LECTURAS VAGAS - UNA LATITUD MUY FRÍA DE FELIPE PRIAST CHICA.


Al cartagenero Felipe Priast (1969-) lo conocí en Facebook. Amigos e intereses comunes nos conectaron. Después participamos en un portal de opinión llamado Doble 7, donde Felipe era la voz internacional del proyecto.  Porque eso es lo primero que hay que decir: Felipe reside hace mas de 20 años fuera de Colombia. Nos comentó alguna vez que había escrito una novela, y nos dijo que era de espionaje, cosa que nos sorprendió.

El caso es que hace poco leí su novela, Una latitud muy fría que se publicó en Bogota en el 2007. En su contraportada presenta a Felipe como un apasionado en la historia militar y a la vez un devoto de la obra de Graham Greene, Len Deighton y John Le Carre.  Lo de la historia militar me parece exagerado, creo que a Felipe le apasionan muchas más cosas,  pero que sabe mucho de la historia militar del siglo XX, en particular del tema del espionaje, doy fe de de ello.

No conozco novelas de espionaje que tengan por escenario Colombia. Un sondeo con amigos y lectores arrojó resultados negativos en este punto. Algunos autores de novelas de espionaje han usado Latinoamérica como ambiente para sus historias:  Recuerdo a Le Carre en El sastre de Panamá, o Graham Greene con Nuestro hombre en La Habana.  En cualquier caso, una novela de espías ambientada en Colombia es una rareza y mas sí es por un autor colombiano.

La novela comienza en el 2005, un tiempo de cambios en el mundo del espionaje: La cortina de hierro ha caído y los servicios secretos se encuentran en busca de un nuevo enemigo, o a quien este dispuesto a pagar por ello. El agente Karl McIntyre se encuentra en Bogotá, en un trabajo que siente un castigo. Una accidentada operación anterior suya termino con la muerte de un compañero y la pérdida de medio millón de dólares, y sus superiores desconfían de su conducta. McIntyre lo sabe, pero además de recuperar su buen nombre, debe buscar un futuro, es decir un enemigo.  Ha ocurrido el episodio de las Torres gemelas, y la invasión a Irak. El enemigo, en este caso, son los árabes: McIntyre, sin el conocimiento de sus jefes esta aprendiendo ese idioma. Hasta que un día recibe una asignación para investigar el origen de un cargamento de 100 toneladas de cocaína decomisadas en el puerto de Galveston, Texas; un episodio donde se sospecha de carteles de droga colombianos, mexicanos y la posible participación del gobierno cubano. McIntyre debe darle respuestas a sus superiores, cuando pasa por una crisis existencial. Se siente estancado, deprimido y se resiste a comprometerse con su novia colombiana, y el país le parece un lugar cercano al infierno.

A partir de ese momento se desarrolla una historia de mentiras, medias verdades, intereses ocultos, y episodios sórdidos muy bien hilvanada, y que en su desarrollo muta de forma inesperada. McIntyre pasa de ser un Harry Palmer, a un James Bond clásico, en un relato que no decae, y con giros inesperados en la historia, a la manera de la novela de espías clásica. Los personajes secundarios son vívidos y bien construidos: los superiores son oscuros burócratas que añoran los tiempos de la guerra fría, de mentes retorcidas dispuestos a todo para hacer cumplir sus objetivos. Los compañeros de Karl son complejos, algunos auténticos criminales; otros con un código de ética, la mayoría una mezcla de los dos.  Estamos pues ante una historia entretenida, que no decae en ningún momento

Para mi gusto, las historias de espionaje, saca de pronto relatos del pasado del protagonista que sirven para dar un giro inesperado a la historia. Felipe lo usa, y es válido su uso. Como lector no estoy acostumbrado a esos artificios y me parece inaceptable. Siempre he sido partidario de la “teoría del pañuelito”: En un crimen sin explicación, al lado de la víctima hay un pañuelo con un monograma inexplicable, y que se pasó por alto en el pasado; este vuelve 120 páginas después, dando la respuesta que desenreda la historia. Felipe no lo usa, simplemente nos revela algo que no sabemos y que da un giro a la historia. La explicación es verosímil, y en el ritmo del relato, se acepta. Igual es un recurso usado en la novela de espías.

Tal vez los reparos que tendría al libro vendrían del aspecto editorial: La portada, la contraportada y las solapas son horrorosas, y de un pésimo gusto. Igualmente, me parece que en ocasiones al autor le hizo falta investigación y un mejor desarrollo de la ambientación, en particular cuando la historia se desarrolla en Colombia. A veces tuve la sensación de que mucho de lo que se describe es tomado de guías turísticas, haciendo cojear el relato. Esto, con un buen editor, hubiera podido mejorarse mucho.

De todas formas, estamos ante una obra que merece mas atención que la que tuvo en su momento. Es un esfuerzo notable de hacer algo nuevo y original en Colombia.

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