LECTURAS DE UN VAGO: MAX HÁVELAAR DE MULTATULI
Por sugerencia de varios amigos,
en múltiples ocasiones quise leer la novela-panfleto Max Hávelaar, de Multatuli nom de plume de Edward Douwes Dekker,
escritor holandés (1820-1887) pero se me dificultó. Una búsqueda en internet me
llevo a encontrar versiones en PDF, en portugués o en holandés, mas no en
español. Hasta que finalmente, encontré una versión en español publicada en
Cuba en 1987, que no tiene el nombre del traductor, pero que en el prólogo nos
da a inferir que se trata de Francisco Carrasquer, poeta y escritor anarquista
español que se exilió en Holanda después de una vida aventurera durante la
guerra civil y años posteriores. En la Biblioteca Luis Ángel Arango, hay un ejemplar,
que según el archivo se recibió en el 2002, y ha sido solicitado 24 veces: poco
más de una vez por año ha sido leído.
Muchos holandeses señalan que es
uno de los grandes libros escritos en su idioma. No lo sé, y me parece exagerada
a priori esa afirmación. Sin embargo, como decía un escritor amigo mío: Hay
libros que son más importantes que buenos. El ejemplo que se me ocurre para
ilustrar este caso es La Cabaña del Tío Tom, libro escrito de manera piadosa
por la hija de un religioso abolicionista, que denuncio las crueldades de la
esclavitud y sensibilizó a la sociedad americana de la época en contra de ella.
No por nada lo llamaron “el libro que inició una guerra”. Igual que H.
Beecher Stowe, y en menor medida Mark Twain, Multatuli también alzó su voz
contra la sociedad en la que vivía, y en este caso, los efectos del
colonialismo holandés en las sociedades
dominadas, sobre los que se apoyaba la riqueza de Holanda. Entonces la duda que
surge, es si es mayor su importancia que su calidad. En estas líneas se intenta
una respuesta.
Leer este libro es como pelar una
cebolla, y en cada capa tenemos diferentes subcapas. El narrador principal es Droogstoppel,
próspero e hipócrita comerciante de café quien recibe de manera inesperada un
paquete que un antiguo conocido de colegio llamado Chalman le da a guardar.
Chalman desaparece, y Droogstoppel abre el paquete, que contiene una gran
cantidad de textos de muy diversa temática, (No hay que ser muy profundo para
entender que Multatuli quiere decirnos que desea abarcar todo) y que, al
revisarlo, demuestra un profundo desinterés por los temas escritos, salvo uno:
Un texto sobre las subastas de café de la compañía comercial holandesa en Java.
Pese a que Chalman es holandés, el texto está escrito en alemán con frases en malayo,
por lo que Droogstoppel le pide a un colaborador alemán suyo, el joven Stern, que lo
traduzca. Esta supuesta traducción de Stern es el núcleo central de la historia
de Max Hávelaar, joven funcionario holandés en Java al servicio de la Compañía
Comercial Holandesa.
Max Hávelaar es un retrato del
autor: Edward Douwes Dekker zarpó hacia Batavia en las Indias Orientales
Holandesas en 1838, a la edad de 18 años, para comenzar su carrera como
administrador colonial. Demostró ser un trabajador incansable, pero su ascenso
en las filas siguió descarrilándose por la corrupción vigente, y sus opiniones
y posturas insobornables los llevaron a ser acusado de administración desleal.
Se volvió maníaco cuando observó la corrupción y la injusticia, que crecían más
rápido bajo el sistema imperante que la vegetación en los trópicos de
Indonesia.
Douwes Dekker se casó, tuvo familia
y continuó en sus puestos hasta que, como asistente de residente en Java
Occidental, presentó una denuncia oficial por corrupción contra un regente y
fue despedido por abuso de autoridad. Entonces regresó a Ámsterdam y escribió
este libro, donde se venga de los responsables de la injusticia. Es una
denuncia y a la vez un retrato de Douwes: Se describe como un hombre
inteligente, observador, con el corazón roto por la injusticia y entregado al
sacrificio. Se indigna fácil, pero también es maníaco y desagradable. Mojigato,
pero en el buen sentido: Ve la injusticia y grita para denunciarla. Funcionó;
después de la publicación, la opinión pública quedó consternada, se tomaron
medidas para mejorar la vida de los nativos y cuando Holanda perdió las
colonias en Indonesia después de la II guerra mundial, dio origen a una
organización que propende por el comercio justo. Sin embargo, la sociedad holandesa de la
época no valoró el esfuerzo de Dekker, quien reflejó estas dificultades en su
seudónimo: Multatuli ( Al parecer tomado de un verso del poeta latino Horacio “el
que mucho ha sufrido”)
Para ser honesto, es un libro
difícil de leer hoy. Está escrito en el estilo hiperformal oficial usado por el
burócrata del Siglo XIX. Tampoco ayuda que la historia de Max comienza
alrededor de la página 90 de un libro de 434 páginas, y abundan las digresiones.
Sin embargo, Multatuli/Dekker puede escribir muy bien cuando quiere. El final
es retóricamente fuerte y apasionado. Ya no es Droogstoppel el que habla, sino
Multhatuli.
Es una combinación de ficción y
realidad: cuenta hechos y personajes reales, que se modifican de alguna manera,
y es un relato sombrío sobre la corrupción en Java, y las duras condiciones de
los nativos, teóricamente independientes, pero sometidos a una explotación y
condiciones de negocio crueles; a ello se le agregan hermosas parábolas (la
obra con Barbertje, las historias sobre el cantero japonés y la de Saïdjah y
Adinda). Disperso, descuidado, a ratos pomposo, a ratos mesiánico, a ratos
furioso, es un texto que se debe leer con lentitud, mezcla personajes reales y
ficticios, en un caldo entre panfleto y novela. Pero la idea principal siempre
está presente, y es dar a conocer el empobrecimiento que tuvo lugar en Java por
la dominación holandesa y despertar la compasión por los javaneses afectados
por el colonialismo imperante. Es una obra notable que muestra un sistema
colonial fallido.
Los holandeses a veces nominan a
Max Hávelaar como el mejor libro escrito en su idioma. No sé si eso sea cierto,
he leído muy poca literatura holandesa. En mi opinión ha envejecido, y la situación
que se denuncia desapareció. Sin embargo, puede que sea uno de los libros más
importantes jamás escritos, porque en realidad cambió las cosas para mejor.
Como dije, junto con otros textos sirvió para mostrar a la sociedad holandesa
que su riqueza se basaba sobre la opresión de otros pueblos, y que llevó a la
creación de la política ética holandesa, promulgada en 1901: en ella, la Reina Guillermina
anunció que Holanda reconocía su responsabilidad ética por el bienestar de sus
súbditos coloniales. Este anuncio fue un marcado contraste con la antigua
doctrina oficial de que Indonesia era un lugar para ser explotado sin importar
las consecuencias. También marcó el comienzo de la política de desarrollo
moderna; mientras que otras potencias coloniales hablaban de una misión civilizadora,
que consistía principalmente en difundir su cultura, la política se concentró
en mejorar las condiciones de vida de sus súbditos. Historiadores indonesios,
han señalado que este es el germen del movimiento por la independencia del
país.
En la tesis 11 sobre Feuerbach
Karl Marx escribió: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de
diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Si
esto es cierto, es algo que Multatuli, sin ser filósofo ha hecho con Max
Hávelaar.
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