LECTURAS VAGAS No 22: EL RUIDO DEL TIEMPO DE JULIAN BARNES
De Julian Barnes (1946-) había leído Arthur y George, ficción histórica
que realiza a partir de un episodio de la vida de Arthur Conan Doyle: La implicación en la defensa de George Edajli,
un joven británico de origen parsi que fue acusado de mutilación animal en la
Inglaterra de principios del Siglo XX. A partir de esta anécdota, Barnes construye
un retrato de la Inglaterra rural eduardiana, centrado en la figura de Conan
Doyle, que, como su personaje de Sherlock Holmes, lucha contra la ley y los prejuicios,
defendiendo a George, un empleado de seguros de vida tranquila.
Años después repite la formula
para escribir El ruido del tiempo, pero cambiando de ambiente. De la Inglaterra
de 1910, nos trasladamos a la Unión Soviética de los tiempos de Stalin, para partiendo
de tres episodios de la vida del compositor Dimitri Shostakovich, donde analiza
la compleja relación entre el poder y el arte.
En la portada del libro vemos a
un hombre vestido de saco y corbata, con una maleta en la mano, en actitud de
espera. Una imagen que se ha convertido
en un símbolo del terror: En su obra La Guerra civil española, Hugh Thomas
cuenta que Maksim Litvinov, responsable de la diplomacia soviética de los 30, dormía
vestido y con una maleta al lado,
durante el periodo que se conoció como La gran purga, cuando Stalin asesinó o
encarceló a la vieja guardia comunista, y a los intelectuales poco afectos al nuevo
orden.
Pero Shostakovich, del que Barnes
cuenta una escena similar a la obra, no será un prisionero, ni un ejecutado.
Los hilos misteriosos del poder, quizás desde el mismo Stalin, lo acusan de
desviado y decadente, al presentar su obra Lady Macbeth de Mtensk; acusado, marginado, pero no condenado. Saben que tiene talento, pero necesita "guía". Shostakovich se acomodara a las directrices, hará música según la ideología imperante, ganara varios premios Stalin, y la orden de Lenin, se convertirá en músico oficial del régimen, y sera vocero oficioso del régimen soviético, alcanzando los máximos privilegios.
Pero en ese camino, sabe que habrá
sacrificado parte de si mismo y su arte. Admirador sin decirlo de Stravinski,
guardará en sus opiniones, y repetirá lo que las autoridades le dicen que diga,
como lo muestra el interrogatorio al que es sometido en el Congreso mundial de
la paz de Nueva York de 1948 por Nicholas Nabokov, compositor ruso emigrado,
primo del célebre novelista:
-¿Suscribe personalmente la prohibición
de las salas de concierto soviéticas de
las obras de Hindemith, Schoenberg y Stravinski? (pregunta
Nabokov)
-Si, personalmente suscribo
esas acciones (responde Shostakovich) (1)
Todo ello tendrá un significado
muy grande sobre su obra. Como el bien lo sabe, esta dotado para brindar obras
memorables, pero deberá componer música patriótica, de acuerdo con los
lineamientos en curso. Falto de valor, se consagra como el gran compositor soviético,
pero dejo atrás su dignidad, parte de su arte, y de su vida.
Es una obra que se lee rápido, que es interesante como análisis de la relación
entre arte y poder, pero que encuentro
por momento algo superficial. A diferencia de Arthur y George, el autor no
logra construir la atmósfera opresiva que describe en las palabras, cosa de la cual
el autor es consciente. Al final del libro reconoce la deuda que tiene con el
trabajo de Elizabeth Wilson: Shostakovich: A life remembered (1994), cuando
señala al final: Pero este libro es mío, no de ella; y si no le ha gustado
el mío, lea usted el de ella. (2)
Un buen libro, sin más.
(1)
El Ruido del tiempo -Julián Barnes. Traducción
de Jaime Zulaika. Editorial Anagrama. 2016. Página 117
(2)
Op cit: pag 199
Imagen del archivo del autor.
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