EL OBITUARIO DE LA SEÑORA DEHMLOW
Estamos obligados a no decir algo
malo de un muerto. “No hay muerto malo”
es una de esas frases que repetimos y aceptamos sin discutir. Una forma de
respeto con los deudos, imagino. Al final, buena o mala la persona, la
murmuración sobre el personaje debe detenerse, ya que las faltas de las
personas son menores en comparación con el olvido casi eterno que les espera.
Esta no es una regla absoluta, no solo por el juicio que tenemos de los actos
buenos o malos de una persona, y que no
hay forma de medir un intervalo decente antes que el vituperio comience. De
hecho, el vituperio parece ser lo único común en nuestros días cuando alguien
fallece, más si es una figura pública. Siempre hay quien se dedica a escarbar
la vida de las personas, encontrando conductas que serian como mínimo
sospechosas. Mas aun, si estas son famosas.
Es una lástima que, en Colombia,
la tradición de los obituarios en los periódicos no exista, como si existe en
otros países. En su blog Urbi et Interneti, el periodista Ricardo Bada comenta
todas las semanas los obituarios interesantes que lee en los periódicos de
Colonia, Alemania. Las necrológicas publicadas, son una muestra de la cultura
de la sociedad, mas allá de los difuntos y los deudos.
Pero la mayoría de los obituarios
pueden considerarse tópicos, en el sentido que repiten frases que son mas o
menos lugar común: Buen padre, amoroso, buen compañero, servicial, buen
ciudadano, irreemplazable. Esto último, estrictamente hablando, es cierto: Nadie
es igual a otra persona, por tanto, todos somos irreemplazables. “Lo vamos a extrañar” es otra frase
favorita. ¿Por quién y durante cuánto tiempo? me pregunto. Al final, la franqueza no es lo primero que se
espera encontrar en un obituario.
Quizá por eso, la franqueza, se
haya vuelto viral el obituario que se muestra en la foto. Era de una mujer
estadounidense llamada Kathleen Dehmlow (nee Schunk) que hasta donde yo sé, no
había alcanzado la fama. Dice más o menos así:
Kathleen Dehmlow (Schunk) nació el 19
de marzo de 1938 de Joseph y Gertrude Schunk de Webasso.
Se casó con Dennis Dehmlow en St Anne's
en Wabasso en 1957 y tuvo dos hijos, Gina y Jay.
En 1962 quedó embarazada del hermano de
su marido, Lyle Dehmlow, y se mudó a California.
Ella abandonó a sus hijos, Gina y Jay,
que luego fueron criados por sus padres en Clements, el Sr. y la Sra. Joseph
Schunk.
Falleció el 31 de mayo de 2018 en
Springfield y ahora enfrentará el juicio divino. Ella no será extrañada
por Gina y Jay, y ellos entienden que este mundo será un mejor lugar sin ella.
Según un pariente, los hechos en el aviso eran
correctos, pero la historia era algo más complicada de lo que contaba este
aviso.
La mayoría de las historias son más complicadas de lo que sugieren
los resúmenes que en últimas son los obituarios. En mi caso, creo que sería
fácil inventar un obituario de 109 palabras que me muestre como un monstruo;
pero –sin falsas modestias- creo que mi vida es algo mas que mala. Por la
misma razón, si solo se mencionaran mis actos buenos, podría parecer un ángel que
paso por la tierra.
Hay que odiar el pecado, no al pecador, se nos
dice. Pero me temo que esa caridad no es muy divertida. El odio es una
sensación agradable. El obituario de la Sra. Dehmlow, debió -imagino- ser un
gran placer y una catarsis para su hijo, que lo escribió, al igual que para
muchos lectores, quienes se regocijaron o se solidarizaron con este texto, que
da la impresión de ser profundamente sentido. Una forma de psicoterapia.
¿Era el
obituario un resumen apropiado de la residencia de la Sra. Dehmlow en la
tierra? Tenía 80 años cuando murió, y se
tiende a pensar que las personas mayores son cariñosas, amorosas, benignas casi
de oficio. Desde muy temprana
edad, preferí los viejos a los jóvenes; Los
encontré más interesantes, más amables, más decentes, menos egocéntricos. ¿Era esto un efecto del envejecimiento en sí
mismo, es decir, la sabiduría de los años, o eran de nacimiento mejores
personas? Con los años descubrí que eso propio
de la personalidad: cuando las personas mayores son desagradables y
egoístas, son muy desagradables y egoístas.
El
obituario de la Sra. Dehmlow en el periódico pronto fue retirado de la web,
porque muchos lectores habían objetado que era de mal gusto. Sin duda lo era,
pero el mal gusto a veces sirve para un propósito útil, sacudiéndonos de
nuestra autocomplacencia. También cumple la función de producir indignación, y
al final, brindar placer. Protestar por ello nos permite reforzar la membresía
del club de los justos, algo que al final resulta muy agradable.
El
amor a la justicia es, en la mayoría de los hombres, el temor a padecer la injusticia
escribió La Rochefoucald. Tal vez un obituario ultrajante, es solo el miedo de
tener uno, cuando sea nuestro turno.
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