EL HOMBRE DE LA LIMPIEZA: EL CASO BENALLA
Una oferta que me parece extraña
de un político es aquella donde ofrece que su gobierno será un gobierno,
limpio, abierto y sin mácula. Imagino que se refiere al deseo de hacer una
administración honesta, atenta a las demandas ciudadanas y sin escándalos que
la avergüencen. Hasta ahí, parece sensato, pero en ocasiones la política es una
alcantarilla y un recoger de basuras donde la idea de limpieza, se va
-literalmente- a la basura. Al final, es casi un constructor que ofrece
construir alcantarillas abiertas, limpias y con buen olor. Es probable que al
final termine lamentando su oferta.
Estos ofrecimientos son propios
de outsiders políticos con ideas de cambio. Alberto Fujimori reconoció que
creía que había sido elegido porque no sabia nada al respecto. Se refería a la
política, claro. Puede que haya sido así, por eso termino en la cárcel. El
presidente francés, Emmanuel Macron, logro el poder por ser diferente a los
políticos franceses, manchados por escándalos de corrupción de todo tipo. Era
joven, buen mozo, dinámico, y prometió limpiar la política francesa. Para su
desgracia, pronto le apareció la alcantarilla maloliente que hoy busca
perfumar.
La alcantarilla de Macron parece
haber salido de la nada, y lo hizo en un hombre de 26 años llamado Alexandre
Benalla. Un guardaespaldas de Macron durante la campaña electoral, Benalla se
convirtió en un miembro de su círculo íntimo cuando Macron fue elegido
presidente. Sus responsabilidades eran vagas y su repentina prominencia no agrado
a la burocracia. Ninguna información sobre sus calificaciones o logros puede
explicar su rápido ascenso.
Estos chismes de pasillo político
perseguían a Benalla que se había vuelto figura clave en la seguridad del
presidente. Hasta que el día de las manifestaciones del primero de mayo,
Benalla fue filmado con un casco de policía y brazalete, golpeando con
entusiasmo a dos manifestantes. La
explicación de su conducta no esta clara (Macron no estaba presente en la
manifestación) ni son conocidas. Esta
conducta se conoció el 18 de Julio de 2018 cuando el diario Le Monde la hizo
público el caso con el video. Al día siguiente la fiscalía de Paris acuso a
Benalla de usurpación de funciones y violencia. Está acusado de asalto y
hacerse pasar por un policía. Los guardaespaldas no son elegidos por su
gentileza, pero se presume que un oficial de la seguridad presidencial no debe
comportarse como un gorila de discoteca, o hacer control de disturbios de forma
independiente, al parecer sólo por diversión. Mucho menos aun si esta
disfrazado de policía, y con el presidente ausente, o al menos fuera de las
tareas oficiales: Benalla estaba de permiso ese día.
El público conoció la conducta de
Benalla cuando se publicó el video en línea. Fue solo entonces que fue suspendido
y arrestado. Se dijo por parte de la
administración, que su conducta fue conocida desde el dos de mayo, y relevado
de sus tareas en la seguridad de la pareja presidencial. Sin embargo, unas
fotos reveladas mostraron a Benalla a cargo de la seguridad presidencial el 13
y 14 de Julio. Durante la semana siguiente, Macron no dijo nada, y cuando habló
con los medios de comunicación, intentó reemplazar al poder judicial. El
constructor perfumando la alcantarilla. Sus explicaciones fueron confusas, y
desato una intensa polémica sobre el modo de funcionar de su gobierno. Sus declaraciones indignaron a la opinión pública:
Declaro sentirse traicionado, pero indico que “se ha hecho una tormenta en un vaso de agua”, sostuvo ante la
prensa, y acusó a los medios de comunicación de haber “dicho muchas tonterías”.
Asimismo, el mandatario señaló que el escándalo no detendría la dinámica de transformación del país, y abogó por concentrar la atención en las reformas gubernamentales. El llamado de Macron a dejar de lado el tema no tuvo el efecto deseado, y los partidos de oposición no lucían dispuestos a olvidar el caso.
Así quedó demostrado cuando en la
Asamblea Nacional ocurrió un hecho inédito: la presentación de dos mociones de
censura por parte de diversos grupos, ocasión en la cual se denunció el “autoritarismo”
del jefe de Estado. La moción no prospero, por la cómoda mayoría del gobierno,
pero el asunto paralizo a la Asamblea Nacional durante una semana, y todos los
demás asuntos fueron olvidados.
Un observador tiene la tentación
de preguntar por qué el asunto ha salido a la luz ahora, tanto tiempo después
del evento inicial. ¿Alguien retuvo el video, esperando un momento auspicioso
para darlo a conocer, para hacer el mayor daño posible al presidente? ¿Era este
el momento de traer de vuelta a Macron a la tierra, con un presidente criticado
por sus formas monárquicas, y disfrutando de la gloria de los Bleus en la Copa
del Mundo? El asunto seguramente se apagará en otros más inmediatos, pero puede
ser un clavo en el ataúd de la popularidad de Macron, enredado en explicaciones
contradictorias, y echando galones de perfume en la alcantarilla maloliente.
Una cosa parece cierta: el que
vive de la limpieza muere por la suciedad. El político, al menos.
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