A PROPÓSITO DE GRACE


A finales de noviembre, me encontré a un amigo médico. Lo salude y le pregunte:
-¿Qué hay de la vida de tu hermano, sigue en Londres?
- Bueno, está aquí de visita, pero ya no vive en Londres, sino en Nueva Zelanda.
- ¿Qué, poniendo distancia entre él y Barranquilla?
-Realmente, si lo miras esta mas cerca, pero me dice que la vida es mas tranquila allá.  Deberías ir a verlo, esta con su mujer, una neozelandesa que practica el cross-fit.

Eso hice el pasado 10 de diciembre. Omar, así se llama mi amigo, me saludo efusivamente y nos pusimos a conversar en la terraza de su casa, sobre nuestras peripecias de vida en 10 años de no vernos. En un momento de la conversación, una mujer musculosa, rubia e imponente,, bañada en lágrimas, se acerca a Omar y le dice:

-Grace is dead.

Omar se quedó consolando a la mujer, y luego me la presento. Era su pareja actual, una persona muy agradable pese a la accidentada presentación. Omar después procedió a explicarme que pasaba:

-Un día antes de viajar se reportó en Auckland la desaparición de una muchacha británica llamada Grace, y al parecer la han encontrado muerta.

- ¿Ah caray, y así reaccionan allá?
-Bueno, parece que eso les ha afectado mucho.
-Me parece muy sensiblero, si no es de la familia no creo que dé para tanto.
-Allá son así - me reitero Omar.

Si dio para tanto. Después seguimos conversando, pero en mi cabeza quedo dando vueltas la noticia. La busque en internet y era en líneas generales como resumió Omar: Grace Millane era una muchacha británica que estaba en año sabático después de graduarse de la Universidad, y llego a Nueva Zelanda, donde fue asesinada por un sospechoso de 26 años que al parecer había conocido horas antes.

Obvio que fue un crimen horrible, pero lo que me llamo la atención fueron las muestras públicas de emoción por lo sucedido. Vigilias, flores, velas encendidas, abrazos y lagrimas a montón. La primera ministra Jacinda Ardern se disculpo en nombre del país por el hecho que “este horrible crimen haya sucedido aquí”. No fue de hecho, la única que se disculpó: Varios famosos y políticos lo hicieron en nombre suyo o de el país. La familia de Grace abrumada, agradeció las muestras de solidaridad y apoyo.

Digo me sorprendió, porque si bien he visto muestras de identificación del público con algún hecho en particular, aun me sigo preguntando si esta emoción es autentica o el resultado de una respuesta primaria al llamado de la manada. Es decir, la necesidad de decir algo, porque si callamos somos malas personas, así no nos toque de forma directa. Pese a mi deseo de simpatía y solidaridad, encuentro algo fuera de lugar en todas esas emociones y disculpas presentadas. Si la historia al menos muestra algo, es que ocasionalmente surgirán asesinatos, incluso en las mejores circunstancias sociales. De hecho, Nueva Zelanda es un país con una tasa de homicidios muy baja, lo cual explicaría en partes las reacciones presentadas.

Velas, flores, ositos, vigilias, abrazos, cánticos. Ceremonias neopaganas que no entiendo, la verdad. Creo que si le preguntara a quienes participan dirían que son “espirituales, pero no religiosos” una frase un tanto untuosa para describirnos como diferentes a los demás, como, por ejemplo, quien escribe estas líneas.

No es algo nuevo; que recuerde, cuando murió Lady Di, las muestras de dolor fueron tan grandes que obligaron a la Reina Isabel a manifestarse con palabras amables sobre ella, ya que entendían que su silencio no era muestra de dolor, sino crueldad e indiferencia. Ese es tal vez el punto. Estas manifestaciones de dolor tienen algo coercitivo, como si quienes no se unen, fueran unas malas personas.  Los políticos lo saben y por eso las declaraciones de la primera ministro y las figuras públicas. Resumiendo, si no muestras tu dolor en publico eres una mala persona.

Ahora, no quiere decir que este en contra de las manifestaciones publicas de dolor, pero preferiría que no lo hicieran. Se ha perdido valor en el recogimiento y el respeto al sufrir el dolor en privado. Si todo es motivo de manifestaciones publicas excesivas, al final la emoción es demasiado superficial para ser sentida de verdad.

Imagen tomada de www.theindependent.com.uk




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