RECORDANDO A RAMON NOVARRO


Durango es un estado del noroeste de México, que llaman popularmente "La tierra del cine". Se dice que John Wayne filmo muchas películas allí cuando trabaja para Republic films. Como sea, se han filmado mas de 150 películas hasta la fecha, si hemos de creer que las estadísticas que cada tanto salen en Google. Lo que si esta probado es que la primera película mexicana, se hizo allá, y como era de esperar,  (Lumiere dixit) se llamo Un tren a Durango. Eso fue en 1898, gracias a los técnicos de películas Edison. Y en 1899, al conocido dentista Mariano Gil Samaniego, le nació un hijo al que llamo José Ramón (O Juan Ramón, según otras fuentes) que se haría un nombre en el naciente arte.

Don Mariano era un hombre próspero, vinculado a prestantes familias y políticos del porfiriato; con el inicio de la revolución mexicana, sintió que los charros y adelitas de Pancho Villa o Emiliano Zapata eran un peligro para él y sus hijos, tomó sus cosas y decidió viajar a Los Ángeles. A sus 17 años, su hijo Ramón, era un verdadero Ganimedes que llamaba la atención de hombres y mujeres.

Pero si don Mariano busco la paz, no se llevo  el dinero. Ante la necesidad familiar, Ramón, un autentico "mojado" se vio en la necesidad de trabajar en lo que saliera: fue lavaplatos, mandadero, mesero, cantante, chico de servicios generales. Al ser un Ganimedes latino, se le abrieron las puertas del naciente cine de Hollywood en varias producciones como extra. Pero Ramón pronto descubrió que su belleza abría puertas, pero como el personaje griego, mas valía ser amante de hombres poderosos; nuestro héroe era homosexual, y su paso de cama en cama le permitió ascender en el mundo del cine.

Era el principio de los años 20, y Hollywood vivía fascinado con todo lo latino. Vicente Blasco Ibañez triunfaba con sus adaptaciones de Los 4 jinetes del apocalipsis, Sangre y arena o Entre naranjos (El torrente). Antonio Moreno, pero sobre todo la ascendente estrella de Rodolfo Valentino  reflejaban ese exotismo. En esos días, Alice Terry y su esposo, el director Rex Ingram vieron en Ramón la posibilidad de tener su propio latin lover. Su papel de Ruperto de Hentzau en El Prisionero de Zenda lo catapulto al primer plano de los galanes latinos, y llevo a Ingram a solicitar que se cambiara el apellido por uno más fácil de pronunciar que "saminiego". Perfecto, pensó Ramón; en el medio conservador donde vive, tener un “Cómico de la legua” en la familia, era una vergüenza. Adopto pues, con variaciones el nombre de Ramón Novarro, tomado el apellido modificado de su íntimo amigo Gabriel Navarro, si hemos de creer al nieto de este, el músico Dave Navarro de la banda Jane´s Addiction.

Siguieron otros papeles: Fue el protagonista de Scaramouche Andre Louis Moreau en las peripecias de ese joven abogado en la Francia de la revolución; fue Jamil Azam, protagonista de la cinta El Árabe, y alcanzo la cumbre con el papel de Judá Ben Hur, en la segunda versión de la novela clásica de Lewis Wallace. La tercera, y la mas conocida, fue la de Charlton Heston, en 1959. Quienes la han visto, consideran que la versión de 1926 es superior a la versión de 1959.



Como sea, la cinta, que costó seis millones de dólares en 1925,  recuperó  y mejor muchos de los puntos centrales de la primera, realizada en 1907 por el pionero del cine Sidney Olcott–: el accidente de las tejas durante el desfile del tribuno, la adopción de Ben Hur por Arrio el tribuno y la carrera de cuadrigas filmada en las playas de Nueva Jersey. Pronto Novarro fue comparado con el latin lover por antonomasia. Mas que los supuestos rivales de que hablaban el cotilleo de las revistas, la relación de ellos era de amistad, aunque la naturaleza de la amistad ha sido objeto de chismes interminables: Corrió el rumor que Ramón tenia un consolador de grafito art deco autografiado por Valentino, obsequio de este. Kenneth Anger hace eco de este chisme cuando señala en Hollywood Babilonia "que Novarro reverenciaba la memoria de Rudy, conservando un consolador firmado por Valentino"

La muerte de Valentino en 1926 dejo a Novarro en el cénit de los latin lovers, con un sueldo fabuloso. Se cuenta que en 1925, durante la filmación de Ben-Hur, le pagaron $10.000 dolares a la semana. 

