RESERVAME EL VALS
Montgomery, Alabama, Julio
de 1918. En el Club Campestre de la
ciudad, hay una fiesta para los jóvenes de sociedad. En la fiesta destaca por
su habilidad para el baile, conversación, belleza y energía sin fin, Zelda, la
hija del Juez Sayres, Magistrado de la Suprema Corte de Alabama. Le dicen la
Chica dorada. A esa fiesta asiste un grupo de jóvenes oficiales que se entrenan
en el cercano Campo Sheridan para formar
parte de la Expedición Americana para la Gran Guerra en Europa. Uno de ellos es
un joven de 22 años que ha dejado Princeton para enlistarse. Se dice que
escribe bien. Oriundo de Saint Paul, Minnesota, de una familia orgullosa de sus
orígenes: Le dice a la chica que está emparentado con el autor de la letra del
Himno de los EEUU, F.S. Key. Eso no
impresiona a la Chica, quien solo reserva unas pocas frases amables al joven,
quien ignorado, se refugia en su vicio favorito desde los 15 años, la bebida.
Terminada la Guerra, el
joven es liberado de sus obligaciones militares, y regresa a la casa de sus
padres. Pero no ha olvidado a la Chica dorada, y le escribe cartas, expresando
su admiración, su deseo de ser escritor y un deseo recurrente, de tener una
vida con ella. Ella es amable, le hace
confidencias, y le dice que solo se casara con un hombre que sea escritor y de éxito.
El, joven, ya en Nueva York, donde ha ido a probar suerte, decide abandonar la
publicidad, y en poco más de un mes, escribe una novela, que consigue publicar.
Se llama Este lado del Paraíso, que narra sus años en Princeton.
La obra es un éxito
instantáneo de ventas y críticas: Para una generación de padres, es una
revelación: “Descubre la gran frecuencia con la que sus virginales hijas son besadas o tienen
sexo” Convierte a su escritor, Scott
Fitzgerald, en una celebridad. Pero el éxito de ventas, sobre todo le permite
ofrecer una vida a Zelda, con la que se casa meses después de publicada la
novela.
Zelda y Scott Fitzgerald (1)
Lo que sigue son los años
dorados del matrimonio: Viajes a Europa,
donde conocen a una comunidad de expatriados americanos que bajo la
tutela de Gertrude Stein, se dedican al arte: Uno de ellos es Ernest Hemingway,
pero están también Ezra Pound, EE Cummings o John Steinbeck. Un grupo que se
dedica a las fiestas y al alcohol, lo que le hace afirmar a Miss Stein: “Son
una generación perdida” que no llegara a nada. En el caso de Scott (O de
todos), se equivoca: Son años frenéticos, donde publica dos novelas mas: Hermosos y
Malditos (1922), y El Gran Gatsby
(1925), junto con una serie de volúmenes de narraciones: Cuentos de la era del
Jazz (1922) (Donde hay un relato titulado: El curioso caso de Benjamin Button). Escribe, escribe. Al final le pagan mucho más por los cuentos que por sus novelas: Flapper y filósofos (1920) Todos los hombres tristes (1926), dan prueba de su talento y cimientan
su fama. Son años en que Zelda y el
tienen una hija, interminables fiestas, peleas
con escenas de celos terribles: Zelda sospecha de la amistad con
Hemingway e insinúa que son amantes, que Scott no posee atributos físicos para
dar placer a una mujer, situaciones que comienzan a socavar el matrimonio. Zelda, aburrida
y asfixiada por ser la esposa de un escritor de éxito, parece que le es recurrentemente
infiel a Scott, lo que originan nuevas fricciones en el matrimonio. A esas peleas siguen las reconciliaciones, la
natación, el ballet, una excursión a África,
el lujo de Capri, nuevas fiestas, viajes a la Costa Azul, echadas de los
hoteles por escándalos, mas infidelidades, mas bailes de sociedad, amorosas
reconciliaciones, de nuevo las peleas, en un sube y baja interminable. El parece feliz con la vida que tiene, de la esposa que lo acompaña, del
éxito de sus libros, el dinero que entra -y sale- a raudales, y ver como las situaciones “parecen resolverse por sí solas” Ella, se siente asfixiada en medio del éxito
de su marido: pinta, escribe, estudia
ballet, donde llega a ser bastante buena,
pero no llega a ninguna parte; y
en su personalidad empieza a aparecer señales de una forma de enfermedad
mental. A él, la vida de excesos con el
alcohol comienza a pasarle factura, junto con una tuberculosis mal cuidada.
La depresión de 1929
significa el fin de una época, y para ellos, el comienzo definitivo de la
caída: En Abril de 1930, Zelda se interna en un sanatorio en Francia donde le
diagnostican una forma de esquizofrenia; De allí en adelante su vida será un
salir y entrar de diferentes sanatorios.
