LAS BUENAS MANERAS


Mi madre, que murió hace unos días, me dejo de herencia cierta visión del mundo donde la gente se relaciona con los demás con respeto, a través de los buenos modales. Hay quien los ve como una camisa de fuerza, como una forma de hipocresía, y una mascara para ocultar nuestros intereses particulares. Para mi madre, era cuestión de disciplina, habito y entrenamiento, y era, si se quiere una cuestión utilitaria; algo de interés hay en nuestros actos, y es mejor relacionarse por las buenas. Mi padre en cambio, tenia buenos modales y no se empeñó en que los aprendiera; a lo mejor creía que eran resultado de la bondad natural de los seres humanos, y que surgiría espontáneamente en mí, si como creyera que en mi corazón había bondad. Hoy creo que el punto de vista de mi madre es el que ha terminado predominando en mí, pero las ideas expuestas eran confusas: mi padre hablaba de maneras, mi madre de modales.  Se parecen, pero no son iguales. Al final, las buenas maneras, la etiqueta, los buenos modales son muestra del interés nuestro por los otros, y sin duda, todos buscamos obtener algo de los otros; y nada como la cortesía para abrir puertas. Al final, creo que el Manual de Urbanidad y buenos modales de Carreño es útil todavía.

Sin embargo, hay un inconveniente cuando esas reglas, arbitrarias, al fin y al cabo, se erosionan hasta la informalidad total. Esto, al menos en Colombia, ha producido una inversión ideológica: Lo que antes era una falta de educación, ha terminado convertido en una virtud política.

El argumento es mas o menos así: lo formal es etiqueta y la etiqueta es una manifestación de una sociedad clasista, machista, patriarcal, y por ello, intrínsecamente injusta. Su rechazo, es por tanto una señal de rechazo que muestra, que al menos, se esta del lado correcto de la historia; de los bien pensantes, de los igualitarios. Sin embargo, para los igualitarios modernos no se conforman con la igualdad abstracta o formal que ofrece la ley. Exigen que todo sea igualado, incluido los modales. La insistencia en repetir que Colombia es uno de los países mas desiguales del mundo puede verse como una señal de esa exigencia.

Por supuesto que ese deseo de igualdad choca con otros deseos inherentes al ser humano: El de destacar, el de progresar, el de ser alguien. La realidad para el igualitario se encarga de enfrentarlo a sus propias contradicciones. Los igualitarios, como los demás, están apegados a sus posesiones y riquezas, y no tienen intención de renunciar a ellas para redistribuirlas. La lucha por la igualdad debe hacerse en campos, donde no cueste nada, en el sentido material o financiero. Por ejemplo, los modales y la formalidad.

Viendo las declaraciones de Claudia López e Iván Duque sobre la crisis del Coronavirus, y el aplauso o rechazo que estas producen, no dejo de pensar que algo de lo expuesto anteriormente esta en el aire. Claudia propone medidas audaces, igualitarias, poco realistas, sin discutirlas, totalmente informales, y recibe el aplauso de las redes. El presidente, guardando las formas, siguiendo la ley, propone medidas ceñidas a la realidad, y es criticado por su desinterés con los desposeídos. Cuanto mas libre y mas fácil, mayor será la superioridad moral (y, por ende, el aplauso) a los dictados de la convención y la ley.



Ello ha resultado en una serie de costumbres que se han ido perdiendo con el tiempo. Como encabezar una carta dirigida a una mujer, por ejemplo, es una fuente de dudas para mí. Como debo dirigirme a ella, sin que se ofenda: ¿Doctora, Señora, señorita? El apreciada puede ser una forma, pero debe manejarse con cuidado. Alguna vez puse su profesión, Arquitecta, y como a los 20 minutos me llamaron a decirme que no, que ella era ingeniera, y que por favor corrigiera la carta antes de mostrarla al destinatario. Antes no tenia ese dilema. Un “señora” bastaba, y la destinataria no tenía por qué sentirse ofendida o menospreciada. Es extraño cómo el igualitarismo resulta en una forma rabiosa de individualismo, un individualismo enojado sin que haya una individualidad que valga la pena.

Este exceso de informalidad es muy poco digno y atractivo y da como resultado una sociedad constantemente al límite, incluso en las interacciones más pequeñas. La ceremonia y la formalidad no solo ayudan a suavizar los bordes ásperos de la interacción social, sino que permiten cierta clasificación de dicha interacción, de acuerdo con los grados de intimidad deseada o lograda. La formalidad, además, es la condición previa de la sutileza e incluso de la ironía; sin formalidad, la vida se vuelve tosca y más tosca. La distinción entre amistad y la intimidad se vuelve borrosa hasta que no se percibe.

En cualquier caso, es solo en la imaginación condescendiente de los intelectuales igualitarios que las personas pobres, o las personas de baja clase social, son siempre toscas e informales. Además de erróneo. En ocasiones los intelectuales, como mis padres, confunden modales con maneras. Las clases trabajadoras puede que no tengan modales; pero tenían maneras. Algo les decía que, ante la autoridad, por ejemplo, debían comportarse. Lo sabían, pero no como. Eran ceremoniosos y respetuosos de otras formas también. Ahora, la pobreza que habían experimentado no es obstáculo para el refinamiento en su discurso y su forma.

Creo que las interacciones diarias serán más agradables en una sociedad en la que se requiere y respeta un cierto grado de formalidad que en una en la que se ha abandonado la formalidad por razones ideológicas igualitarias. Después de todo, las pequeñas interacciones son, dentro de límites bastante amplios, lo que determina la calidad de nuestras vidas.

Nota: Cuando me refiero a maneras, me refiero al conjunto de expresiones, gestos, movimientos, actitudes, etc., que una persona utiliza para comportarse en público y con las demás personas, especialmente según ciertas reglas sociales comúnmente admitidas. (Tomado del diccionario de la RAE)

Para modales, uso la definición sociológica, es decir “normas de conducta que ejecutadas demuestran que una persona es correcta, educada y refinada, y que se usan para exteriorizar el respeto hacia otras personas.” (Tomado de Wikipedia)

Imagen tomada de Internet: www.revistamision.com

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