UNA CARTA DESDE VENEZUELA
Una
de las cosas buenas del internet es que nos permite conocer gente de valía y
cuyas opiniones respeto. En Caracas, Venezuela, tengo un gran amigo virtual, al
que llamaremos V… (hay razones para cubrir con velo su nombre) un defensor de
la democracia en América, en un sentido liberal. Con los últimos hechos del 23
de Enero, le pregunte por la situación presentada por la posesión de Guaidó, y
si temía una explosión de violencia. Con su autorización, transcribo su
respuesta:
“Mil
gracias, Samuel.
Creo
que la situación se está resolviendo poco a poco. Guaidó gana día a día en
reconocimientos y en apoyos afuera; adentro los tiene de forma abrumadora. Las
marchas del 23 de enero, dentro y fuera de Venezuela, fueron mejor que la mejor
encuesta. En contraste, la marcha chavista fue deprimente; Maduro no fue a la
plaza donde se supone se encontrarían porque sencillamente no estaban ni mil
personas.
Supongo
las presiones y conversaciones con los militares se están dando, de forma
discreta. Una gran traba es la presencia cubana, que no quieren que Maduro
entregue. Pero los cubanos son también pragmáticos; veremos cómo se comportan.
El apoyo ruso, es más simbólico que otra cosa.
Mientras,
las democracias occidentales apoyan a Guaidó (que, allí se equivocan los
medios, no se "autoproclamó"; simplemente cumplió con los
art. 233, 333 y 350 de la constitución).
Algo
que seguramente el gobierno colombiano debe evaluar es que mientras Maduro siga
en el poder, los miembros del ELN seguirán usando a Venezuela como santuario
protector. Situación compleja, y no de fácil solución. Pero que en algún
momento deberá ser asumida; cuando Guaidó inicie un gobierno de transición y
Maduro salga definitivamente, uno de los objetivos fundamentales es la
recuperación del control territorial por parte de la FAN.
Finalmente,
el día a día sigue tan duro y lleno de incertidumbre como siempre. La carencia
de agua, los cortes de Internet, o de luz, son el pan nuestro de cada día. Por
no mencionar la inflación más alta del mundo. Pero somos optimistas, creo
sinceramente que la luz al final del túnel al fin poco a poco se puede
ver.
Cosas
de la historia: aparece un joven diputado - firme creyente en las
instituciones, nada de mesianismos - Juan Guaidó, de vida familiar y
política admirables -sobreviviente, siendo niño, del desastre de su estado,
Vargas (al Norte de Caracas, en el mar Caribe, donde está el aeropuerto
internacional), en diciembre de 1999, hace casi 20 años- y conduce y renueva,
hasta ahora con mucho tino estratégico, las esperanzas ciudadanas.
Te mantendré informado.
Un gran y muy agradecido abrazo,
V.”
Hasta
aquí la carta, que hago publica con varia intención. Tengo razones que involucran mis afectos
familiares, y personales, pero lo que me mueve es cortar las lecturas que
considero erradas de la situación: Hay quien habla de intervención, de no
intervención, compara la situación de Venezuela con la de Colombia, y varias
razones más. A veces es fácil caer en el
humor, en la mala lectura de los hechos, la superficialidad y el uso político
de la situación. Al final todo eso invita a no hacer nada. La carta de mi corresponsal
transmite algo que no se veía en Venezuela en mucho tiempo. Entre los
venezolanos que conozco, mi familia, y el corresponsal, observo la esperanza de
un pueblo de un cambio para mejor. Esa es la razón de fondo de este texto: No
dejar morir la esperanza.
Imagen tomada de www.elpais.com de Getty Images
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