía de Wittgenstein, aunque probablemente estaba más en sintonía con la tendencia futura que creador de ella. Por lo tanto, si seguimos diciendo lo suficiente que las mujeres que toman hormonas masculinas son hombres y proscribimos la proposición opuesta, esas mujeres se convertirán en hombres.

La tercera tendencia es la adoración al poder. El objeto del cambio deliberado del lenguaje no es mejorar el estado del mundo, ni siquiera el estado mental de nadie, sino el ejercicio y la consolidación del poder por sí mismo. De allí que miremos los actos a la luz de los resortes de poder que en nuestra teoría existen. Sordidez y poder.

La cuarta es volver central de lo marginal; por ejemplo, un fenómeno marginal como el transexualismo pasa a ocupar el centro de la atención intelectual. Si hemos de creer a la OMS, del 0.3 al 0.5 % de la población mundial es transexual. Es decir, alrededor de 22 millones de personas, de las cuales 150 mil viven en Colombia. Sin embargo, al ver las redes, pareces concluir que ocupa la parte central del discurso LGBTI. ¿Hablamos de la cola o del perro?



Imagen tomada del blogs.mujerhoy


La quinta tendencia es la creciente falta de coraje o cobardía de gran parte de la intelectualidad, que en este caso ha demostrado ser sorprendentemente fácil de intimidar, tanto que parecen herederos de Neville Chamberlain, el primer ministro británico, cuyas concesiones a Hitler por Checoslovaquia en 1938 lo hicieron exclamar: “Mis buenos amigos, esta es la segunda vez que regresa de Alemania a Downing Street la paz con honor. Creo que es paz para nuestro tiempo.” Un año más tarde estalló la II guerra mundial.

Nada ha resultado demasiado absurdo para que lo trague esta intelectualidad; de hecho, lo demostraron en su momento Alan Sokal con Imposturas intelectuales, y más recientemente, el profesor Peter Peter_Boghossian en esas “madrasas intelectuales” que se han vuelto las universidades americanas; para la intelectualidad es más fácil tragarse lo absurdo que para otros, porque la racionalización -y justificación- de lo nuevo es su razón de ser. Que tanto es ceder pues, a la tentación de lo políticamente correcto.

La pregunta más importante es, ¿Qué sigue? —Porque habrá una próxima discusión que será una solemne tontería.

1) Prometeo, según uno de los mitos griegos, fue el creador de los hombres, modelándolos con barro. En este texto, se usa en este sentido.

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