UNA PELÍCULA PARA LA TRISTEZA NAVIDEÑA
Es habitual y casi tópico, ver en una película americana sobre la Navidad, un personaje que al parecer no tiene con quien pasar las fiestas. Vemos al personaje, solo en su casa, con la televisión prendida, pasando los canales, y en algún de esos canales, presentan la película de Frank Capra It's a Wonderful Life (Que bello es vivir).
La película, basada en un cuento (The greatest gift) del historiador de la guerra de secesión Philip Van Doren, de claras reminiscencias dickensianas, está protagonizada por James Stewart que interpreta a George Bailey, un hombre que ha sacrificado gran parte de sus sueños por ayudar a los demás, quien, en la víspera de la Navidad está a punto de suicidarse por una serie de hechos que amenazan su vida y sustento. Justo cuando está listo, ve a un anciano que se está ahogando, y corre a salvarlo. Luego de esto, el anciano le dice que es su ángel de la guarda, que ha sido enviado para ayudarlo a ver el valor de su vida.
El ángel (Henry Travers) y George Bailey (James Stewart)
El ángel es un poco chapucero, y después de 200 años aun no tiene alas, por lo que fue enviado para ayudar a George en su hora de crisis. Deprimido, Bailey dice que desearía no haber nacido nunca. El ángel le concede ese deseo. George descubre que su esposa es una solterona amargada, que su hermano, héroe de guerra al que salvo de ahogarse a los 11 años, descansa en una tumba en el cementerio: No había nadie para salvarlo; que su madre es una viuda solitaria que regenta una pensión, que el farmacéutico del pueblo ha salido de la cárcel por haber matado accidentalmente a una persona al elaborar una medicina: George no estaba allí para salvarlo, al darse cuenta que el farmacéutico estaba deprimido por la muerte de un hijo, y eso lo distrajo en la preparación de un medicamento, que iba a entregar por error, si no es por la intervención de George. Ademas, George es un extraño en su propia ciudad, a la que no reconoce.
George ve los resultados del mundo sin él, y llega a entender el valor de su vida. Pide volver a ella, aunque eso signifique volver a los problemas que tenía. Su oración es respondida, y se apresura a volver a casa con su esposa y familia. La película termina con el ángel con sus alas, y el pueblo que llega a su casa con dinero y ayuda, ya que se enteraron de que estaba en dificultades.
George, su esposa y su hija
Sorprende que esta película de poderoso mensaje fuera un fracaso de taquilla cuando se estrenó. Claro, 1946 fue un año de películas extraordinarias: Los mejores años de nuestras vidas de William Wyler, El filo de la Navaja de Edmund Goulding, Notorious de Alfred Hitchcock, Breve encuentro de David Lean, por mencionar algunos títulos se produjeron ese año. Fueron años donde el público quería ver películas positivas después de pasar por una guerra y la depresión económica que siguió.
Es una película muy realista, pese a su final feliz. George Bailey es un hombre conducido a la desesperación, no es superhéroe, es solo un hombre común, llegando a los 40, luchando contra la realidad de la vida. Mas que una película infantil, es para un publico adulto que vive el desengaño: En su momento, de héroe de guerra, a hombre común.
En los años 80 la película ganó una nueva audiencia porque se proyectó en televisión los días de la Navidad. La generación representada comenzaba a morir, y sus hijos, los baby boomers abandonaban los excesos de los años 70 y se embarcaban en la revolución conservadora de Reagan de los 80. La nostalgia, y la evocación de los valores tradicionales hicieron el resto.
Al final, es inevitable la comparación generacional. Las personas que vieron la cinta por primera vez sabían que los George Bailey existían, que las cosas no siempre funcionan. Muchos hicieron lo correcto, y eso tuvo consecuencias: la gran depresión los arruinó, o fueron a la guerra y murieron, o quedaron mutilados en combate, o vieron que aquellos tontos que se quedaron ascendieron. Sabían que en la vida puedes hacer lo correcto, pero no es suficiente; la vida es tremendamente injusta.
Sus hijos eran algo diferentes: Agotada la revolución de los 60 y 70, la revolución conservadora de Reagan era una vuelta a las reglas, a las virtudes del trabajo duro, y la integridad, que volvieron a ser importantes. George Bailey no fue salvado por un ángel, sino por personas comunes que valoraban las cosas que él valoraba, y estaban prestas para acudir en su ayuda en hora de necesidad. Volvieron la solidaridad, la familia, la compasión, la unidad social, en una sociedad individualista, que había pasado por momentos de desenfreno.
La popularidad persistente de la película es un recordatorio, que por muy individualista, cínico e inmoral que sea el mundo, una sociedad requiere elementos que proporcionen estructura, unidad y significado a la vida de sus miembros. Cada año, una sociedad cada vez mas materialista, proyecta un 24 de diciembre una vieja película que recuerda que hay cosas más allá del dinero y la búsqueda del placer individual. Como familia, solidaridad o compasión. Que bello es vivir es un buen compañero de momentos de tristeza en estas épocas.
Imágenes tomadas de: https://www.espinof.com/criticas/que-bello-es-vivir-una-obra-de-arte-inmortal
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