EL ARTE DE PERDERSE
Durante años he luchado contra una
persona solitaria que bulle por salir de mí. Al final, una lucha de autoestima,
como clave de la felicidad humana.
La autoestima vende millones en su
búsqueda, como llave para lograr la felicidad; te dicen: Cambia, esfuérzate, tienes que amarte, págate primero. Manuales, libros métodos, vídeos nos ofrecen formas de
mejorar nuestra autoestima y así llegar al paraíso donde manan ríos de leche y
miel. Al final, se vuelve algo odioso.
La autoestima esta mas relacionada con la autoimportancia, el autobombo, que la
autoestima o la confianza en si mismo. Si oyes a un gurú de autoayuda, creerías
que la autoestima es un derecho humano, en vez de algo para ganarse. Casi como
el acusado que tiene derecho a un juicio justo.
La gente habla de ganar autoestima. Se equivoca. El gurú gana dinero proponiendo técnicas y vídeos buscando aumentar la autoayuda, pero en realidad lo que la gente busca es una
vida feliz. En mi experiencia -creo que mi autoestima tiene niveles normales-
quisiera que las cosas cambiaran sin hacer nada, y siento que el desasosiego
que aparece es que, en realidad, sigo buscando mi propio ser y autenticidad. Sin hacer nada. Ni comprar el billete de lotería que me dará la felicidad. Al
menos, eso creo.
Cuando alguien como yo, mayor de edad,
en esa época indefinible que algunas mujeres definen “De cierta edad” dice que se está buscando a sí mismo, es casi
siempre porque se ha estado portando mal, ha tenido cambios en la vida, o está
buscando emociones porque siente que su vida es muy plana. Nadie se va en busca de sí
mismo, si siente que su vida es satisfactoria. Pensamos que una vez encontrado nuestro verdadero yo, este será
divertido, encantador, exitoso, pero, sobre todo, bueno. Pese a la maldad innata que parecemos leer en las noticias, aún
creo que el hombre nace bueno; es la sociedad quien lo corrompe. Pero bueno,
pensamos que encontrar nuestro verdadero yo es la panacea a todos los males.
Por desgracia, la búsqueda del
verdadero yo, puede durar años (No se si en realidad es una tendencia) y
esperaba que la encontrara pronto, la identificaría y la infelicidad
desaparecería. En mi caso, me di cuenta de que no tengo una idea real de cómo
sería una “mejor vida”, que solo esta
buscando; como el poema de Kavafis, buscaba Ítaca sin entender que era el viaje,
y no el destino.
He estado interesado en muchas cosas
diferentes en mi vida, generalmente en sucesión, y mi biblioteca es testimonio
de mi tendencia a la monomanía en serie; pero concluyo que nunca me ha
interesado nada, y, por lo tanto, no tengo idea de cómo las
personas desarrollan la capacidad de estar interesados en tener o
crear algo ex nihilo, por así decirlo, ni tengo ningún recuerdo de
cómo lo hice. De hecho, muchas cosas que he hecho han perdido para mi sentido o
importancia “Y todo aquello que alguna
vez nos importó, hoy luce tan banal y vacío” que gente que me conoce se
sorprende de cuando hablo de ello, como algo sin importancia. Al final, soy un
hijo de mi tiempo, en busca de entretenimiento.
La innegable basura mediática que nos
rodea es una manifestación y síntoma del aburrimiento en el mundo que nos pierde. Mire
twitter, lleno de aquellos que se dicen escritores y pensadores, y que, en vez de
opiniones inteligentes o estructuradas, nos cuentan fabulas interesadas; se
drogan devolviendo los insultos, las opiniones mendaces y llamando la atención,
para ocultar el aburrimiento y la falta de diversión de sus vidas. Los
honramos, y los llamamos “líderes de opinión”.
No hablemos mucho de la televisión: Hay gente que es famosa solo por el hecho
de salir en televisión contando sus miserias. Los aplaudimos, y se llena el
mundo de diversión, pero al final, se vuelve basura. Volvemos al aburrimiento.
Es una paradoja: El entretenimiento es a la vez una de las mayores causas del
aburrimiento en el mundo. ¿Cómo romper
el ciclo? Con un compromiso mas profundo
con el mundo. En ese camino, nos refugiamos dentro de nosotros, y buscamos
rescatar nuestra autoestima y autenticidad hundida en el pantano. Comienza el
ciclo de nuevo.
Concluyo pues, que la autenticidad y la
mejora de la autoestima es, en mucho inútil e incluso dañina. Creemos, por ejemplo,
que ser autentico, requiere un comportamiento sin las restricciones de conducta
que impone la sociedad. La política está llena de personajes que dicen que son “auténticas”,
y creemos que las cosas que dicen son la verdad. El quid es que se puede ser
auténtico, no decir nada importante, y al final, mentir sin darnos cuenta:
queremos creer, que por ser “auténtico” son verdades, cuando son solo
entretenimiento superficial o mentiras. Al final, ser requiere algo de hipocresía para
vivir. Al menos para engañarnos: Una vocecita en el fondo, nos dice que mucho de lo que oímos, es, al final, mentira para seguir viviendo. Es la hora de perderse.
Imagen tomada de: https://lamenteesmaravillosa.com
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