LA VENDA CAÍDA DE LA JUSTICIA

El alboroto en las redes por la detención domiciliaria de Uribe ha sido general. Sus opositores festejan por muy variadas razones: Algunas pueden considerarse si se quiere adecuadas: Nadie esta por encima de la ley, debe responder por sus actos, hay demasiadas sombras sobre su persona, y al final responde por algo. Otros asumen razones políticas: El más poderoso actor político de este siglo esta fuera de circulación y eso implica una recomposición del mapa, que trae beneficiarios y damnificados. Entre estos últimos, los extremos del mapa político. Pierde su partido, y pierde la izquierda, pero eso es otra historia.

En cambio, sus partidarios, lo ven como muestra de todo lo malo que sucede en el país. Repiten como un mantra que hay criminales en el congreso, que la justicia es selectiva, que quienes trabajan por el país todos los días, son castigados. Irónicamente, no les falta razón.

Alguna vez leí que, en Colombia, parecemos pensar que para cada situación presentada, existe una ley que pretende solucionarla. En la mayoría de las ocasiones, esta ley es inútil, bien intencionada y equivocada. En esas ocasiones, estas leyes se constituyen como una excepción a la ley general; hemos hecho de la excepción la regla.


Permítanme contar un episodio personal. La crisis de la pandemia ha significado una reducción de ingresos para mi familia, y decidí aplicar a un auxilio del ICETEX, para el pago del colegio de mi hija. No voy a decir que me encuentro ahogado, hasta el extremo de no pagar la deuda, pero un crédito para facilitar el pago no me cae mal, en este tiempo de incertidumbre. Bien, aplique, llené los papeles, y vine a descubrir que por el estrato donde vivo, no soy beneficiario de un auxilio; Ni el 50 %, ni el 20 % como dicen. No tengo derecho a ese auxilio. Tengo derecho, eso sí a un crédito blando, a 24 o 36 meses. Ignoro si me lo darán, pero me ha quedado la sensación que estoy siendo objeto de discriminación. En tiempos de necesidad, me siento excluido, por una serie de excepciones que se consagran por ley. Justas o injustas, la realidad es que existen. Excepciones que excluyen, son las palabra claves.

Quizá exagero, pero la realidad es que las excepciones hacen que la ley colombiana sea objeto de burla o agravio. El proceso de paz, en su estructura crea una armazón independiente para juzgar los crímenes del conflicto con  la posibilidad de penas mucho menores. Eran los famosos sapos que debíamos tragarnos, decían quienes negociaron el acuerdo. Algunos eran mas indigestos, por eso un sector de la sociedad repitió Paz sí, pero así no. Claro, era una posición fundamentalista, que partía de una negativa: Pese a la insistencia de Santos, el Centro Democrático se negó a participar en el proceso, dejando por fuera un sector de la sociedad. Fue un acto, en esencia irracional, que condicionó de forma notable todo. Después vino el no, unos supuestos ajustes y la firma del acuerdo, y una sensación de traición para ese sector opositor. Falto -y en eso le cabe toda la responsabilidad al líder del Centro Democrático- grandeza. Si hubiera sido capaz de entender que la paz era un propósito nacional, y no un acto de rencor o traición, tal vez el proceso hubiera sido mas largo, pero intuyo que se hubiera firmado y no veríamos el ambiente tan polarizado que vivimos hoy. De esos polvos, vinieron estos lodos.

El acuerdo igual se firmó, en unas condiciones, que consagraban unas excepciones. Mal o bien, lo hicimos a la colombiana: hicimos de la excepción ley. El punto es que, si das una excepción ante la ley, se la tienes que dar a todos. Por eso tanto militar va a la JEP, cuando eso tal vez no era esa la idea. Sin embargo, los jueces interpretaron de manera amplia eso de “actores del conflicto” y por ello tanta gente pide pista en ella. Le hemos quitado la venda a la justicia, por solucionar conflictos mayores.

De allí que la detención de Uribe, por responder por unos delitos, que en un país más serio no debería ser objeto de mayor discusión jurídica, de lugar a semejante alboroto. Si hacemos tantas excepciones, ¿cómo vamos a negarle a otros que lo reclamen? Se requiere un esfuerzo de atención para entender que, en Colombia, la justicia si quiere ser para todos, debe ser la misma.

Pero al final, como seguidor de la idea que ante la ley no deben existir excepciones, sino atenuantes, la detención de Uribe es positiva: No hay intocables, y eso que la ley “es para los de ruana”, al menos se está volviendo letra muerta. Tal vez, un paso hacia la ceguera de la justicia, y la eliminación de las excepciones.

Imagen tomada de internet de http://rafaelsanchezarmas.com/justicia.ciega.htm

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