LA HISTORIA COMO HERRAMIENTA DEL RESENTIMIENTO
Ya
lo he dicho en el pasado, que el resentimiento se ha vuelto la emoción política
mas fuerte e importante en estos tiempos que corren. Si el resentimiento es útil
para excusarnos, para la ideología y los ideologizados, es perfecta: Puede persuadirlos
de que nada de lo que ocurre en el mundo de importancia es culpa suya, incluso
si ha participado en ello, como no ha hecho nada para mejorarlo. Al final, es cuestión
de convicción: El mundo esta mal, porque
es injusto con nosotros, que no nos ha dado la oportunidad de gobernar. Casos
se han dado: El discurso de la izquierda latinoamericana, ha explotado el
resentimiento por los males e injusticias de nuestra sociedad; por el otro
lado, la derecha alternativa en Europa o Trump en USA, han explotado el
resentimiento “por lo mal que están las
cosas” (¿?) para justificar muchas de sus políticas.
Eso
no es una forma constructiva de acercarse al mundo, porque lo único que trae el
resentimiento es la venganza o la crueldad. Esto no significa que el resentimiento
sea justificado o al menos entendible: La opresión, el daño y el insulto son
parte de la existencia humana, y nadie, al final, esta exento de sentirlo.
Ahora,
en los últimos tiempos, con los estudios sociales, postcoloniales, feministas,
de género, la nueva historia, el deconstructivismo francés, generaron, como señalo
Harold Bloom con lucidez en los años 80 del siglo pasado, una “Escuela del resentimiento”. Sostiene Bloom
que estas perspectivas son sesgadas y nos impiden apreciar las enseñanzas
profundamente humanas y lo intrínsecamente valioso de los grandes escritores. Estos
estudios deformarían según él la historia de la literatura y sería en gran medida
responsable del creciente desprecio hacia las humanidades en la cultura
contemporánea.
Cuestionable
o no (De hecho, en mi opinión lo es, porque en el fondo, hay mucho de resentimiento
en las críticas de Bloom) estas escuelas parecen haber tomado las ciencias sociales,
y generado un debate interminable. De la que nos interesa hablar en este texto
es la Historia, y su uso como herramienta política: Los ideólogos y avivatos
del resentimiento han distorsionado la historia mediante una simplificación amoldada
a sus intereses. Para poner ejemplos recientes: El peronismo en Argentina ha borrado
los orígenes fascistas del movimiento y recalcado el culto a los pobres y los
descamisados, como en Venezuela, Chávez ha llamado a Bolívar socialista y
defensor de los oprimidos, un libertador traicionado por unas élites corruptas, borrando lo
que le conviene. En Europa, los yihadistas tienen una visión deformada de su historia: Son victimas de un
legado postcolonial que los condeno a una existencia miserable. Al final son los aristócratas
del sufrimiento, resultado de siglos de crueldad contra sus antepasados.
Así como
hablamos de yihadistas, podemos cambiarlo por minorías. Los negros dirán que la
razón de su atraso son resultado de siglos de esclavitud, el discurso feminista es resultado de una opresión de milenios de una sociedad patriarcal, los indígenas
americanos le echaran la culpa de sus males a la conquista europea, etc, etc. Explicaciones que justifican
conductas y comportamientos, en ocasiones absurdos. El inconveniente básico es
que existe un legado de sufrimiento común a toda la humanidad. Campesinos, mineros,
judíos; prácticamente todos podemos encontrar razones y circunstancias externas
que causaron el sufrimiento de nuestros antepasados. Incluso el resentimiento, como emoción, no
impide en principio, un compromiso constructivo con el mundo. Pero en el terreno de la política, lo que se
necesita para hacer el resentimiento políticamente rentable es la creencia que
la persona que entiende la historia y sabe que debe hacer para corregir las
razones de este resentimiento. El inconveniente, como lo vemos todos los días,
es que le resentimiento como instrumento político, aparte de más resentimiento,
solo genera venganza y crueldad. Difícilmente, con esto, se puede construir una sociedad democrática. Todo esto puede parecer abstracto, oscuro e
incluso irreal, pero es necesario decirlo.
A
veces la historia parece el registro no de hazañas o gestas, sino de los crímenes
y las locuras de la humanidad, y, por tanto, un llamado al resentimiento. Los políticos
que hacen uso del resentimiento lo saben, y la falsean a su acomodo: Hablan de
invasiones para ocultar sus crímenes, hablan de neutralidad invocando el
derecho sacrosanto de los ciudadanos de un país a resolver sus asuntos. Al final, la decepción: “Cambiar para que las
cosas sigan igual” o como el título de una novela del periodista alemán Theodor
Plievier : “El Kaiser se fue, quedaron
los generales” (Der Kaiser ging, die generale bleiben). Es bueno tener un poco de cuidado, y al final,
no tragar entero.
Imágenes tomadas de Internet, del Dios Google.
Imágenes tomadas de Internet, del Dios Google.
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