Era toda la plata del mundo, pero se decía  que así como venía se iba, porque Novarro tenía dos vicios: la buena vida y los efebos. Ya era un reconocido homosexual en Hollywood, en tiempos en que el vicio nefando era peor que la lepra y reprimido en el cine por el código Hays. Quizás haya algo de exageración en todo esto; Ramón fue siempre muy celoso de su privacidad. Vicioso o no, lo cierto es que quizás por los años de privaciones vividas, hizo una serie de inversiones en finca raíz que le permitirían vivir con decoro en sus últimos años.
Los publicistas de la Metro Goldwyn Mayer (MGM) trataron de maquillar la doble vida de su estrella más taquillera, mediante un “lavender marriage” e incluso inventaron un romance entre él y Greta Garbo, su coestrella en Mata Hari (1931) pero Novarro se negó a casarse, por ser un devoto católico: estaba en pecado, y no quería añadir otro con un matrimonio de fantasía. 
Si bien mantenía una gran amistad con Valentino, lo cierto es que la muerte de éste fue un trampolín en la carrera de Novarro, que se convertía así en el principal actor latino de Hollywood. Desgraciadamente,  a 7 años de grandes cosechas, siguieron  largos años de sequía. La buena racha no duró mucho y en 1935 la Metro-Goldwyn-Mayer decidió no renovarle el contrato, ya que el año anterior el actor había sido acusado junto con James Cagney y Lupe Velez,  de  simpatías comunistas solo por el simple hecho de asistir, junto a otros actores, como  al estreno de la película de Sergei Eisenstein, ¡Viva México! A partir de entonces la carrera de Novarro cayó en picado, si bien siguió interpretando pequeños papeles en cine y televisión. 
Fue una caída brutal: Si hasta 1934 hacía dos o mas películas, Novarro vio cortada su racha. A partir de 1935 sus producciones cinematográficas se cuentan con los dedos. Una de la mas famosas de esos años fue la que hizo con su primo Julio Bracho en la cinta La virgen que forjó una patria, de 1942, donde interpretó al indio Juan Diego. Erró en el cine de clase B e hizo pequeños  papeles pobres en series de televisión como El Gran Chaparral y Bonanza. Pero cayo lentamente en el olvido.

De su antigua gloria no sentía orgullo. Se conocen varias declaraciones en ese sentido. Acabado, amargado, viviendo de sus recuerdos y las rentas de las prudentes inversiones inmobiliarias, y encadenado al alcohol, el actor continuó viviendo en Los Ángeles, acompañado únicamente por  unos pocos amigos y los recuerdos de lo que había sido. Por las noches, contrataba los servicios de una agencia de citas, que le enviaba a jóvenes con los que pasar un rato.

En la mañana del 31 de octubre de 1968, el secretario del actor llego a la mansión. Todo estaba desordenado, las habitaciones revueltas y en una de ellas yacía muerto Ramón Novarro. Su rostro había sido destrozado, había sido ultrajado y lo habían dejado asfixiarse en su propia sangre hasta morir. Un mensaje en el espejo del baño hizo las delicias de la prensa amarilla: "Las chicas son mejores que los maricas" se podía leer.

Los rumores corrieron, alimentados por el morbo. La sociedad supo que Novarro era homosexual, y las leyendas surgieron, como aquella que asegura que fue asfixiado con el consolador de Rodolfo Valentino. El publico devoro por varios días las historias, no ya de una estrella casi olvidada, sino el relato sangriento de un pervertido que había recibido su merecido. La violencia del crimen sería usada por Charles Bukowski para escribir el relato El asesinato de Ramón Vásquez, y se dice que inspiro la escena del asalto de La naranja mecánica, la pelicula de Stanley Kubrick.

Pronto se supo que dos hermanos, Tom y Paul Ferguson eran los responsables del crimen. El frenesí violento se debió al deseo de estos de encontrar los 5 mil dolares, que habían oído se encontraba en la casa. Como en el crimen de A sangre fría, no encontraron ese dinero, sino solo 50 dólares. Ambos fueron condenados a muerte, pero su sentencia fue cambiada por prisión perpetua al abolir California la pena de muerte. 

Van a ser 50 años de ese trágico crimen. Las imagen de Ramón, como la de Sharon Tate, victima del clan Manson, perviven en combinación: Se les ve, se les recuerda en su mejor época, junto con el murmullo que en voz baja señala:¿No fue él, quien tuvo tan trágica muerte?





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