LIEBRES Y TOROS

La caza de la Liebre fue durante siglos una de los pasatiempos favoritos de la aristocracia. Multitud de cuadros  o relatos retratan a los nobles vestidos de rojo con sus escopetas, en sus caballos y los galgos detrás de una liebre.  Muchos de esas manifestaciones artísticas son  de gran valor.  Detrás  de la caza se creó una industria. El desarrollo de esta actividad permitió mediante cruces, obtener un tipo especial de perro apto para esta cacería.
Desde el principio se alzaron voces contra esta actividad. La principal razón era que no era caza de subsistencia, sino una actividad  recreativa de ricos y poderosos: La carne de liebre –entiendo- no es muy comestible. Y el esfuerzo efectuado, (caballos, perros y armas) no era pagado con las presas obtenidas. 
Pero la caza pervivió. Hasta que en Siglo XX la pérdida de influencia de la aristocracia, llevo a un aumento de las críticas a este tipo de caza. Las críticas se resumían en una palabra: Crueldad. Crueldad con el animal perseguido por un perro. Crueldad con un animal arrinconado, listo para ser sacrificado.  Un sacrificio inútil, ya que la carne no es comestible.  Los argumentos a favor hablaron de una tradición cultural a conservar, los beneficios obtenidos del cruce de los animales, y un asunto de control de plagas: La cacería limitaba el número de individuos, evitando efectos potencialmente dañinos.
Al final se prohibió en EEUU, y en el 2002 en el Reino Unido.  Pervive en Irlanda, y en otros países. Su prohibición es más resultado de la decadencia de la aristocracia. Era una actividad de ricos, inútil y pronto señalada de bárbara. Algo que no valía la pena conservar.
La polémica generada con las Corridas de Toros, siempre me coge pensando en liebres: Veo el aspecto cultural, y la tradición que hay detrás. El Toreo ha inspirado a  pintores como Goya, o Joaquín Sorolla, o fotógrafos como Ruven Afanador.  Podemos pasar del Llanto por la muerte de Ignacio Sanchez Mejía, a Muerte en la tarde. El Toreo ha inspirado a grandes artistas, con obras maestras que enriquecen nuestro acervo cultural. Detrás hay una industria, es verdad, un tipo especial de Toro de lidia, con cuatro años de vida tranquila, y media hora de duelo mortal.  Una corrida de toros puede ser una experiencia estética similar al erotismo, la afirmación de la vida ante la muerte, como decía Bataille.
Las discusiones son inútiles, ya que no van a convencer a nadie; quizá se prohíba la muerte del Toro (solución que entiendo, fue aplicada en Portugal) pero no quedaran satisfechos.  Hay quien vera lo cruel en el trato, y seguirá protestando.  Al final el toreo desaparecerá, cuando los elementos sociales  y  económicos que lo crearon desaparezcan; no es prohibiendo, al final. La cacería con galgos fue reemplazada con carreras con liebres electrónicas, salvando esa industria. La discusión en Bogota encierra muchos intereses económicos y el tema se politizo. Los Taurinos hicieron sus espectáculos en pueblos cercanos, sin ser molestados. Volvieron mas por demostrar su triunfo, que por razones culturales. Los defensores de los animales  se enredan en sus mismas historias,  exageran, y el resultado es que la fiesta brava gana adeptos, y retrasa su causa. 

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