UNA CUESTIÓN IMPORTANTE: A QUIEN CREER.
En estos tiempos en que todos pueden y dan su
opinión en público sobre cualquier cosa, la cuestión de la autoridad moral e
intelectual es importante. Por autoridad no me refiero al ámbito jurídico, sino
a la autoridad natural que deriva del conocimiento o pensamiento que no está a nuestro alcance.
En otras palabras: ¿a quién creer o tomar en serio en medio de la cacofonía de
opiniones existentes?
Encuentro excesiva, e irritante en la exposición de las opiniones de los actores, personajes de farándula o
estrellas del pop. Dudo mucho que aquellos que se ponen en la piel de
otros con gran talento (Lo cual para el
actor es una muestra de su valía actoral) tengan opiniones firmes, o
personalidad propia. No es algo que pueda demostrar, pero años escuchando
opiniones a favor de la paz, en contra del hambre, sobre el cambio climático,
en contra de la desigualdad económica o los derechos de los niños, me han
prevenido contra las opiniones de estos personajes. ¿Conocemos a algún
personaje de estos que, por ejemplo exprese opiniones que puedan ser dolorosas,
o conservadoras? En la práctica, las opiniones son claramente uniformes: Cuando
se trata de cosas malas o conservadoras, parecen estar en contra de ellas.
De allí que poco me interese que Madonna insulte a
Trump, que Lady Gaga salga en defensa de la comunidad LGBT, que Leonardo DiCaprio
preste su nombre a la causa para detener el cambio climático, o que George
Clooney defienda la existencia de Sudan del sur o que muestren posturas
progresistas, mientras algunos esconden su dinero en paraísos fiscales para
pagar menos impuestos (Como nos revelaron algunos de Wikileaks y Panamá Papers).
Siempre me ha intrigado como toman como suyas causas ajenas a su vida diaria
para dizque “visibilizarla”, como por ejemplo, la situación de los
bosques de Borneo por el cultivo de Palma africana.
Pienso que estos artistas, desarrollan un papel
frente al público, y siempre dudaremos si sus opiniones son sinceras o no. En
el fondo, lo que hacen es continuar expuestos a los focos, como forma de
publicidad gratuita.
Un grupo diferente son los escritores y/o los
intelectuales. Tienen cosas en común con los anteriores (como por ejemplo la exposición
cada vez mayor) la necesidad decir algo que muestre compromiso con su tiempo y
que a la vez llame la atención por ello. Pero a la vez que sea inteligente y
argumentado. Pienso en ello a raíz de las opiniones expresadas por el escritor
Mario Mendoza sobre el gobierno del presidente Petro en su columna en la
revista CAMBIO. En un clima tan politizado, la columna recibió aplausos por la
mayoría de quienes consideran que la gestión del gobierno es mala, y expresiones
de rechazo muy variadas: desde críticas a su estilo literario, a su escritura,
descalificaciones por centrarse en lo malo, e incluso críticas por haberla
publicada en un medio que califican de opositor.
Gustavo Petro y Mario Mendoza
No encontré el texto muy original: Creo que, si hubiera tomado partido en favor del presidente, lo hubiera defendido con vehemencia pese a los escándalos que lo rodean, que le dijera que insistiera en el camino elegido, el escándalo hubiera sido grande, pero al final entraría en la lista de los fanáticos políticos de turno, y las críticas en su gremio hubieran quedado muy acalladas. A Mario hay que abonarle que se fue en contra de lo que piensan la mayoría de su gremio, afín a las ideas de cambio y novedad. ¿O no se han dado cuenta que la gran cantidad de comentarios sobre la nueva nobel de literatura enfatizan su "originalidad" sobre el hecho que parece que escribe bien?
El punto es que un escritor es eso, un escritor,
pero no es intelectual. Si el intelectual reflexiona sobre grandes temas, reflexionando
sobre la realidad en el sentido de extender la comprensión del mundo, un
escritor no necesariamente lo es. Tiene algunas cosas de intelectual, pero fundamentalmente
en el campo de su trabajo, la escritura. Lo que Mario tiene en este caso es
opiniones políticas tan válidas como cualquier persona, muchas de ellas no resultado
no de un estudio de temas políticos sino de su experiencia de vida. Puede que
sea un exitoso escritor que este convencido que el mundo donde vive debe ser
cambiado porque ha visto injusticias o las ha sufrido. Válido pues que haya
creído en el cambio. Cómo también es válido que autores como Harold Alvarado
Tenorio odien a la izquierda porque la guerrilla le quemó su finca y lo obligó
a huir; o que Darío Jaramillo recuerde que un campo minado colocado por la
guerrilla le voló una pierna. Tienen
opiniones políticas fruto de su experiencia de vida, pero no producto de una
reflexión de los hechos profunda. Eso se nota en la columna, que carece de
profundidad y es sentimentaloide.
Pero volviendo a mi pregunta original, ¿si no creo
en la autoridad intelectual y moral de personas como Mario Mendoza, en que
autoridad intelectual y moral creo? Si no en actores y músicos de rock,
¿en quién?
Tal vez, pese al desprestigio que enfrentan en
estos días, a los taxistas. La
información más confiable, precisa y realista que he encontrado sobre la gente
y el mundo que les rodea provienen de los taxistas. Ellos pueden certificar si
la ciudad es más segura o insegura, más tolerante, está progresando, si es más violenta
o más tranquila, si la economía va bien o mal; por lo general sus opiniones
pueden ser mucho más interesantes e ilustrativas, que cualquier columna de, digamos
el New York Times. También son capaces, por ej., de sacar chismes inesperados:
Un taxista le recordó a Juan Gossain, en 1971, por ejemplo, que a García Márquez,
veinte años atrás le decían Trapo loco por su forma de vestir. En un viaje que
hice al Perú en pleno período electoral, tome un taxi en Lima, que me paso
frente al Colegio militar Leoncio Prado, y el taxista me recordó que allí
estudio Vargas Llosa, me hablo de la relación de amor y odio del Perú con el novelista,
y después me explicó las ventajas y desventajas de cada candidato presidencial
de ese año, junto como los chismes afectaban la carrera presidencial, en
particular uno sobre el supuesto lesbianismo de una candidata. Fue un curso
intensivo de política peruana en 25 minutos. Alguna vez tome un taxi frente a
la Universidad del Atlántico, y pregunte como eran sus estudiantes: “Muchos
son una partida de vivos, que estudian con ventajas y se han dedicado a perder
el tiempo y nuestro dinero”.
Si quieres saber la hora, pregúntale a un policía
(Refrán Ingles) Si quieres saber cómo es el mundo, tal vez lo mejor sea
preguntarle a un taxista.
Fotos tomadas de internet
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