POLÍTICA Y PAYASOS

 

Hace unos días unas muchachas del movimiento Just Stop Oil arrojaron una lata de Sopa Heinz sobre el cuadro Los Girasoles de Van Gogh, con el propósito de llamar la atención sobre la política británica sobre petróleo y carbón: según sus declaraciones, por la política en curso, “las personas no tienen ni para calentar una lata de sopa”, si entendí bien, debido a la explotación del petróleo y el gas, que se encuentra subsidiada, y por ello, las pobres gentes británicas no tienen para comer.

Obviamente, esto es una simplificación, y el razonamiento de ellas es más complejo; pero la sociedad no lo vio así. Destruir una obra de arte, para llamar la atención sobre un problema, no parece una forma lógica de hacerlo. De hecho, el acto, lo ata a episodios de iconoclastia, hechos de destrucción del patrimonio cultural del pasado, la caída de estatuas por fanatismo religioso, etc. No importa que las muchachas dijeran que sabían que el cuadro tenía un vidrio, aquí primo lo simbólico y el rechazo fue general. Al final, quedaron como unos payasos inconscientes. Pero si lograron algo: llamar la atención.

No son las únicas que hacen actos de payasada. La gran mayoría de los artistas (al final, aunque tenía un mensaje político, el episodio no dejaba de ser un acto artístico) como los políticos son gente que llevan vidas diferentes, porque hoy su éxito depende de su habilidad de captar nuestra atención.

Vemos la misma dinámica en el sistema político. Que entren los payasos (Send in the clowns). Nuestros políticos, de Colombia y el mundo, se han vuelto cada vez más ridículos, porque así es como se hacen notar. Si quieres hacer una carrera en la política, tienes que encontrar alguna manera de llamar la atención del público. Dado que lograr algo importante requiere tiempo y talento, la mayoría de las personas simplemente encuentran alguna manera de entretener al público, invocando lo obvio, lo que con el tiempo, y bien trabajado, trae aplauso y llama la atención. Por eso, hay tanto influencer o actor que, despues de un tiempo en las redes sociales, termina aspirando a cargos públicos. Lo que no se dan cuenta, es que en el camino se han degradado por completo. Cuando llegan, descubren que la payasada no sirve, frente a asuntos más serios.

Acaba de caer Liz Truss, quien remplazo a Boris Johnson, cuya carrera en gran medida fue hacer de payaso en el escenario. Un Mr. Bean de primer ministro. Ganó porque era el más divertido, y el que más bonito hablaba (es decir, decía lo que la gente quería oír). Mal para los Tories, que ahora después de la caída de Truss, tienen una colección de extras coloridos que sirvieron de apoyo a Boris el payaso. Pero la crisis económica a la vista, se exige competencia, no actos de Carnaval. A ver si escogen un payaso más, o alguien más o menos competente.

Sin duda se puede culpar a EE. UU. de haber traído la payasada a la política. Algunos dirían que Ronald Reagan fue el tipo más responsable de convertir a Washington en un Hollywood para la gente fea. Pasó su vida como actor. Se hizo famoso como presentador de televisión y de fiestas oficiales. Esas habilidades perfeccionadas durante años en el escenario resultaron ser muy útiles en la política, que en ese momento se hacía en la pantalla chica. Su facilidad frente a la cámara lo convirtió en una estrella política. El gran comunicador le decían. No sabía nada de nada, pero al menos se rodeó de gente competente, que incluso le decía que pensar sobre cierto tema. En mucho fue un muñeco ventrílocuo de las élites republicanas de su tiempo. El presidente de Ucrania, hoy un héroe, era un actor muy conocido en su país, antes de llegar a la presidencia. Viendo a Iván Duque como presidente, no dejaba de pensar, que sería un excelente presentador de televisión. Quizás parte de las críticas a Gustavo Petro se originen en el hecho que carece por completo de fotogenia, carisma y encanto para la televisión; a diferencia de su esposa, que lo tiene de sobra.



Independientemente de a quién se culpe, la verdad es que nuestro sistema político no es más que entretenimiento. Llame la atención de la masa, y tendrás buenos resultados. Como resultado, selecciona el tipo de personas que están dispuestas a degradarse por atención, porque la atención es la moneda del reino. 

Como espectáculo está bien, y quizás es parte de la naturaleza de la democracia. Pero no es lo que se espera en un tiempo turbulento. Lo último que alguien quiere a su alrededor en una emergencia es una reinona del drama que busca llamar la atención, o desviarla culpando a factores externos de la situación, pero eso es lo que llena cada capital occidental ahora: Recesión mundial, la guerra en Ucrania; las monedas devaluadas, el conflicto en Ucrania; Inflación, es el gas ruso; duro invierno, el gas ruso; la guerra en Ucrania, la falta de compromiso de occidente; la escasez de mercancías, por asuntos de logística causadas por la guerra. Al final, la responsabilidad es de todos, pero de ninguno en particular. Nadie sabe qué hacer porque nuestros políticos no fueron contratados para ser competentes. Fueron contratados porque eran entretenidos.

Dicen que la madre naturaleza aborrece el vacío, pero estamos a punto de saber que tampoco le gustan los payasos. Si dejas que los payasos deambulen libremente, terminas con un circo. Eso es lo que hay.

 

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