EL ODIO EN EL AIRE....


Ya lo he dicho antes: cada día me aburren mas las redes sociales. No por el hecho que en si la información sea aburrida, sino por el hecho que esperaba que fuera un lugar donde se compartieran o discutieran ideas con algo de altura. Tal vez estoy equivocado: al fin y al cabo, la gente publica en redes lo que desea, bien hablando de su perrito, o bien opinando del tema que le apasiona, y esperar un debate serio sobre cosas serias, quizá era una gran ingenuidad de mi parte. Lo que no esperaba es tanto pensamiento desiderativo.

Por eso, soy reluctante a aceptar a cualquiera en mis redes; no he llegado a 500  "amigos" en Facebook y tengo algo mas de 100 seguidores en twitter. En Instagram no me ha ido mejor, 140 seguidores.  Al fin y al cabo, tengo una visión algo restringida de la amistad, anticuada si se quiere, y no soy pues muy dado a aceptar a las personas, solo porque me llegue una invitación. Pero la verdadera razón en el fondo es que aceptar mas gente, no significa que mi red mejore de nivel intelectual. Al fin y al cabo la amistad no es algo intelectual, sino de afectos. Si los que tengo representan muchos de los males que critico, dudo que poner mas gente, eleve el nivel. “Entre mas grande un país, mas mediocres sus dirigentes, porque son escogidos por más gente” escribió uno de los pensadores que más admiro: Nicolas Gómez Dávila.

Como dije, con lo que tengo es suficiente de pensamiento desiderativo. La gente interpreta un acto, se forma una idea, y la suelta en la red. Eso en si no es malo; por algún lado hay que entrar a  juzgar y formarse una opinión, y después expresarla. El rollo esta en que la gente se forma una opinión, no porque estudie el caso, sopese opiniones contrarias, y al final se forme una idea y la exprese. Simplemente, decide por lo que su corazón bien pensante le dicta, así la realidad se encargue de desmentir la idea que se formó.  Eso, y aquí me pueden corregir, se llama pensar con el deseo, o pensamiento desiderativo. Y nada como la ideologia para expresar este tipo de pensamiento.

Ideológicamente me inclino hacia el centro derecha. Creo en una serie de valores clásicos del liberalismo, tanto en lo social como en lo económico. Considero sagrado el derecho del ciudadano a hacer – y pensar- lo que le viene en gana. No soy partidario del estado más allá de una función reguladora de la sociedad, pero a la vez creo en la autoridad. A diferencia de mucha gente que conozco no me preocupa la desigualdad per se, sino fundamentalmente, toda forma de discriminación que limite al ciudadano. Creo que ese es el mayor mal de la sociedad, y toda lucha en pro de la igualdad o contra la discriminación tiene mi apoyo. Soy un demócrata en el sentido liberal: Creo que la voluntad de la mayoría debe ser respetada, y la minoría debe tener garantías suficientes para desarrollar alternativas e influir en el debate político.

Hecha esta confesión, me doy cuenta de que en mis redes, predominan personas de ideología diferente a la mía. Son para decirlo en términos políticos, de ideas de izquierdas. Sus opiniones me son respetables cuando son estructuradas; las apoyo y les expreso cuando creo necesario, mi voz de aliento. Por desgracia, las opiniones estructuradas, son las menos. La gente piensa con el deseo, y antes de eso filtra con la ideología. A la ideología como guía, le une el odio. Si la idea es expresada por alguien que detestan, será desechada con la acusación de “Facho”, “carcaman”, “viejo gaga” etc.  No tiene nada de raro; imagino que en una burbuja de redes de derecha, las acusaciones serán del tipo “comunista”, “Fariano”, “petrista”etc. 

Como sea, no es que sea de izquierda la opinión: es el hecho que no se sostiene lo que me irrita sobremanera. Me irrita, no porque crea que están equivocados y yo soy el dueño de la verdad. Me irrita porque es en esencia, es pensamiento desiderativo: Pensar con el deseo, mas que con los hechos fácticos.  Debería cambiar deseo por buen corazón, y la idea sería más precisa. Pero lo que traen, al final, es odio.  En eso, al final terminan negando la realidad. La acomodan a sus intereses.

Tomemos varios casos al azar: Venezuela, tan en boca en estos días: Por lo que veo, a los que viven en Barranquilla, son personas ciegas que no ven los mendigos y vendedores venezolanos que han llegado a nuestra ciudad buscando una oportunidad que en su país no han encontrado. Lo que ven esos amigos es el hecho que la situación actual es resultado de los intereses de EE. UU. por el petróleo venezolano, la tal escasez es un invento de los enemigos del gobierno, como nos muestra en su Facebook un empresario español llamado Agustín Otxotorena.  No se cual sea el alcance de la escasez, pero para mi realidad, que veo tanto venezolanos en la calle en situación de mendicidad, me parece que simplemente, algo no esta bien, y cualquier solución a esto pasa por intervenir en Venezuela. También, y eso es un hecho de mi vida, conocí bien Venezuela en el pasado, y creo, y pienso que lo que hay en términos de gobierno hoy, es cualquier cosa menos democracia. Ni real ni formal. Al final todas estas excusas, son una invitación a no hacer nada.

El otro caso es el gobierno Duque. No soy particularmente seguidor de este gobierno, pero me sorprende la pugnacidad y odio contra él o su gobierno, en decisiones que serían tomadas por el gobierno, sin importar el signo. Me sorprendió por ejemplo la virulenta discusión sobre el porte de armas, cuando no era mas que la prórroga de un decreto del gobierno anterior.  Aumenta la gasolina, es culpa del gobierno; ocurren episodios como Hidroituango, y le critican su silencio frente a lo que la gente llama “Catástrofe ambiental”. Subió el salario, y saco pecho por ello; algo que hacen todos los gobiernos, se convirtió en un asunto de descalificaciones y comparaciones disparatadas por parte de la oposición, lista a convertir cualquier hecho en crítica contra él. Todo gobierno es susceptible de ser criticado, y Duque tiene muchas razones para serlo: Ha cometido errores al nombrar funcionarios, ha permitido continuar a embajadores que han metido la pata de manera monumental, pero mas que crítica, lo que encuentro es oposición ciega a todo lo que el haga, sin pensar si hay algo razonable en su argumentación.

Ese odio ciego, es tal vez lo peor de este pensamiento desiderativo. La democracia es la expresión de la mayoría, pero una democracia auténtica es el resultado de negociaciones y diálogos entre las partes buscando acuerdos, por muy alejadas que estén las partes.  Al final la realidad de los hechos se impone. Es necesario crear acuerdos para la convivencia, y el discurso de odio, solo produce personajes como Chávez, Maduro o Donald Trump.  Eso no se logra en las redes sociales hoy, que son mensajeros del odio. Lo peor, es que le creemos mas que a la gran prensa, que tiene controles y contrapesos; para quienes transmiten estos mensajes, las redes sociales son la verdadera voz de la sociedad. Lo malo es que las redes no tienen los controles o contrapesos de la prensa. El odio esta libre, y en el aire. Hay que tener cuidado....

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