EN BUSCA DE MISS CATHARSIS
Ramón Bacca tenía en su casa una
foto de Adolfo Hitler en las Olimpíadas de Berlín. Había sido tomada por un
pariente, el tío Nicolás Dávila, y a simple viste no tiene mayor interés
fotográfico. La foto, que pueden ver aquí , tomada muy cerca
del dictador alemán, fue durante mucho tiempo, como me explicó, tema de
conversación en su familia. “Ni te imaginas cómo celebraban el
acontecimiento” me dijo alguna vez. Luego añadió, reflexivo: “Y de eso
ya no queda nada”.
Ese era un tema recurrente en su
obra: Qué fue de aquellos tiempos dorados, qué fue de esa riqueza, qué fue de
esa “jeunesse doree” que prometían tanto, o a quiénes la diosa fortuna
premió con riqueza y belleza en algún momento. Es fácil encontrar ese
desencanto del sueño roto en su obra, pero se percibe muy bien en un cuento con
tintes autobiográficos poco leído: Miss Catharsis.
El relato comienza con una inevitable referencia a La noche feliz de Madame Ivonne, de Marvel Moreno que, incluso, hace su aparición en el relato. Pero el narrador innominado, acompañado de su amigo José Rafael “un viejo actor, alcohólico que después de algún éxito en la televisión mejicana (…) lo juzgaban como un fracasado” (1) van recorriendo el Salón mientras hablan de los asistentes y sus vidas ocultas, hasta que el narrador se tropieza con Miss Catharsis. El rostro no le es familiar, pero la voz envía al narrador a su juventud en los años 60, y es Ramón quien comienza a hablar, evocando sus años en Bogotá, “con mis 24 años, desempleado y erudito, lector de Bergson y de Proust en francés” sentado en El Cisne, mientras “esperaba en la mesa la única comida del día” observaba en esa mesa al pintor de gordas, el capul de una crítica de arte convertida en papisa, y los ojos azules del pintor que parecía un galán de Hollywood. Entonces aparecía la mujer de sus sueños, de belleza eslava, “con un vestido como salido de una película” “Ella, la única”. Una mujer rica, casada con un hombre poderoso, dueña de una galería de arte, ejemplo de elegancia, quien pronto le dirige una mirada que lo atrapa. Tendrá su momento de gloria cuando ella lo invita a bailar, pero, después de varios temas, de repente se va, tras una mirada de “otra vez será”. Pero no habrá otra vez, la vida es un fracaso y todos vamos cuesta abajo. El narrador vive con “una angustia flotante” y ha reconocido en esa mujer borracha y drogadicta que tiene frente a él, a la mujer de sus sueños, quien descarga una larga lista de confidencias incestuosas y odios a quien quiera oírla, hasta que al final logra huir de esa mujer “atenazado por una verdad más intensa que el sentimiento.”
Tema recurrente en la obra de
Ramón, son los hechos y decisiones que llevan a una persona por la vida. Frases
como “¿En qué me equivoque?, “Toda la vida no has hecho sino equivocarte”
es posible encontrarlas en varios de sus relatos. No da una respuesta, solo
presenta la vida y su sucesión. Aquellos favoritos de la Diosa fortuna, caen,
llevan vidas disfuncionales o dobles, y quienes triunfan son terriblemente
vulgares. O han logrado triunfos vulgares. El mundo es de los vulgares, no de
aquellos que leen a Proust y Bergson. Todos llevan vidas rotas, donde la vida
es un sueño roto y es posible sentir que el odio es a veces mejor motor que el
amor.
Como dije es un cuento de tintes
autobiográficos. Ramón es el narrador, y su íntimo amigo José Rafael Hernández,
hermano del mago Borletti (Del que García Márquez dijo:” si no hubiera
nacido en Río Frío, Borletti fuera el ilusionista más grande del mundo")
(2) es José Rafael, que ya mayor parecía un viejo actor de cine mexicano (de hecho,
había formado parte del ballet de Sonia Osorio, había estado en México y fue
actor en algunas series de Telecaribe). Es fácil entender la referencia al
Cisne, una fuente de soda de Bogotá ubicado en el primer piso del edificio
Tequendama, ya desaparecido, donde hoy está la Torre Colpatria, y que era un
lugar con una aureola cosmopolita, sitio de reunión del Who is who en la
cultura nacional de esos años, como lo muestra la descripción de la mesa: es
fácil reconocer a los personajes que en los 60, eran jóvenes y dominaban la
vida cultural del Frente Nacional. Pero Miss Catharsis no es fácil de
identificar.
Alguna vez Ramón me preguntó:
- ¿Sabes quién es Rita Agudelo?
-No -respondí.
-Era la esposa de Hernando Agudelo Villa, el que alguna vez sonó para presidente, amiga de Camilo Torres, dueña de una galería muy importante en Bogotá. Rica, elegante y hermosa. La ví de joven en El Cisne y era hermosa; la volví a ver cuando fui a recibir el premio Simón Bolívar, se sentó al lado mío, y era una mujer amargada, separada de su esposo que no paraba de hablar. Ella inspiró Miss Catharsis -me comentó.
En el documental de Camilo, hecho
por Francisco Norden, sale Rita Restrepo de Agudelo, quien en algún momento
quiso irse con Camilo a la guerrilla. Una mujer elegante, de “belleza eslava”.
Al final, una mujer rota.
Como al parecer, es la vida.
(1)Todas las referencias al cuento están tomadas de la edición de Seix Barral de Marihuana para Göering, cuentos casi completos (2022)
(2) Aunque
Gabo ha sido citado varias veces, de diferentes maneras la cita actual fue
tomada de:
Foto de Rita Restrepo de Agudelo,
tomada del documental Camilo
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