VIRTUDES DE HOY


No importa cuán estrecho sea el camino,
ni cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma

INVICTUS – WH HENLEY

No me da vergüenza decir que los inicios de mi formación en la cultura anglosajona fueron leyendo Selecciones del Readers Digest. La publicación creada por DeWitt Wallace, que resumía 30 artículos condensados de diferentes revistas, sin perder las enseñanzas y el sentido original, fue parte de mi educación sentimental.

Uno de las enseñanzas que recuerdo fue un texto de A. J. Cronin (1896-1981) un novelista y médico británico muy popular en su tiempo cuyas novelas fueron llevadas  al cine (Las llaves del reino, La ciudadela, El jardinero español). En el texto, un hombre le da un abrigo nuevo a un mendigo, que ha recibido de regalo. Los amigos le reclaman por ello, que su viejo abrigo está deteriorado ya que él también lo necesita. El se limita a contestar: A veces es bueno privarse de algo que no se necesita de verdad.

Esa frase me quedo en la memoria: “A veces es bueno privarse de algo”. Con los años entendí que ese sacrificio, era en esencia una moderación, y una virtud cardinal que se llama templanza.

En el catolicismo, se nos enseña que existen virtudes teologales y virtudes cardinales. Las teologales, asociadas a nuestra relación con Dios, era Fe, esperanza y caridad. Las cardinales, heredadas de la doctrina platónica, como guías para la vida eran prudencia, templanza, fortaleza y justicia.
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Las virtudes cardinales -obra de Rafael Sanzio

No son los mejores tiempos para seguir las virtudes cardinales. La prudencia y la templanza son en estos tiempos individualistas que corren, aburridas y poco románticas; hoy el riesgo y el exceso son furor. Es normal en la juventud, pero lo cierto es que nuestra sociedad nos invita permanentemente a arriesgarnos, a vivir la vida a plenitud (lo que eso sea). Al final eso no deja de ser un llamado al exceso: Ser el mejor, vivir lo que has soñado, ponerte grandes metas, abrir tu mente al riesgo, a destacar en lo que haces, y cacarear por ello, es el canto de nuestros tiempos.

La justicia ha cambiado de significado. Si bien se refería a nuestro propio comportamiento, el tratar con justicia a nuestros semejantes, ahora este significado es más abstracto, y puede involucrar demandas a gran escala reformas sociales, peticiones de más justicia, e incluso comportarnos mal en nombre de un bien superior. En Pastoral Americana, Philip Roth narra como la destrucción del protagonista, comenzó cuando la hija, decidida a combatir la injusta guerra de Vietnam, decide volar un puesto de correo en su barrio en Nueva York, matando a una persona inocente. El vándalo que destruye en la protesta los bienes públicos y privados arguye que lo hace en busca de justicia social, en respuesta a reivindicaciones que el considera legitimas. Estamos pues, con el derecho de comportarnos mal en nombre de un “bien superior”.

La fortaleza, ha cambiado incluso de significado. Aquello de vencer al temor y huir de la temeridad, se ha vuelto una traición a si mismo. El coraje en la adversidad es hoy una invitación a problemas psicológicos posteriores.  Hoy las personas mayores se burlan de los jóvenes de hoy, por lo blandengues que son, por la facilidad que perciben en sus vidas. Les reclamamos sus mullidas vidas, les recordamos nuestras dificultades, aquello que templo el carácter y ser lo que somos.  

El poema "Invictus", de William Ernest Henley, se hizo famoso gracias a que Nelson Mandela tenía una copia en la cárcel de la Isla Robben. No era una mera efusión de la exaltación de valores victorianos, como supongo que algunos podrían pensar, porque Henley sufrió gran parte de sus 53 años de vida a causa de la tuberculosis de sus articulaciones. Una pierna fue amputada, la otra fue salvada de la amputación por Joseph Lister.

La última línea del poema, "Soy el capitán de mi alma", a menudo ha sido ridiculizada (la última crítica que leí era de una feminista, que señaló una supuesta misoginia en el verso. Tan cual ella) pero cuando se sabe todo lo que vivió, se convirtió en un poeta de cierta distinción y un editor literario de distinción aún mayor (se dice que Robert Louis Stevenson se inspiró en él para el personaje de Long John Silver de la Isla del tesoro) debemos quitarnos el sombrero (así no lo tengamos) ante su memoria, a menos que creas que el estoicismo y la fortaleza son parte de lo que ahora se conoce como "Masculinidad tóxica".

Si Henley hubiera sido fiel a si mismo, no se preocuparía de esas cosas tipo “capitán de mi alma”. Se hubiera quejado, manifestado su dolor, protestado por su desgracia, y arrojado a la autocompasión, dando trabajo a fisioterapeutas, psicoterapeutas y toda clase de consejeros. Era algo perfectamente legítimo. No lo hizo, dando muy mal ejemplo. Se negó a admitir su vulnerabilidad, ni a ser víctima, a través de la templanza y la fortaleza al aceptar su destino.

Hoy pues, tenemos que las virtudes cardinales son nuestros enemigos para permitirnos ser fieles a nosotros mismos. Me pregunto que las reemplazara.

Imagen tomada de Wikipedia.



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