IMÁGENES EN VEZ DE ESTAMPILLAS
Ahora que soy un hombre en
“la flor de la edad” según la definición del escribidor de Vargas Llosa, he
empezado a captar con mas claridad el mundo que deje atrás. Quizá siempre es
así, con los años vemos las diferencias entre lo que éramos, y lo que hoy somos,
pero en mi caso, con la edad, se me hace mas evidente la diferencia.
Hoy hablar con alguien de
la mitad de mi edad, puede ser una experiencia enriquecedora, envidiable y
hasta sorprendente. Enriquecedora, porque siempre aprender algo nuevo puede ser
gratificante, envidiable, porque se lamenta no tener las herramientas o conocimientos
que se tienen hoy; sorprendente, porque cada día nos asombra los cambios y
mejoras que observamos.
De joven se decía que yo
tenia la estatura promedio de los colombianos. Ahora estoy por debajo de la
altura promedio, el mundo ha crecido más alto de lo que soy ahora.
Son muchos los cambios y
los veo cada tanto: Algunos son superficiales: ahora lo que eran demostraciones
y degustaciones de alimentos en los supermercados las llaman pomposamente, experiencias
sensoriales. Otros son sorprendentes: Antes hablar de los logros personales o
éxitos profesionales era algo que se compartía con los seres queridos. Ahora
no: Parece que todo éxito por ínfimo que sea debe ser compartido en los medios
y redes sociales.
Yo no tengo las ideas de la
generación de mi abuela, que solía decir “La gente decente no sale en los
periódicos, eso se le deja a los artistas, delincuentes y políticos”. La de mis
padres se limitó a anunciar de manera discreta los logros: Un nacimiento, un título
profesional, un matrimonio, tal vez los 50 años de casados, la muerte de un ser
querido.
De mi generación, creo que
estoy debajo del promedio: no estoy completamente obsesionando con mostrar mis
logros, ni completamente egoísta para ignorarlos, más bien estoy un poco atrás
del medio camino. Con los tiempos que corren, el promedio parece haber
cambiado, por lo que ahora, con el zeitgeist soy un caso de modestia casi
extrema. Son tiempos narcisistas, y sus
voceros son las redes sociales. Quizá el mejor vehículo para esos tiempos
narcisistas sea el Instagram.
Cuando estaba creciendo,
nadie había oído hablar de concepto de bienestar, entendido este mas allá de
tener una buena salud y no padecer enfermedades. Hoy en día, las personas hacen
de su salud o supersalud, el enfoque de sus vidas, y al hacerlo se convierten
en objeto de auto adoración.
Recientemente descubrí en Instagram
una muchacha a la que llamaremos Claudia. Es muy bella, del tipo de mujer que
me atrae, y quizá eso me impulso a mirar sus fotografías. En su Instagram
declara que el deporte y la cocina son “el
puente entre este mundo y el mío”, y que “las mejores cosas de la vida son gratis”.
Las fotografías y videos
que diariamente sube a Instagram muestran sus rutinas de ejercicio, comida,
viajes a entrenar, junto con imágenes de su cuerpo, y las partes de las que
esta particularmente orgullosa. Pregona que todo eso es resultado de años de
rutinas de ejercicios y especial cuidado en la dieta alimenticia que sigue y
que nos describe de forma detallada. En ocasiones, la acompaña, su mascota, un
pequeño perro chihuahua mal encarado. Se ve tan satisfecha como algunos
cristianos evangélicos que saben sin lugar a duda que les espera el cielo después
de un período de prosperidad terrenal. Todo ello adobado con comentarios del
tipo:
“¡Hola! ¡Buenos días! Sobre los comienzos. El algún
momento descubrí que los cambios, comienzos o finales los definía yo. Cuando
algo no funcionaba entonces Cambiaba mi cuarto, arreglaba lo dañado, limpiaba o
remodelaba, botaba, regalaba y terminaba revisando mi vida en general.
