LA CHICA QUE FUE A UNA ORGÍA

El pasado lunes 4 de diciembre, se anunció la muerte Christine Keeler. A los 75 años, después de años de dificultades económicas, matrimonios fracasados, enfermedades, y una vida con muchas dificultades, partía uno de los participantes más importantes del llamado affaire Profumo, un supuesto escándalo de espionaje con ingredientes políticos y sexuales que contribuyo a la caída del gobierno de Harold McMillan y la derrota de los conservadores en 1964 en el Reino Unido. Parecen tiempos lejanos, pero cuando ocurrió, en 1963, pareció dar inicio a la etapa de cambios sociales y sexuales, que transformaron nuestra sociedad.

En 1961, Christine Keeler era una muchacha de clase trabajadora, con un pasado, que, para la época, estaba lleno de conductas licenciosas:  Tenia 18 años, y un pasado turbulento: Abandonada por su padre, sufrió repetidos abusos de familiares y amigos. Quedo embarazada a los 17 años, intento abortar, pero al final dio a luz un niño que murió pocos días después de nacer.  Trabajo de camarera, y finalmente consiguió trabajo en un club londinense de caballeros, Murrays, donde servía bebidas y bailaba semidesnuda en el escenario. El siguiente paso fue tener relaciones sexuales con los clientes, para completar los ingresos.


En ese club, conoció al Dr. Stephen Ward, un médico de éxito que comenzó a presentarla a sus adinerados amigos.  Ward era famoso por sus fiestas, donde abundaba el licor, mujeres bellas, sexo y drogas. Pronto Keeler, con una belleza que llamaba la atención, fue una habitual en ellas. En esas fiestas, iban clientes adinerados, como Lord Astor, miembros de la nobleza como el Príncipe Felipe, políticos como John Profumo, ministro de Guerra y diplomáticos como el agregado naval soviético, y presunto espía Eugene Ivanov.  De todos ellos, Profumo quedo impresionado con Christine, e inicio una aventura amorosa, que oculto al gobierno y su familia. Sin embargo, Keeler no consideraba que tuviera una relación con Profumo, ni exclusividad sexual. Pronto otros, como el agregado naval soviético Ivanov, o músicos como Lucky Gordon o Johnny Edgecombe compartirían cama con Keeler. Una pelea entre Gordon y Edgecombe por los favores de Keeler, desencadenaría una investigación por prostitución que descubriría las relaciones de Keeler, el supuesto proxenetismo de Stephen Ward, originando un escándalo de sexo y espionaje que contribuyo a la caída del gobierno MacMillan en 1963.

La noticia hizo las delicias de los tabloides británicos, y pronto se extendió por el mundo. ¿Que secretos compartió la mujer que se acostaba con el ministro y el espía? La sociedad británica reacciono con indignación ante el hecho: Ward, medico de éxito, termino cometiendo suicidio, después de ser abandonado por sus amigos. Profumo, quien sonaba para reemplazar a MacMillan como primer ministro, dimitió, y vio su carrera política arruinada. Ivanov abandono el país, pero en la URSS no encontró apoyo. Se hundió en el alcohol, y su carrera militar termino en puestos de segunda en la armada soviética. Keeler tuvo su momento de gloria; fue invitada a fiestas, poso para un relato fotográfico célebre, pero al final la ley cayo sobre ella: Fue declarada culpable de mentir frente a un jurado, paso una temporada en la cárcel, y cuando salió, ya había pasado su momento de gloria.

John Profumo fue restaurado a la virtud en la opinión pública salvando su matrimonio y yendo por el East End haciendo buenas obras. En un episodio digno de una historia sobre redención y expiación cristiana, el héroe caído comenzó limpiando baños en albergues para  los sin hogar de East End, y gracias a sus conexiones con sus amigos influyentes, logró atraer  la atención sobre las duras condiciones de vida de los sin hogar. Al final, fue rehabilitado por su trabajo, la Reina lo honró, la primera ministra lo invitó a cenar. Cuando murió, un periodista señaló que debía ser recordado no solo por el affaire de su nombre, sino también por sus años de servicio a los más necesitados.

Keeler, no tuvo una vida feliz: Dos hijos, matrimonios fracasados, y el permanente señalamiento de ser una “trabajadora sexual”, una oportunista que se aprovecho e hizo caer a hombres poderosos. Intento sacar provecho del escándalo en que se vio envuelta, pero los éxitos solo fueron efímeros. Murió de cáncer de pulmón, el pasado lunes.

Al final, con los cambios sociales, la prensa británica tuvo palabras amables con ella: Ya no era la trabajadora sexual ambiciosa o trepadora, sino una muchacha enérgica que buscaba salir adelante en un medio difícil. Al final, una chica trabajadora que fue en busca de oportunidades y se encontró en una orgía. Estas historias quedan mas en la memoria, que los grandes acontecimientos políticos: alguna vez le pregunte a mi madre, si recordaba la crisis de los misiles de Cuba, y me dijo que no. Le pregunte por el caso Profumo, y me dijo “Claro que sí. Christine Keeler se llamaba la muchacha"

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