LA PERICIA OLVIDADA
Vivimos en una era
de experiencias en serie. Ya he perdido la cuenta, pero al menos vayamos 5
años atrás: Primero éramos expertos en cambio climático, lo creyéramos o no, y
en consecuencia en proponer soluciones a ello. Luego llegó el covid, y nos
convertimos en epidemiólogos expertos capaces de descalificar a la OMS, y
proponer diversas soluciones: ¿Alguien se acuerda de la Ivermectina, de las
discusiones sobre vacunarse o no? Nos
llenamos de razones a favor o en contra, pero aún somos incapaces de distinguir
entre pandemia, epidemia y endemia, pero si discutir sobre ella. Llego la
guerra en Ucrania, nos hemos convertido en estrategas militares, analistas geopolíticos,
historiadores expertos en las relaciones ruso-ucranianas, y por último, en economistas
internacionales
“Follow the
money” se cuenta que les sugirió Garganta profunda a los periodistas del
Watergate para investigar el escándalo. Bingo, esa era la vía. La economía es una
de las dos especializaciones que tenemos. Todos tenemos opiniones
sobre el tema en particular de este campo que no son proporcionales a sus pruebas
o hechos probatorios. Pero tengo la percepción que los economistas no son mucho
mejores haciendo predicciones, aunque son tantas que alguna al final se hace realidad.
Algunos economistas
parecen estar especialmente dotados, ya que, a pesar de muchos pronósticos, se
equivocan en todo. Un amigo, ese si con título de economista y que trabaja en ello como profesor, es decir
con algo de autoridad real, me decía que las proyecciones del Banco Mundial son
famosas por su inexactitud. Esto seguramente implica un tipo de conocimiento,
es decir, una capacidad negativa para predecir: son erradas, pero al menos sirven de referencia. Y muchos economistas me parecen tontos, aunque
indudablemente inteligentes. Los peores son los que además de economistas
son a la vez funcionarios públicos. Dos conversaciones oídas en radio se me
hicieron memorables por su argumentación elaborada y su evidente tontería: Una
de ellas, era del viceministro de salud, que durante la pandemia del Covid, informaba
sobre las reglas para el uso de piscinas públicas, con las medidas para guardar
la distancia, uso del tapabocas, amenaza de multas, y normas similares. La otra
fue de un funcionario del Banco mundial explicando las consecuencias del covid
sobre la economía y el tiempo de recuperación de esta. “Puede que dure,
puede que no.” fue el resumen de la charla: Un “no sabemos a ciencia
cierta”, hubiera sido mas honesto, pero un experto no puede decir eso. Los
ingleses tienen una palabra para describir a estas personas: Panjandros
(Panjandrum) como descripción de funcionario engreído, que mezclan a la vez
seriedad y pomposidad, pretenciosidad y ostentosidad. Solemnes y a la vez huecos,
estos personajes abundan en el gobierno, aunque cada vez mas abundan en las
redes sociales.
El otro gran punto
donde todos somos especialistas crónicos es la política. Ayer (es decir, no
hace mucho) fueron Trump y el riesgo que representaba, apenas ayer las
elecciones francesas, y crónico, tal vez, los 4 años de este gobierno y la
constante alusión a la crisis nacional, que de acuerdo al interés de turno lo
remontan a 4, 8 o 20 años según el color político y la ideología que predomine
en nosotros. Digo predomine, porque he escuchado propuestas desde la izquierda
que son verdaderas odas al más rancio conservatismo, como propuestas de derecha
que son música para los oídos del izquierdista mas radical. Pero al final,
todos somos Panjandros: Hay que ver a los candidatos hablar sobre cualquier
tema, y cuando se les pregunta sobre como hacer posible la propuesta, se llenan
de frases, generalidades y galimatías incomprensibles como “Vivir sabroso”,
reformas gaseosas en pro de la justicia social, alusión al orden y oportunidades, o Vamos
a hacer de esta crisis una oportunidad.
Como ya todos son especialistas (miren las redes sociales para descubrir
que abundan) en esos temas, ya no hay de verdad especialistas.
Como soy
especialista (si, yo también) en el sentido que todo el mundo es especialista, tanto
como el borracho de la tienda, podría escribir un texto muy largo sobre la
imprudencia, idiotez, pomposidad y superficialidad de las propuestas.
No quiero arrojar
dudas sobre la idea que la experiencia es una forma de ser un “Jack all
trades, master of none”. Pero la realidad es que la tarea mas importante de
un ciudadano al elegir es reconocer una cualidad que no se menciona: La
pericia, entendida, no tanto como el conocimiento, sino como habilidad para
resolver de forma satisfactoria una situación. También, ser capaz de reconocer
sus propios límites. Al paso que vamos
la experiencia será una forma de no saber nada.
Imagen tomada de: https://comercioyjusticia.info
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