A él, la salud se le resiente, junto con las facturas por pagar que comienzan a
acumularse: La educación de la hija, los sanatorios para ella, las clínicas para
tratar la tuberculosis. Escribe una
novela titulada Suave es la noche (1934), mal recibida por la crítica que ve al autor
como un talento acabado. Los amigos ven una velada transposición de la tormentosa relación de Scott y Zelda, en los
personajes de Dick Diver y Nicole. Scott
escribe frenéticamente relatos para conseguir dinero, y finalmente acepta un
trabajo como guionista en Hollywood, buscando seguridad.
Ella entra y sale de
Sanatorios. Vuelve con Scott, y lo abandona por largas temporadas. Los médicos
le recomienda que escriba y en 1932,
escribe un texto titulado Save Me waltz (1932) que da una versión de su
historia con Scott. Scott se enfurece, la obra es mal recibida, y Zelda encausa sus energías hacia
la pintura, donde adquiere una gran destreza: Pinta con un frenesí único, y sus
obras se acumulan en las diferentes instituciones mentales donde vive.
Pintura de Zelda Fitzgerald (2)
Para Scott, la vida en
Hollywood es degradante y no el medio que esperaba para volver a su fama ya
deteriorada. “Se equivocó como en tantas
otras cosas, pero al menos recibió dinero.” En esos años trabaja de 9 a 5,
en un ejemplo acabado de la prostitución del talento: Colabora en varios guiones, como el de María
Antonieta (1938) de WS Van Dyke, o la
adaptación de Tres Camaradas (1938) basada en una novela de Erich María
Remarque, esta última digna de figurar en las antologías; el resto de su
trabajo desaparece revisado y mutilado por guionistas fieles a la forma de
trabajar del todopoderoso vicepresidente de producción de la MGM Irving
Thalberg: “Las películas no se hacen, se rehacen”.
Desesperado por recuperar
su fama, acomete dos trabajos: Una serie de mediocres relatos sobre su vida de
un guionista frustrado en Hollywood, titulada Las Historias de Patt Hobby (1940), irónica descripción de una derrota. El otro trabajo una ambiciosa novela inspirada
en Thalberg, que en la ficción se llamó Monroe Stahr. Son años también, donde el frenético Fitzgerald
se enamora de la joven columnista de chismes Sheila Graham, y con quien
mantendrá una relación es de alguna forma el mito de Pigmalión modernizado. Graham dejaría un testimonio de esos años en
una obra titulada Beloved Infidel, que en 1959 fue llevada al cine con Gregory
Peck y Deborah Kerr: Fue la primera vez que Scott Fitzgerald fue un personaje
de película.
El 20 de Diciembre de 1940
Scott Fitzgerald tenía una cita con el médico, pero le pidió a Sheila Graham
que la cancelara. Se quedó en su casa, estaba escribiendo frenéticamente su
novela sobre Thalberg, que ya tenía
título. Permaneció en casa de Sheila, y el 21 de Diciembre a las 5 y 15 de la
tarde, mientras leía las notas de futbol americano de la revista de antiguos
alumnos de Princeton, se levantó de la silla, trastabilló y se desplomó en el
suelo, muerto.
Lo velaron de forma
oscura: “Parecía un maniquí de escaparate
en Technicolor”. Su amiga la escritora Dorothy Parker, se acercó al cuerpo
y le susurro: “Pequeño hijo de puta”.
El cuerpo fue enviado a Baltimore, con sus familiares. Zelda no fue al funeral,
“no mando ni un mensaje ni una flor” estaba encerrada en un
manicomio. Sheila Graham tampoco: Scoottie, la hija del escritor, le hizo saber
que no sería bien recibida.
Al momento de morir tenía
700 dólares. En el velorio y el traslado se gastaron 613. Su testamento
comenzaba con una frase digna de novela: “En
primer lugar una parte de mis bienes será destinada para unos funerales en consonancia
con mi rango”
Tumba de Zelda y Scott Fitzgerald (3)
Zelda recibió los pocos
bienes, y las notas de la última novela inacabada. Necesitada de dinero, le
pidió a Edmund Wilson que las organizara y publicara. Así se hizo, y surgió El último
magnate. Ella siguió internada en el sanatorio, hasta que en 1948, un incendio
accidental cobro la vida de Zelda Fitzgerald. Hoy descansan juntos, en un
Cementerio en Rockville, Maryland. Una mujer que 30 años atrás, estando en una
fiesta, se le acercó un joven teniente de permiso, que le dijo: Resérvame un
Vals, y la hizo parte de una historia única. El epitafio es elocuente:
"So we beat on, boats against the current, borne back ceaselessly into the past."
Imágenes tomadas del internet
(1) www.mujeresenlahistoria.com
(2) www.culturacolectiva.com
(3) www.wikipedia.org
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