LOS LIBROS EN MI VIDA

Me gusta leer. De todo. Política, chismes, crónica rosa, novelas, poesía, teatro, estudios de literatura, crítica de cine, y hasta filosofía, pese a que la mas de las veces siento que esta ultima no esta a mi alcance. 
Leo, porque busco respuestas, a las preguntas que me hago. Hay quien las busca en sus experiencias vitales, y lo llaman enseñanza. Yo busco respuestas, porque mi propia experiencia de vida me es insuficiente para responderla. 
Leo, por evasión, para distraerme, para distensionarme de los afanes, para olvidar un momento mi vida diaria. 
Leo, a veces sin razón aparente, por inercia, porque no tengo nada mejor que hacer, y creo que es el mejor uso que puedo dar a mi tiempo. Soy un caminante entre las lineas del texto, en busca de algo que no sabe que es.
Leo, porque me toca. Quizá es una actividad que no me entusiasma, pero a veces lo hago. Las urgencias de la vida me obligan a ello. Igual me acometo a la tarea.
Leo, por rebeldía. Alguna vez me dijeron, tu para que lees, si eso no da plata. Me resisto a esa mirada utilitaria de la sociedad, creo que empobrece mi mundo, y mi alrededor. 
Nunca termino con culpa, por haber leído.
Leo Blogs,  leo mentiras, leo periódicos, pero sobre todo leo libros. Ignoro a quienes me dicen que el conocimiento que me gusta es inútil y propio de personas ociosas; en él encuentro un placer que  mis críticos no entienden. Amo los libros y algunos me han marcado. Hoy pensaba en ello, y me preguntaba cuales son mis libros amados. La respuesta es muchos, o mas bien todos. Me cuesta deshacerme de un libro, así al final el texto no me guste. Por ejemplo, porque conservo las memorias de Earl J. Smith, el ultimo embajador norteamericano en Cuba tituladas El Cuarto piso. No lo se. Siento que soy un guardián accidental de una sabiduría de siglos, y solo cumplo con mi deber al tener una biblioteca. Otro vendrá, y la cuidara, cuando yo no este.

Miro los libros en mi biblioteca, y recuerdo las lecturas que me marcaron. No alcanzarían las páginas para contar las historias que me han susurrado.
Admiré a Thomas Mann, de quien leí toda su obra y subrayé sus libros. Ahí esta esta Von Aschenbach en Venecia, en medio del cólera buscando respuestas. O Tonio admirando a Hans Hansen. Carlota hablando con Goethe ya anciano en Weimar. Zeremis Zeitblom contando la vida de Adrien Leverkuhn, en medio de las ruinas del nazismo. O José dirigiendo Egipto. O un viaje en crucero con Don Quijote. O el joven ingeniero Hans Castorp en un sanatorio en Suiza, mirando las discusiones entre Settembrini y Napta , al que volví varias veces.
Como no amar a Henry James. A sus sufridas mujeres: La solterona que quiere casarse con el crítico para que este pueda acceder a los papeles del poeta Jeffrey Aspern, en los Papeles de Aspern, una búsqueda del tesoro, y su negación final. O la varia lectura de Otra vuelta de tuerca. La perversidad humorística de Los Bostonianos, y los Europeos, o la cruel historia de La Heredera. La tierna Daisy Miller.
Como no amar a Jay Gatsby, Monroe Stark, o Anthony J Patch, esas creaciones de Scott Fitzgerald que retrataron una época. Pero sobre todo, Dick Diver, el idealista corrompido por la sociedad.  Siempre lo digo: Suave es la noche es el libro que me hubiera gustado escribir. Sus contemporáneos son inolvidables: Hemingway, Dos Passos. 
Uno muy  de mi corazón, que ven como muy menor: Sinclair Lewis, el analista del hombre promedio.
Como olvidar las primeras páginas de La muerte de Virgilio, de Herman Broch, con la narración de la flota imperial llegando al puerto de Brindisi, la mas vívida descripción que conozco, en una prosa morosa y cuidada.
Como olvidar las horas con Dorothy Parker, Raymond Carver, el otro Raymond (Chandler) y uno del cual no gustan mucho, Dashiell Hammett. Willa Cather, Flannnery OConnor, Carson McCullers, Harper Lee me miran con reprobación, por no mencionarlas. Todas ellas hicieron muchas de mis horas solitarias, momentos de agradable compañía. Ahh, Edna Ferber, y Katherine Mansfield tomaron el té conmigo.
En Francés? Viva Julio Verne.!!!!!. Su optimismo por un mundo mejor, la fe en el progreso, fueron motor de mi adolescencia. No hay libro mas bello que Viaje al fin de la noche, de Monsieur Celine, pese a sus imperfecciones. Don Andre Gide, ya viejo me saluda. Monsieur Marcel me mira con extrañeza. Pero el sabe que A la búsqueda del tiempo perdido, subí a una montaña y encontré un mundo. El viejo Marques de Sade me reclama que deje el pudor y recuerde que de joven lei sus novelas. 
Mario, Gabriel, Julio, Juan Carlos, Jorge Luis, Guillermo, están allí esperando que los mencione. Ellos saben que son los voceros de mi vida y mi realidad, y vuelvo a ellos. Julio Ramón es un genio del relato corto, se tenía que decir y se dijo. 
Poetas? Rilke, Gomez Jattin, TS Eliot, Ezra Pound, Ida Vitale, Anne Sexton, Javier Bozalongo. Derek Walcott, Aurelio Arturo. Cuantos nombres no mencionados, porque al final, el poema mas que el poeta.
Reinaldo, siempre Reinaldo. O aquellos personajes que  nos son mas cercanos que el autor: Sherlock Holmes, Jeeves, Dracula, Frankestein, Henry Wilt, Smith, y otros que se me escapan.
El Canon del profesor Bloom, o las páginas de crítica de Carlos J. María. La Rama dorada del profesor Frazer.
El mundo en pocas paginas: El Sr. William, único e irrepetible. Dante, Cervantes, Goethe, las alturas del arte.
Tienes razón Truman, no mencionarte es un olvido inexcusable. Pero recuerda que eres parte de mi corazón.
Muchos otros, perdónenme por no mencionarlos.

Imagen tomada del dios Google.

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