CAPITALISMO DE AMIGOS

En una entrevista que a Contexto media, el profesor James Robinson, autor con Daren Acemoglu, del libro, ¿Por qué fracasan los países? (2015) señala que Colombia esta próxima a un cambio, y la llegada -posiblemente, porque esto tiene mucho de futurología- de un nuevo espacio político, que en principio está centrado en la figura de Gustavo Petro, y en menor medida Sergio Fajardo. Señala también que el gran reto de quien llegue es recomponer las relaciones entre el estado y la periferia, y sobre todo, reducir las elites a la insignificancia, como ocurrió en Europa.

Me llamo la atención sobre todo la segunda idea. Alguna vez un columnista de El Heraldo, el español Alfredo Ramirez Nardiz comentaba extrañado la excesiva atención que la opinión publica le tenía a los grandes gremios económicos, y la influencia real o supuesta que estos ejercían sobre el estado. Él decía que el hombre más rico de España era Amancio Ortega, y en Colombia posiblemente era Luis Carlos Sarmiento Angulo. Ambos proporcionalmente tendrían un porcentaje similar del PIB; sin embargo, en España comentaba Ramírez, nadie pensaría que Ortega influye sobre el gobierno, como en Colombia se piensa que lo hace Sarmiento Angulo.

En una primera impresión, estuve de acuerdo con el argumento; sin embargo, con el tiempo he ido matizando mi opinión. Las razones son varias: la primera, que si bien existe, la opinión pública exagera la influencia de las elites ante el gobierno; pero, también he concluido que muchas de nuestras elites han construido su riqueza, apoyados en beneficios, contratos, y prebendas otorgadas por el estado. Para no ir lejos, Sarmiento Angulo con la contratación de infraestructura donde es uno de los grandes jugadores, la tolerancia con el monopolio de la cerveza del grupo Santodomingo por parte del estado, o las cadenas radiales y televisivas de la Organización RCN. Dicho de otra manera, estas elites han crecido  alimentadas del estado, y más que exprimirlo, se han beneficiado de él, construyendo una especie de “Capitalismo de amigos”.

Ese “Capitalismo de amigos” es una especie de oligarquía que obtiene prebendas y que esta poco dispuesto a soltar el estado, de tal forma que los servicios de este sean suministrados por ellos, como primera medida. Eso lo contó muy bien Thierry Ways en una columna donde expresaba su extrañeza como era aplaudido Piketty, en un Hay Festival de Cartagena, y que resumió muy bien:

Buena parte de la oligarquía que asiste al Hay Festival vive, directa o indirectamente, del Estado. Son ministros, senadores, altos funcionarios públicos o miembros de las dinastías políticas de siempre; asesores y consultores fabulosamente remunerados por agencias estatales u ONGs que canalizan dineros públicos; empresarios que cabildean con el Gobierno para proteger sus mercados o asegurar las concesiones que necesitan para funcionar; contratistas que financian campañas a cambio de licitaciones; o periodistas y dueños de medios que necesitan del Gobierno para tener acceso tanto al poder como a la exquisita fructosa de la mermelada. Todos, de alguna u otra manera, dependen del Estado para garantizar su modus vivendi.”

Aplausos para Piketty -Thierry Ways

Ese capitalismo de amigos lo vemos cada tanto: en las ultimas decisiones de la fiscalía, en las acusaciones sobre dineros de Odebrecht en la campaña del 2014, o las acusaciones de roscas en los nombramientos del gobierno. El profesor Robinson señala que Petro no lo hizo muy bien en la alcaldía de Bogotá, y yo especulo que en buena medida se debió al hecho porque quiso poner a sus amigos en sus puestos, pagar favores, a lo que se sumó una posición de conflicto con estas elites que no están dispuestas a soltar el estado del cual se benefician.

El capitalismo de amigos ha hecho carrera en el mundo: Venezuela, Rusia, China, México, Argentina, Colombia, más allá del sistema político han construido este sistema: Los llaman Boliburgueses, enchufados, conectados, la rosca, etc. Por eso, mi pregunta va al mismo punto: ¿Cómo romper ese capitalismo de amigos? Con las elites es mucho mas sencillo, basta garantizar que se cumplirán lo acordado según la ley; el profesor Robinson señala que no es tan fanático de la reforma agraria. Con dejarlas en paz -dice él- es suficiente. En cuanto al capitalismo de amigos, no lo veo tan sencillo. Al final no se trata de sustituir unos para poner otros. Al margen de lo que digan, nadie le va a cuestionar al ganador que gobierne con sus amigos. Pero que lo haga de manera transparente, y honesta, y busque romper lo que al final es el capitalismo de amigos: Un oligopio. Democratizar, democratizar, democratizar. Esa es la verdadera tarea.

Imagen tomada de www.lanacion.com.ar 

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