He asociado la
organización del entorno, el cuidado de mi cuerpo, con lo que llevo
internamente. He creído que es una simbología. Esta manera abarca desde lo
material hasta lo más profundo de mi ser ( aunque a veces ni uno mismo sepa qué
le falta reparar, agregar o cambiar)
Hago lo que puedo. Creo que siempre tenemos algo pendiente, sobre todo con la vida, que solo nosotros podemos saber. Hay que aceptarlo.
Hago lo que puedo. Creo que siempre tenemos algo pendiente, sobre todo con la vida, que solo nosotros podemos saber. Hay que aceptarlo.
Obviamente hay
cosas fáciles como cuando tengo en la lista, hacer mercado, mandar a instalar
vidrios y arreglar mis plantas
Otras no
son fáciles, cómo terminar eso que empecé hace años. Ser más paciente, llamar
con más frecuencia a mis seres queridos, Acabar una relación, Iniciar el
proyecto que ronda mi cabeza, O cancelar el viaje que llevo postergando.
Hay cosas que
no se han llevado a cabo y han pasado de lista en lista, estando pendientes
mucho tiempo, sin poder chulearlas, ya sea por excusas, falta de mayor
organización, propósito o procrastinación. A mí no me gusta echarle la
culpa a nadie de nada de lo que pasa. Me hago responsable de todo, aunque en
distintas proporciones. El punto es que algo no se borra de la lista hasta que
no se haya realizado, cumplido, hecho, cambiado, eliminado O en su defecto haya
perdido relevancia.
De hecho,
siempre tengo una lista que renuevo en cualquier momento según la necesidad,
sobre lo que debo cambiar, mejorar, aprender, incluir, sacar e implementar,
adicionar, o comprar.
Así que cada día ando en función de eso que tengo pendiente. Por eso el año puede empezar o terminar y no cambia mi ritual de cancelación, olvido o reinicio.
Así que cada día ando en función de eso que tengo pendiente. Por eso el año puede empezar o terminar y no cambia mi ritual de cancelación, olvido o reinicio.
Para llevarla no me escudo en qué define la sociedad como el tiempo de las cosas. Es una trampa.
Cualquier día es bueno para empezar, para cambiar o finalizar. Tú decides”
No tengo nada contra
Claudia; de hecho, me cae muy bien, y no solo porque es bella: Es una mujer
dedicada y convencida de lo que cree, lo cual la es de admirar. Pero todo esto me
parece tanto hilarante como triste. Si bien, por supuesto, la explicación de su régimen
es solo eso, y no una descripción de la totalidad de su vida (quiero creer que
tiene otra vida) es difícil pensar que le quede mucho tiempo o energía mental
para interesarse profundamente en cualquier otra cosa. Quizá sea un juicio
prejuiciado, al fin y al cabo, es una mujer en los 30 y tanto que nos muestra
lo que es la parte importante de su vida, mientras yo soy un hombre de cierta
edad que piensa que lo valioso de su existencia y su preocupación principal,
fuera de sobrevivir, sea un cierto sentido de trascendencia, que en ella no
veo. Hay algo en esencia inútil en todo lo que describe, que hace que la filatelia, un pasatiempo
algo olvidado hoy, sea preferible.
Como Claudia hay muchos en
Instagram. Algunos hacen de ello su medio de vida; son los Instagramers; los
reconoces por la publicidad no tan oculta que hacen; otros muestran su lado mas
narcisista de una forma que me hacen dudar que se ganan la vida de una manera
honorable (en el sentido antiguo): viajes, compras, fiestas; los pocos comparten
sus experiencias alegres, pero comparten menos; estos al menos parecen que
tienen otra vida mas afín al resto de la humanidad. Pero al final no dejo de
pensar que hay algo empobrecedor en la existencia, cuando el objeto y culto de
nuestras vidas somos nosotros. La filatelia al menos servía para conservar algo
que considerábamos importante y valioso.
Imágenes tomadas de www.coobis.com e www.incidencia.com.mx
Imágenes tomadas de www.coobis.com e www.incidencia.com.mx
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