ORDEÑANDO EL SISTEMA


La semana pasada me invitaron a través de Avaaz a firmar una petición pidiendo a la primera ministra británica, la Sra. May, que no arrebate (snatcher) de leche gratis a los niños británicos menores de 5 años. Me extrañó la llegada del mensaje, tan ajeno a mis preocupaciones diarias. Quizá la inscripción a algo, algún comentario, hizo que mi correo terminara en manos de gentes interesadas (Inevitable, supongo: Estoy suscrito a varios periódicos británicos: los encuentro muy superiores en tema y calidad a sus pares americanos, pero eso es otra historia) y de buen corazón que me enviaron el correo. Busque la historia, mucho más compleja que lo que decía la petición, de por si sorprendente: Al parecer, el gobierno británico está muy preocupado por la obesidad infantil y ha desarrollado un programa de cupones saludables para las familias de bajos ingresos para combatirla. Según leo, ha funcionado relativamente bien, y hay una propuesta para extenderlo a toda la población. El asunto al final termina en lo mismo: como financiar el programa. Mientras los conservadores sugieren ahorros en algunos beneficios, como en la cantidad de leche gratis o su calidad que reciben los niños británicos en las guarderías, la oposición laborista ha señalado que “Las familias de bajos ingresos merecen apoyo, pero deberían ser las grandes empresas y los súper ricos quienes pagan por ello, no los niños de la guardería ".
No la firme. En ninguna parte de lo que leí se habla de que el programa de leche será modificado o eliminado, sino de ahorros en guarderías, y los argumentos de los laboristas me parecieron sesgados y falsos. Pareciera que a la izquierda solo le fascina lo gratis, o que otros paguen por ello. Pero nada como los derechos de los niños para que la maquinaria completa del sentimentalismo indignado se ponga en marcha. Miren como en Colombia cualquier tema que incluya niños se vuelve un debate sentimental sin fin: La ideología de genero, la adopcion homoparental, la muerte de los niños Wayuu, el aumento de las penas para los pederastas, etc, etc

Volviendo al debate británico, ¿Qué significa aquí la palabra "arrebatar"?. Hay un uso político de la palabra en el Reino Unido: Margaret Thatcher siendo ministra de educación recorto el suministro de leche a los niños entre 7 y 11 años, lo que le valió que la apodaran "ladrona de leche" (milk snatcher) y su recordatorio es un tema sensible para los conservadores. Pero en la jerga cotidiana, al decir arrebatar (o robar, como en este caso) pensamos en un ladrón arrebatando el bolso de una mujer que pasa, o tal vez de un niño tratando de agarrar una rebanada de pastel cuando le han dicho que espere su turno. Huelga decir que la palabra no se emplea en este sentido aquí. Lo que significa en este contexto es la retirada de un privilegio otorgado más o menos arbitrariamente por un gobierno que se cree con derecho a dar y a retener.
El uso de la palabra "gratis" también es de interés. Ningún bien tangible en una economía monetaria puede ser gratis para todos. Solo la lluvia o tomar el Sol es gratis; alguien tiene que pagar por todo lo demás. La leche puede ser gratuita para los niños de 5 años e incluso para las madres de los niños de 5 años, pero no es gratuita. En este caso, el contribuyente tiene que pagar por ello, aunque solo se admite una minúscula proporción de lo que se extrae (arrebatan) de él mediante el pago de los impuestos, pero al final no es gratuito. 
Pero pasemos ahora a asuntos más sustantivos. ¿Por qué deberían los niños menores de 5 años en un país como Gran Bretaña recibir leche gratuita, principalmente a través de sus madres? La leche, después de todo, es una de las materias primas más baratas, tan barata que sus productores se quejan constantemente de su precio, y el problema parece ser la sobreproducción y no la escasez. En cualquier caso, podría ahogar fácilmente a un bebé de tamaño normal en la cantidad de leche que puede comprar por el precio de un paquete de cigarrillos, para hacer una sola comparación de precios. Pero eso no es un tema de discusión. Nadie pide que los productores regalen la sobreproducción, si les están pagando por ello.
Los intentos de retirar las subvenciones y los privilegios casi siempre están justificados por argumentos fiscales o económicos, raramente por otros. Esto los hace parecer todo como el producto de tener el corazón duro. El corolario natural de esto es que parece que si el estado pudiese permitirse distribuir sándwiches de salmón ahumado a todos, sería bueno hacerlo, así como distribuir la leche a los niños. Puede que algunas economías se den esos lujos, pero hay un momento en que se llega al límite, y hay que comenzar a pagar. Esos son los hechos, por encima del sentimentalismo y la lógica de los eventos.




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