EL REINO DE LOS TIBIOS


En las elecciones españoles el pasado domingo ingreso al parlamento español el partido VOX. Según la gran prensa, un partido españolista, antinacionalista, racista, homofóbico, de posiciones machistas, que sugiere construir muros para frenar la inmigración ilegal. 24 diputados fueron electos, y las noticias fueron de alivio frente al hecho que al parecer no son un elemento decisorio en la conformación del nuevo gobierno español. Sin embargo, una noticia me llamó la atención: en Cataluña, VOX obtuvo un diputado, igualando en escaños al PP. Eso no tendría nada de particular, si no fuera por el hecho que el diputado electo, Ignacio Garriga Vaz de Concicao es de origen guineano, habla con su familia habitualmente en catalán, y muestra tolerancia frente a los derechos de las mujeres y la población LGBT. Es decir, que podríamos inferir que Garriga tiene posturas contrarias a su partido, si hemos de creer a la gran prensa liberal.

Es una situación habitual en la prensa, hablada o escrita. Las generalizaciones y titulares ocultan los matices de las situaciones, y caen en el lugar de la definición “común” (casi siempre, el titular más escandaloso), sin mostrar los matices de gris que existen en el debate político. El  inconveniente de las generalizaciones no es que no sean ciertas (eso esta por verse) sino que son inexactas, y al final, nos ahorra el pensar, lo cual es un error. La irracionalidad es cada vez mas frecuente en la discusión política, como estamos viendo: las mentiras, las medias verdades, venden mas que una discusión estructurada.


En estas tierras el debate político es aún más pobre.  Por desgracia, la identificación con el hombre providencial aún existe en nuestra América. Aunque en Latinoamérica los caudillos militares tipo Juan Domingo Perón o Juan Velasco Alvarado han desaparecido, han sido reemplazados por líderes civiles autoritarios mas o menos demócratas, que han copado el debate político. Existen los “-istas” personalizados: uribistas, petristas, correístas, chavistas, orteguistas, somocistas, peronistas, velasquistas, fujimoristas, etc. Obviamente, quienes se oponen, son los “Anti-“. Antiuribista, antiperonista, antichavista. El debate queda pues reducido a una discusión “Quien no esta conmigo, esta contra mí”, lo cual es a todas luces una muestra de la pobreza del debate ideológico. Al final, lo que debería importar son las ideas que se exponen, más que el mensajero.

Lo anterior es una situación que estamos viendo en Colombia. El excandidato Sergio Fajardo ha sido acusado en más de una ocasión de “tibio” o “indeciso”, “uribista de closet” por mostrar una postura que rechaza las etiquetas “-istas”. Es habitual que se le hagan chistes, bromas pesadas, memes criticando una aparente falta de decisión política, por no alinearse con alguno de los dos bandos, o por mostrar posturas en favor o en contra de uno de los lados. A favor de la JEP, en contra de Petro. A favor de algunas políticas de Duque, en contra de Uribe.  La acusación mas grave viene de la izquierda:  Se le ha señalado de ser el responsable de que Iván Duque haya ganado la presidencia, y al final, ser un caballo de Troya del uribismo.

No es el caso discutir aquí  las afirmaciones o las posturas de Fajardo, o sus contradictores son las correctas. Los tibios tienen mala fama: el evangelio los vomita, y mas de una vez se ha confundido indiferencia o ignorancia con tibieza. El asunto es que son necesarios. La Unión Europea al final, es una asociación de tibios.

A mí, por principio, no me gustan los caudillos. Así como tampoco me gustan las ideas de sus opositores identificando la valoración de una idea al mensajero. Hay quien tiene alma de cruzado y su opositor de inquisidor. Todos los personalismos son malos, y lo que es peor, es una muestra del atraso fundamental del dialogo político y democrático regional tan necesario para buscar acuerdos sobre temas sobre los que hay al menos un principio de acuerdo: Un estado fuerte, una economía estable, una sociedad mas igualitaria, el monopolio de la autoridad en manos del estado. Los tibios, aquellos que rechazan las etiquetas, son fundamentales para lograr esos acuerdos. De ellos, parafraseando al profeta, es el reino, entendido como un lugar mejor. El reino de los acuerdos y las ideas. No deberíamos ser tan despectivos. Reivindico pues, mi derecho a ser tibio.

Imagen tomada de www.eltiempo.com 

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