RECORDANDO AL VAMPIRO DE CURITIBA: DALTON TREVISAN
"En el fondo de cada hijo de familia duerme un
vampiro - no sientas gusto de sangre”.
Dalton Trevisan (1925-2024)
En diciembre pasado conversando vía Whatsapp con una amiga poeta sobre nuestras lecturas del momento le comenté que estaba leyendo unos cuentos del brasileño Dalton Trevisan, y le dije que “nació en 1925 y está vivo”. Me respondió que no lo conocía, y buscando en internet, me encuentro con el hecho que Dalton Trevisan falleció el pasado 9 de diciembre, a la edad de 99 años y 6 meses.
No recuerdo que me llevo a la obra de Dalton Trevisan, un autor que recibió multitud de premios por su trabajo (entre el Camoes en el 2012, equivalente portugués del premio Cervantes), y cuyo reconocimiento literario era propiedad de unos pocos.
En esencia era un cuentista, leído por unos pocos informados y cuya vida personal tiene paralelos con la de J. D. Salinger y Rubem Fonseca: no asistía a eventos, no daba entrevistas, no se dejaba fotografiar, salía pocas veces de su casa en Curitiba, su ciudad natal, que además le protegió su privacidad. Ante su renuencia a dar entrevistas en alguna ocasión se limitó a comentar: “Nada tengo para decir fuera de los libros. Sólo la obra interesa; el autor no vale el personaje. El cuento es siempre mejor que el cuentista.”. Por eso recibió el apodo de El vampiro de Curitiba, título de uno de sus libros. Al parecer se casó, tuvo esposa y 2 hijas que le antecedieron, y pasó los últimos años recluido en su casa en Curitiba en compañía de unas pocas personas amigas.
Sus obras más conocidas son los volúmenes de cuentos agrupados en títulos como el cervantino Novelas nada ejemplares, el ya mencionado El Vampiro de Curitiba, Cementerio de elefantes, La trompeta del Ángel Vengador, entre otros títulos. Salvo el último, inconseguibles en español, ya que se encuentran descatalogadas. El entorno geográfico es la ciudad de Curitiba, ciudad cosmopolita del sur de Brasil llena de una burguesía hija de inmigrantes (del cual Trevisan es un acabado ejemplo) con fama de ciudad innovadora, pero a la vez una aldea llena de mujeres vestidas de negro, piratas y estafadores comerciales, crímenes y miserias no tan menores, de gente que rumia su fracaso y su impotencia. Estos últimos son los personajes de sus historias.
Característica de su obra es la
condensación: Trevisan elimina frases, suprime palabras, y reescribe los
cuentos de forma constante: Son historias de perdedores, maridos engañados,
viejos esperando morir, jóvenes llenos de hormonas pensando en sexo, esposas
amargadas y maltratadas, personas comunes, envueltos en disputas familiares,
profesionales y conyugales, odios acumulados, violencia, sueños rotos, en un
lenguaje tenso, nutrido de voces populares y jerga de barriada. Historias que
se desarrollan in crescendo, a sintiendo que algo terrible va a suceder.
Personajes dominados por fantasías de conducta (Casi siempre un acto violento) a punto de concretarlas. El
final, sin embargo, como dice Trevisan en algún lado “es otro comienzo”.
Un autor sin duda sorprendente por su habilidad para construir ambientes con poco. Diálogos precisos, ambientes escuetos descritos con la menor cantidad de palabras, perspectiva diversa (personaje, paisaje/ciudad, tiempo) en una historia impredecible. Un ejemplo se puede ver en el final del cuento titulado La Sopa, donde un padre, la madre y un hijo adolescente discuten porque este último se dispone a salir de la casa; lo que es una discusión sin importancia, asciende a una disputa padre e hijo llena de veneno y al descubrimiento de los rencores acumulados en la mujer:
-No espero nada de la vida. Pero no
puedo verte comer. Sé que es triste para una mujer tener asco de su marido.
Chupas la cuchara como si fuese tu última sopa y comes el pan como si te lo
fuese a robar. No sé que le hice a Dios para que me diera este castigo tan
desgraciado, Fui una buena mujer, aunque tenga asco de ti. Lavo tu ropa, me
acuesto en tu cama, cocino tu sopa. Hago eso hasta morir. Puedes pedirme lo que
quieras, Pero no que me sientes a esa mesa, mientras tomas tu sopa más negra.
La Sopa
Novelas nada ejemplares
El final del cuento, claro, es otro comienzo. Trevisan era un autor dueño de una obra original, capaz de resumir su época y oponerse a ella. Si el autor busca la universalidad, Trevisan se concentra en la aldea. Iba en contravía. En uno de los pocos prólogos que hizo a sus libros comentó:
Quizás sea buena idea en estos tiempos de Tuitliteratura, una relectura a la obra de este maestro.
Barranquilla, Enero 27 de 2025
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