LAS CASITAS DE PABLO Y GUSTAVO


El populismo a menudo se describe como un fenómeno de la izquierda, pero también hay un populismo derecha.  Aunque he leído que para algunos pensadores europeos, es al revés: El populismo es un fenómeno de derechas, que también se presenta en la izquierda. Sea como sea,  este caso de donde dije digo, digo diego, estas presentaciones del populismo tienen algunas cosas en común: Por ejemplo, el resentimiento, la apelación a las urgentes reivindicaciones sociales, el odio a los ricos y  personas prósperas, son emociones habituales en ambas formas de populismo, que, aunque desacreditables, se pueden volver en contra:  le ocurrió en su momento a Gustavo Petro con sus amenazas de expropiación y su vivienda en Chía,  y más recientemente, a Pablo Iglesias, líder del partido populista de izquierda español, Podemos (nombre claramente de inspiración obamiana).

La razón: Iglesias y su compañera Irene Montero (el portavoz parlamentario del partido) compraron una villa con piscina en un enclave próspero no muy lejos de Madrid. Pagaron más de $ 700,000 euros por ello. En otra circunstancia, esto hubiera sido objeto de aplauso: al fin y al cabo, adquirir una casa es uno de los hechos mas importantes de la vida: “Tener casa no es riqueza, pero no tenerla es mucha pobreza” me dijo un campesino de Bolívar. Por tanto, deberíamos felicitar a la pareja por haber logrado su casa. Pero no.



Los detractores de Iglesias, naturalmente, acusaron a la pareja de hipocresía. Ahí estaban, haciéndose pasar por campeones de los pobres y oprimidos, pero corriendo para unirse a los adinerados en conjuntos cerrados y muy exclusivos. Las cosas empeoraron para Iglesias por el hecho de que había atacado antes en un trino pasado al ministro de finanzas Luis De Guindos diciendo: ¿Entregarías la política económica del país a quien se gasta 600.000€ en un ático de lujo?".

Iglesias encontró a sus defensores, "No hay escándalo, ni vergüenza, ni abuso", dijo el escritor David Terres. "Es una compra de propiedad perfectamente legal con dinero ganado honestamente".

Esta habría sido una defensa perfectamente legítima de Iglesias y su compañera, si es que el movimiento no se hubiera presentado como un movimiento antisistema. Nadie discute el hecho que una persona puede ser adinerada y tener ideas políticas de izquierda que busquen reducir las desigualdades sociales. Lo que ocurrió es que Iglesias, es lo mismo que le ocurrió en su momento a Gustavo Petro y su supuesta vivienda en Chía de $ 1.700 millones de pesos; critican al sistema económico, sus desigualdades, sus injusticias, lo cual es válido en términos políticos, y a la vez buscan vivir como personas adineradas. Esto también es válido. El quid esta en que en su crítica, azuzan el odio a los ricos y prósperos, calificándolos de explotadores, sinvergüenzas, ventajosos, ladrones y corruptos, y amenazándolos con expropiar o castigar su riqueza, sin diferenciar si es bien habida o no. Al final, el discurso creado por ellos, les estalló en la cara. Parece que todo resentimiento es bueno para azuzar a las masas, pero pésimo para gobernar. 



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