Mi querida Señora Merkel
Mi querida Señora Merkel. Ya he visto como tres veces el vídeo
donde usted acaricia a Reem la niña palestina a quien dio respuesta tan
expedita sobre su solicitud de asilo.
He visto como la acusan a usted de ser una mujer sin corazón, no
solo por el episodio de Reem, sino porque la acusan de doblegar a Grecia, e
imponerle condiciones humillantes.
Señora Merkel, yo sé que usted no tiene hijos, que estudio física,
que su apellido de soltera era Kasner, que Merkel es el apellido de su primer
esposo, y que su actual esposo, Joachim Sauer no gusta de salir en público. Y
lo entiendo: Su pobre marido salir en la prensa en la reunión de Primeras
damas, como sucedió en una Cumbre del G-7.
A Margaret Thatcher, la llamaron la Dama de Hierro, por su
inflexible postura frente a la URSS, apodo que además se reafirmó al negarse a
negociar con los huelguistas de hambre presos del IRA, algunos de los cuales
murieron por ello. En un aspecto cómico, a la Thatcher la llamaban “La niñera
nacional” por su costumbre de sermonear a los Británicos en su conducta.
Señora Merkel, le quiero decir que la entiendo. Usted es no solo
una mujer firme, sino el representante de un país donde el respeto a la ley es
sagrado, y los procedimientos deben seguirse. Quizá ciertamente, eso en exceso
es malo: Alemania nos brindó algunos de los más grandes compositores
(Beethoven-Hindemith), alguna de la filosofía más grande (Kant-Marx-Hegel), y
un personaje tan desagradable como el inefable Adolfo. Ustedes ya aprendieron
la lección: Mientras en mi país los políticos chillan cada tanto solicitando referendos
sobre temas polémicos, ustedes los prohibieron, porque gracias a ellos, su
Adolfo justifico su régimen. Aquí aun, los llamamos democracia representativa,
al gusto del reyezuelo de turno.
Pero le reconozco que esa disciplina es la que ha hecho grande a
su país, y esa sensación de que son iguales ante la ley, la respetan. Al fin y
al cabo lo que usted le dijo a Reem fue que hay un estado, unos procedimientos
que cumplir, que ud puede ser la Canciller, y puede que tenga el poder de
agilizar todo, pero también es cierto que el tráfico de influencias no es
permitido en Alemania, ni aun para la Canciller. Y que el estado, le dará una
respuesta, buena o mala, tarde o temprano.
Sra. Merkel, yo eso lo admiro. Vivo en un país donde para que el
estado ande, se requiere que alguien muestre interés, tenga poder y ganas. Un país
donde un Presidente pide a las autoridades resolver un crimen, y da plazo, cual
reyezuelo, a que la autoridad responda. Un país lleno de leyes que son letra
muerta, y se ponen trabas a leyes o decretos ya aprobados. Un país donde hay muertos con recompensas de primera y recompensas de segunda, como se ve a
cada rato. Un país donde es normal que la falta de autoridad sea reemplazada
por episodios tan llamativos como “Ud. no sabe quién soy yo”, o “Le parto la
cara marica” junto a un aspecto más macabro,que la gente aplique la Ley por su mano
con los delincuentes, y que pensemos que el estado, con sus procedimientos no
nos protege, sino que nos hace la vida más difícil.
Este es un país, donde es muy normal y es hasta bienvenido cohonestar conductas
delictivas, y hacernos los que no sabíamos. Donde se percibe que la ley se escribe al vaivén
de los intereses de turno. En su Alemania, Sra Merkel, la ley es dura, pero es
la ley y es para todos. Por eso entiendo su respuesta, y la comprendo. En
Alemania hay lugar para la compasión, pero esta también viene con la igualdad,
y la aplicación de la justicia.
Ah, por cierto, Feliz Cumpleaños, Señora Merkel.
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