SANTA MARTA CULTURAL A VUELO DE PÁJARO
“Somos como meteoros
Náufragos de otros cielos
No más…”
Gregorio Castañeda Aragón
En sus Crónicas casi históricas Ramón Illán Bacca tiene un texto titulado Los Búcaros de Santa Marta donde escribe:
“Hablar de Santa Marta, para un samario es una confidencia, porque a pesar de las miles de postales con que se promueve el turismo, esta ciudad sólo le entrega los hilos de su vida interiora quien vaya con tiempo y cariño.” (1)
Y ahora que llegan los 500 años de nuevo esa postal se sigue vendiendo, con una mezcla de new age alternativo y reivindicativo. Admirar la naturaleza, pero sin sus incomodidades, digo yo. Pero 500 años es mucho tiempo y una ciudad que como describe Enrique Patiño hijo de esa tierra, dijo, era El paraíso que soño Bastidas tiene su(s) historia(s). Con lo bueno y lo malo, la cruz y la espada. Volviendo a Kike, como samario al final nos hace una confidencia. Santa Marta, parece decirnos, la hemos visto con tiempo y con cariño sino a ratos, y como mercancía para nuestros discursos.
Acercarse a Santa Marta es descubrir que mas allá de las postales turísticas y las cancioncitas y bailes dizque reivindicatorios, la vida interior de Santa Marta es rica y bulle; una ciudad que entre el orden y la lucha, donde nacieron personajes como Jaime Bateman, Alfonso Jacquin, o José María Campo Serrano que se movieron entre esos dos lados; en el siglo XIX fue el último lugar donde el virreinato tuvo control, y fue lo que llamaríamos, realista contumaz por eso esa visión tan española de su historia que surge a ratos y da lugar a frecuentes discusiones como si fuera mercancía para vender. Ese pecado como recuerda Ramón Bacca fue borrado por ser el sitio donde murió El Libertador (segunda mercancía). El siglo XIX fue un tiempo de olvido, desplazado del poder, y condenada a la periferia. El geógrafo Eliseo Reclus la llamó “epítome y concreción de la desolación humana” (2). Pero algo de riqueza cultural había; hace un tiempo Darío Achury Valenzuela recordó que el joven francés de origen samario Hernando de Bengoechea fue -con mucho de manga ancha- poeta y amigo de Proust. En esos años, 1851, nació el músico Honorio Alarcón, una de nuestras primeras figuras internacionales, con estudios en París, fundador del Conservatorio de música de la Universidad Nacional. Nada en la ciudad lo recuerda, pero fue vocero de una gran tradición pianística que continua hasta nuestros días: Santa Marta a principios de Siglo XX era una ciudad donde abundaban los pianos, y era posible ver al Señor Linero, sordo como una tapia, ser el afinador de pianos más cotizado. A Honorio poco lo mencionan, como creo que ocurre hoy con Karol Bérmudez y Andrés Linero Branly, pianistas samarios de gran talento. Mucho menos del primer maestro de ellos, el extravagante y talentoso Darío Hernández Díaz Granados, “un pianista excepcional con presentaciones en el exterior, entre ellas la más notable: su actuación ante la Reina Astrid de Bélgica, el 3 de abril de 1934, en la que interpretó composiciones de su maestro J. Jensen” (3) quien nunca quiso salir de Santa Marta, ni interpretar el piano a sus coterráneos, ofendido por la falta de sensibilidad de ellos. Ramón lo representó parcialmente en la figura del pianista Memo Clavel en su novela Deborah Kruel. Tan culta era Santa Marta que su canción mas conocida no es la del tranvía sino El helado de leche una especie de vals criollo surgido a mediados del siglo XIX, que se popularizo alrededor de 1928 que los samarios recuerdan hoy con cariño. En cuanto a la música popular, me extendería mucho más, pero si quiero traer un nombre: Julio Bovea, el de Bovea y sus vallenatos era samario de nacimiento.
Obviamente, cuando llegamos a la literatura, también hay figuras muy destacadas: El llamado poeta del mar, Gregorio Castañeda Aragón aunque se asocia a Ciénaga, nació en Santa Marta, y fue uno de los poetas mas reconocidos de su tiempo, mal llamado el poeta del mar; su obra es mucho mas rica que esa concesión al hispanismo en boga de su tiempo. Merece siempre una relectura. Como también merece una relectura el maestro Álvaro Miranda (1945-2020). Miranda, un extraordinario poeta autor de una novela notable sobre la época de la independencia titulada La risa del cuervo, que con elementos surrealistas muestra la farsa y violencia gratuita que tiene la historia sea cual fuere, y que a veces se exalta. También fue un poeta notable y un maestro muy querido por sus discípulos:
Ahora llenas de escamas mi conducta
y yo me sumerjo en la desesperación,
en la espera de un ataúd que sepa amortajar
mis sueños, en la espera de nada, en el
recuerdo de mis más olvidados pensamientos.
Hablando de exaltaciones es necesario traer la figura de Marzia de Lusignan seudónimo de la escritora samaria Juanita Sánchez Lafaurie (1903-1981) (4) una de las mas fascinantes de su tiempo: Independiente, mujer libre, madre soltera, fue de las primeras mujeres periodistas, de las primeras trabajo en un ministerio, y una autora en su momento muy reconocida. Murió en una pobreza de espanto a principios de los 80, hoy muy olvidada; quizás su obra no tiene tanto mérito, pero es necesario reconocer que fue una pionera de las luchas feministas en Colombia.
Podría seguir y me extendería, pero solo quiero mencionar a otros grandes nombres de la literatura nacidos en Santa Marta: El novelista y cronista Cristian Valencia, el maestro José Luis Diazgranados y el poeta Fernando Linero Montes que además es músico de valía; también entre las nuevas voces Annabell Manjarres Freyle. En fin, hay mucha tela por cortar, y mucho para contar. No puedo dejar de lado al exsacerdote Alberto Linero con sus reflexiones New age y al periodista Erick C. Duncan quienes llevan esa voz de la cultura de Santa Marta por el mundo.
En pintura, uno de los grandes nombres que ha nacido en Santa Marta, es Hernando “Momo” Del Villar Sierra, que formo parte del grupo de Los Tirapiedras de los años 70 (Momo, Ana Mercedes Hoyos y Manolo Vellojín) artistas que en los años setenta se reunían y tendían a una geometrización radical. Momo desafortunadamente murió muy joven dejando una obra donde se puede ver la Costa Atlántica en medio la simpleza geométrica del trazo.
Quizás me falto mucho, pero Santa Marta, si bien es una perla que broto en la arena, es mucho mas que eso, una ciudad que como recuerda su himno “guarda en búcaros de oro los destellos de Sol inmortal” (5). Valga este texto para tenerlo presente.
(1) Bacca, Ramón, Crónicas Casi históricas, Los Búcaros de Santa Marta, Ediciones
Uninorte, 1990
(2) Bacca Ramón, Op cit
(4) No hay claridad en la fecha de nacimiento de Marzia; algunas
investigaciones señalan que nació en 1902, 1903 o 1910, siendo 1902 o 1903 la
fecha mas probable.
(5) Bacca, Ramón, Op cit
Fotos tomadas de internet, créditos a quien corresponda.
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