FEMIMAOÍSMO
Uno de los resultados del lenguaje es que posible
hacer afirmaciones que pueden ser verdaderas, pero- y eso se olvida-
que también pueden existir afirmaciones equivocadas, e incluso decir
mentiras. Por muy creyentes en la frase del evangelista Juan que “la verdad os hará libres”, siempre hay
la posibilidad que terminemos diciendo alguna mentira. Si a veces callar es
mentir, podríamos concluir que al final, todos decimos mentiras. ¿Pero es
nuestra verdad inmutable y válida para todos? Si su respuesta es sí, le
recomiendo vea la película Rashomon de Kurosawa, y vuelva a responderse la
pregunta. Al final, lo que quedan son los hechos. Y un hecho, ocurrido hace 36
años entre dos adolescentes, reapareció en las audiencias de confirmación del
Juez Brett Kavanaugh; en medio de un circo mediático (Protestas en las escalinatas, presiones a los senadores en un ascensor, lágrimas y sentimentalismo) vimos y escuchamos las declaraciones de la Dra. Christine Blasey Ford, exponiendo un supuesto caso de abuso sexual, así como la defensa
del juez Kavanaugh, negando los hechos.
No estoy diciendo que la dra. Blasey Ford haya dicho
mentiras; de hecho, hay posibilidades en esta sórdida historia que creyera sinceramente que lo ocurrido era su verdad. Pero el punto es que nadie
debe ser creído de oficio, que fue lo
que ocurrió aquí. Las mujeres le creyeron a la Dra. Blasey Ford, los hombres a
Kavanaugh, dejando pocas opciones para determinar lo que realmente sucedió, y quien al final, se acercaba mas a la verdad, y así sacar una idea mas o menos clara del asunto.
Pero como mínimo, lo que dijo la dra. Blasey Ford no se confirmó, y las investigaciones, cortas o no, no ofrecieron apoyo a su testimonio. Esto no es lo mismo que afirmar que su testimonio era falso; pero si nos atenemos a la ley, no se podría iniciar un proceso penal sobre la base de lo que ella dijo, por muy impopular que eso suene en estos tiempos del #metoo. Queda pues, la posibilidad de que los hechos sucedidos hace 36 años fueran eso, una posibilidad que no puede ser demostrada. Si este es el caso, da mucho que pensar lo poco que los manifestantes respetaban el debido proceso, y lo frágil que es su creencia en el estado de derecho. Muchos le creían o querían creerle a la mujer ultrajada por un "frat boy" (1) que negaba los hechos. Me dirán con algo de razón, que las sombras de las acusaciones sobre el juez Kavanaugh lo hacían indigno del puesto, pero eso no es tan sencillo. Al final, lo que estaba en juego es la reputación de una persona.
Si pensaban – sinceramente- que Kavanaugh no debía ser confirmado debido a una serie de acusaciones sin prueba, presumiblemente piensan que él tampoco es apto para una posición judicial o política. De hecho, creería que ninguna privada. El juez mismo era consciente de ello, cuando afirmo que “su vida había quedado arruinada tras el proceso”. Si hubiera sido derrotado, no hubiera podido volver a sus puestos de juez o profesor de Harvard, por “No ser moralmente apto”.
No dejo de pensar que los manifestantes, más allá de la verdad de las acusaciones en contra, siempre que fueran del tipo correcto, estarían dispuestos a arruinar la carrera de una persona, solo por tener la satisfacción de “estar del lado correcto” con la opinión que ellos tienen. Abundan demasiados casos en las redes sociales, de linchamientos mediáticos, y es necesario mantener cierta prudencia en las afirmaciones, pero, no asumir como personales, asuntos de los que no conocemos mayor detalle. Ponerse en los zapatos del otro, solían decir antes. Por desgracia, mucha gente ni siquiera usa los zapatos del otro; en sus opiniones tiene vocación de cruzado y terminan de inquisidores fanáticos frente a un computador. No me gustan sus opiniones. Son cosas que recuerdan los juicios de Stalin, las purgas de Mao. o los juicios televisados de la Cuba castrista en los años 80 del siglo pasado: Esas personas eran culpables de antemano, antes de ser vencidos en un juicio. Al menos hoy sabemos que eran estados totalitarios, donde no existía la justicia; ahora estamos ante multitudes totalitarias, listas para linchar, en nombre de la "justicia" de lo políticamente correcto.
De todos estos lamentables hechos, creo que estamos viendo la aparición de un movimiento que algunos han dado en llamar Femimaoísmo. De feminismo, porque reivindica, incluso victimizando, el rol de la mujer en la sociedad. Y de maoísmo, porque la doctrina de Mao sostiene que la lucha de clases subsiste en el mundo nuevo comunista, y por tanto cada tanto debe lucharse contra el revisionismo, incluso mediante la purga y destrucción de los desviados de la doctrina. Ya no hay que probar nada, basta hacer una acusación popular para destruir a una persona.
(1) Según el diccionario de Cambridge un frat boy es "un joven que pertenece a una fraternidad universitaria y que se comporta de la manera ruidosa o tonta que se cree que es típica de los miembros de la fraternidad".
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