SABERES Y SOSPECHAS: A PROPÓSITO DE MATARIFE
Cuando estaba en cuarto de
primaria, me invitaron al cumpleaños de un compañero, en un club en las afueras
de la ciudad. Vivíamos en el barrio Prado, en los tiempos de lo que se conoció como
la bonanza marimbera, y la vieja clase dirigente estaba siendo desplazada por
una nueva emergente. Eso, sin embargo, no importaba a mi madre quien me
preguntó quién era el niño y quién era el padre. El nombre no le resulto
conocido, por lo que preguntó a que se dedicaba el papa:
-Mama el señor es contrabandista
-respondí.
Mi madre, no me dijo nada y me
dejó ir.
Poco tiempo después, recuerdo que
llegó el hermano de Ligia, la señora que nos acompaño toda la vida en la casa.
Este hermano vivía en la Guajira, y llegó con un aire de Papa Noel a la vieja
casa del Prado, a conversar con su hermana. Mí madre le pregunto como le iba en
sus cosas:
-Bueno, me ha ido bien, hay plata,
pero comienza a ponerse pesado.
-Es un negocio riesgoso -dijo mi
madre.
-Si, pero me va bien -respondió
José, que así se llamaba el señor
Poco después, el señor se despidió
y me quiso regalar un billete de alta denominación, pero sé lo rechace. Supongo
que fue un acto clasista: En mi cabeza pensaba que, si Ligia trabajaba para
nosotros, el seguramente estaba a su mismo nivel, y era incorrecto de mi parte,
recibirle algo de una persona más necesitada que yo.
Así pasaron los años, y conocí muchas
historias similares: La señora exitosa, esposa de un contrabandista, metida en actividades que no se hablaban en voz alta, que compró el Hotel del Prado, y lo reformó con mucho gusto: los compañeros de universidad
que de pronto se enriquecían en sus negocios, y de pronto desaparecían, y solo después
nos enterábamos de la verdad. O que decir de la diseñadora de interiores que
asesoraba a unos guajiros con plata, a comprar muebles finísimos, en el lugar
donde trabajaba mi madre. Podría seguir, pero creo que repetiría y concluiría lo
mismo con una frase que hemos oído muchas veces: “Yo solo se que era un señor que,
hacia negocios, y le iba bien”. Sabían que, hacia negocios, y sospechaban que
eso era ilegal, pero no podían probarlo.
Presentación de la serie
Toda esta larga presentación me
la recordó el ruido causado por la nueva serie web Matarife, que aspira
a ser una demostración del prontuario judicial del mendaz Álvaro Uribe Velez. Su
creador e investigador, Daniel Mendoza Leal, quiere mostrar los vínculos de Uribe
con buena parte de los mas turbios hechos ocurridos en Colombia desde los vínculos
de Uribe con Pablo Escobar, pasando por el narcotráfico, el paramilitarismo, los escándalos y crímenes ocurridos
en su gobierno, y su cuestionado liderazgo.
Figura más polémica que Álvaro
Uribe en este siglo, tal vez no existe. Polémico, y poderoso: De las ultimas 5
elecciones, eligió presidente en 4, y en la otra estuvo a punto. Sus actos son apoyados
por sus seguidores, y criticados ferozmente por sus opositores. Su vida, como
él mismo ha dicho, ha sido escarbada y mirada en multitud y no le han probado
nada. Muchas de las acciones de su gobierno han tenido trágicas consecuencias,
buena parte de su gobierno termino en la cárcel, y muchas de sus conductas se
acercan mucho a ser claramente delictivas. De las cuales, por cierto, no ha
asumido la responsabilidad política; para él todo ha sido más a sus espaldas,
acciones individuales de avivatos que traicionaron la confianza dada. Rencoroso, buscapleitos, carente de humor, mesiánico
y muy pagado de sí mismo, es un personaje perfecto para ser objeto de polémica.
De allí que Mendoza Leal tenga material de sobra para cuestionar al personaje.
El punto es que gran parte de lo que se dice, ya lo sabemos. Se basa ante todo en
sospechas.
Una cosa es saber, y otra es
sospechar. Saber implica conocer de manera profunda algo, mientras que
sospechar es suponer una cosa, casi siempre negativa, basado en creencias,
indicios o señales. Algunas por cierto, graves:
Si el Papa de Uribe era amigo de
los hermanos Ochoa. ¿Qué supone uno?
Si Uribe lo apoyaron los
paramilitares ¿Qué supone uno?
Si durante su gobierno, ocurrieron
los falsos positivos ¿Qué supone uno?
Si muchos miembros de su gobierno
terminaron en la cárcel por narcotráfico o corrupción, ¿Qué supone uno?
Las investigaciones de Mendoza Leal
parten de eso. Mendoza supone que en todas esas situaciones se encuentra la
figura de Álvaro Uribe Velez, como una especie de genio del mal, causante de
muchas de las graves cosas que han ocurrido en este país en los ultimos 40 años. Esta en su derecho de
creerlo. Hay quienes han cuestionado su investigación, como un refrito de acusaciones anteriores. Juicio que se basa en los antecedentes del personaje como investigador nada imparcial, y en ocasiones bastante superficial, como bien lo señaló Mario Jursich.
Pero el punto, sigue siendo el
mismo. Son sospechas y no certezas. Mis padres, por ejemplo, tenían sospechas,
y podían intuir que muy probablemente la clase de actividad, legal o ilegal, a la que se dedicaba el Sr
José, el papá de mi compañero, o los jóvenes que de pronto se enriquecían: “De
eso tan bueno no dan tanto”, decían las abuelas, sabias como pocas. Ellos concedían
el beneficio de la duda. En ese beneficio, muy probablemente fueron muy laxos y
se aprovecharon, unos más que otros: En Medellín el dinero del narcotráfico
ingresó a la economía legal, y fue fuente de progreso; pasó parecido en Cali y Bogotá;
en la Costa dio para historias folclóricas,
canciones vallenatas y episodios dignos de Macondo, por razones que no vienen al
caso.
Hay una diferencia entre el pasado
y hoy. Antes la gente sabía y sospechaba, y de alguna manera dividía, y elaboraba un juicio
moral según el caso. Hoy saber y sospechar es, en particular, en las redes
sociales, lo mismo. Si usted sospecha, ya sabe, y como el verso bíblico, el
acusado ha sido “pesado, medido y hallado falto”. Eso es lo que hace Mendoza
Leal. No dice nada que a lo mejor no conozcamos. Ocurrieron cosas horribles alrededor
de Álvaro Uribe Velez, nos dice. Pero nada más. La opinión de la gente sobre Álvaro Uribe, buena o mala, no va a cambiar por un documental, a menos que presente pruebas concluyentes, que no parece ser el caso. Pero no sabremos
con certeza si en verdad estuvo su mano en muchas de las cosas terribles que se
dicen de él.
El punto es que unir saber y sospechar es prestarse a cometer injusticias: Pareciera que queremos castigar a un inocente, ya que todos somos culpables de una forma u otra. Aquí, en particular, no me refiero a Álvaro Uribe. Nuestros padres preferian no saber, y carente de esa certeza, seguramente fueron laxos. Pero aplicaban un concepto de ley, quizás de forma equivocada en multitud de ocasiones: Es mejor dejar ir a un culpable que condenar a un inocente. Y toca repetirlo: No me refiero a Alvaro Uribe.
Imagen tomada de www.pacifista.tv
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