EL DISCURSO DEL VENCIDO.... NO, EL DEL VENCEDOR

Un amigo subió en FB el discurso de Putin, para justificar la invasión y ataque a Ucrania. Más allá de lo que dijo, mi amigo, abogado, señaló que había que escuchar a las dos partes antes de tomar una decisión. Hasta cierto punto, era una voz razonable.

El discurso de Putin, me recordó un texto que escribí hace dos años que se titula, La voz de los vencidos (pueden leerlo aquí). El texto, curiosamente es sobre cine, sobre una obra maestra llamada El Nacimiento de una nación, de D.W. Griffith. Una obra que para los tiempos de hoy, es por decirlo menos, problemática. Problemática, por su visión racista del período de la reconstrucción en EE UU, y el papel del Ku Klux Klan como defensor del orden, frente a la anarquía de esos años.  Cuando se presentó en 1916, la sociedad se dio cuenta que estaba frente a una obra maestra, y a la vez racista, de allí que un siglo después, esta discusión continue, y voces se alcen solicitando la cancelación de esa obra.

Bueno, pero el texto escrito como tal señalaba varias cosas: Una, que estaba basada en una obra titulada The Klansman del pastor Thomas Dixon (1864-1946) miembro de una familia sureña que perdió todo al final de la Guerra civil y el período de la reconstrucción. Dos, que Dixon sentía que el Norte, no entendían a los sureños y por eso escribió su obra de alguna manera reivindicando eso, y tres, que los sucesos descritos por Dixon, ocurrieron en varias partes del sur, lo que llevó a los derrotados confederados, a organizarse en grupos de autodefensa, y el que mas éxito tuvo, fue el Ku Klux Klan.

Cuando veía el discurso de Putin, pensaba en lo escrito. Si aceptamos lo dicho por Dixon, y sabemos que es cierto, nada nos impide entender el discurso de Vlad. Claro, los rusos etnicos son discriminados en las exrepúblicas soviéticas, en Ucrania incluso son masacrados, la OTAN y la Unión Europea han incumplido las garantías dadas a la antigua URSS, y en Ucrania hay grupos neofascistas con la anuencia del gobierno, cobrando viejas deudas. Pero como se cuenta que dijo Freud al llegar a Londres, huyendo de los nazis en 1938:

-Lo comprendo todo.

-Comprenderlo todo, es perdonarlo todo. -dijo un periodista.

-No, comprenderlo todo es comprenderlo todo. – replicó Freud.

Comprender o entender, no es perdonar, ni permitir. Yo puedo entender que una persona al perder un ser querido por asesinato, sienta deseos de venganza. Incluso, antes la ley lo permitía: “ojo por ojo, diente por diente” nos permitió el colérico Yahvé del Antiguo Testamento. Sin embargo, su hijo nos insistió que pusiéramos la otra mejilla. Buena parte de el derecho se ha movido sobre estas dos premisas, con predominio al final de la última. De ahí que puedo entender el deseo de venganza, pero no permitirla si está a mi alcance.

No dejo de pensar que en los tiempos que corren, donde al parecer vivimos ofendidos de manera permanente por algo, pareciera que el “ojo por ojo” ha vuelto con fuerza. Siempre ha existido, pero en una trabajosa construcción que tiene mucho de ficción llamada derecho, se crearon límites, para no agravar las cosas, dando una respuesta que un tercero considerará proporcionada. Por desgracia, en la opinión pública hay una creciente corriente que las ofensas deben cobrarse, y oyendo el discurso de Putin, le conceden la razón y Ucrania merece ser castigada. De allí que mucha gente vea a Rusia como un oso rodeado de lobos, que se pregunten como un amigo sobre la doble moral que en su opinión domina al mundo: “es para una tarea: ¿Cuantos embargos ha sufrido EE UU por las invasiones que ha hecho?”, etc.



Todo eso eran tonterías que desvían la atención del asunto central. Como entender no es aceptar, lo que dice Putin es entendible, pero no aceptable. El inconveniente básico, como la obra de Dixon que narraba atropellos ciertos a los vencidos, eso no hace a los vencidos ni a los vencedores buenos. El KKK impuso su punto de vista, y cometió atropellos similares o mayores que quedan en la psiquis del pueblo. Igual pasa con Ucrania: los progroms zaristas, el Holodomor, las deportaciones soviéticas, las campañas de rusificación, son hechos todavía presentes en las psiquis de los ucranianos, tentados también a cobrar venganza contra los hijos de los verdugos.

Así que cualquier lectura del discurso de Putin, debe hacerse considerando todas estas variables, junto con el derecho internacional, esa construcción surgida después de 1945 para resolver los conflictos, las agresiones y diferencias entre estados. Al contrario de lo que se cree es una construcción que ha resultado eficaz hasta cierto punto. No impide guerras, pero al menos no crecen hasta volverse un conflicto mundial. Tampoco, y eso es una grave límitación, no los resuelve, y deja que se eternizen: Israel y los palestinos, Chipre, el Sahara Occidental, Somalia, son ejemplo de anterior. Pero es lo que hay, y funciona razonablemente bien.

Lo hecho por Putin es el mayor desafío a esta construcción. La vuelta al ojo por ojo, a la ley del mas fuerte, a las teorías del espacio vital. Occidente y Ucrania tienen su parte de responsabilidad en toda la situación, pero el discurso es el del agresor, del vencedor…. y del opresor. Eso no debe perderse de vista.

Imagen tomada de  https://www.elperiodico.com

 

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