EN LA FILA DE UN BUS

 


Pensemos en la fila de un bus.

La gente hace fila esperando (si es que la hace, pero digamos que la gente es correcta y respeta el orden de llegada) el bus; este llega y va tan lleno que no caben todos. Al final es el conductor el que decide si hay espacio o no, o la persona que decide quedarse abajo por alguna razón, y los demás le imitan. A lo mejor alguien detrás se sube. Nadie se queja; todo parece normal. Pero no lo es.

Piensen en lo que sucedería si políticos, sociólogos, psicólogos, abogados e intelectuales de cualquier tipo se encontraran entre ellos, y se pusieran a reflexionar. Imaginemos algunas preguntas:

En aras de la justicia ¿Por qué deberían ser los primeros en subir los que llegaron primero? ¿Solo porque llegaron primero, significa que su necesidad de llegar a su destino es la más urgente? Claro que no.  ¿Es justo esto? No. Así como pueden ir a su trabajo, puede ser que vayan a visitar a una novia, estén perdiendo tiempo para llegar a una reunión, o simplemente disfrutan de montar en bus porque no tienen nada mejor que hacer. A lo mejor, posiblemente llegaron primero a ello por eso, porque tienen tiempo de sobra. Es justo analizar las causas y determinar el orden de prioridades. Los que van al trabajo, los que van a una cita médica, los que tienen una diligencia urgente, deben ser prioridad por encima de los que tienen tiempo de sobra.

Por supuesto, el político y/o el burócrata dirá que, para tener elementos de juicio, es necesario hacer un análisis y una investigación que permita clasificar y otorgar puntajes según diversas variables. Listo, hagamos la investigación. Pensemos en esas variables:

Los que van al trabajo, y los que están trabajando vs los otros.

Un momento ¿Quiénes son los otros? Es necesario clasificar con más detalle. Analicemos opciones (no exhaustivas). Podría ser así:

Los estudiantes

Los pensionados

Los que van a un evento particular

Los que no están haciendo nada

Los Otros (favor indicar)

Listo, ya tenemos una forma para brindar algo de justicia a la fila. Se establece un sistema de puntos y ya tendremos un mundo más justo.

Un momento, dice el sociólogo. Es necesario evaluar las razones profundas del viaje. Es necesario buscar mas razones. No es justo que una persona cuyo trabajo impacte vidas no tenga prioridad sobre el que impacte menos (Explicación: No es lo mismo un médico, una enfermera, un gerente, un alto ejecutivo, que un mensajero, que un técnico de bodega. No se debe decir, claro, pero una categoría es de primera: Un burócrata). Suena lógico y se añaden estas variables:

Trabajador: Indique su trabajo.

Lo mismo para el estudiante: ¿Sólo va a clase?, o va a entregar un trabajo o hacer un examen. Si es docente lo mismo.

Los que van a un evento particular por favor defina:

Van a una cita de tipo médico.

Van a consignar dinero en el banco

Van a visitar a la familia y o amigos

Indique en esta categoría si es

Padres

Hijos

Novia

Familia extendida

Amigos

Podría seguir, pero que la idea se entiende: serán necesarias investigaciones y clasificaciones más detalladas.



Pero no podemos ser completamente utilitarios en nuestro enfoque sobre quién debería subir primero al autobús en condiciones de escasez de espacio. No debemos ser inhumanos. Los ancianos, niños, enfermos y discapacitados también tienen sus derechos, y prioridades consagradas constitucionalmente. No incluyamos las mujeres para no enredarnos en temas de género, pero de seguro se harán estudios a futuro.  También dejemos de lado el tema de que se considera un enfermo. ¿Una persona con depresión tendrá prioridad sobre, digamos una “persona menstruante” con dolores incapacitantes? Dado que el sufrimiento es un estado subjetivo, los SABIOS determinarán el formato de evaluación en este punto. ¿y hablando de sabios, quienes conformarán el comité evaluador? Un abogado; por supuesto. Un sociólogo, claro que sí. Un burócrata: Por supuesto, el transporte es un servicio público. Un trabajador social: obvio. Pero debería darse voz a quienes hacen el trabajo: Un sindicato, un representante de los conductores, e incluso, de los propietarios, y del público en general.  

Espero que a esta altura haya quedado claro que la asignación justa y compasiva de plazas limitadas en un autobús a quienes esperan en largas filas no es un asunto sencillo, sino sumamente complejo. No puede ser simplemente una cuestión de "primero en llegar, primero en ser atendido", equivalente al laissez-faire en economía. Es necesario desarrollar una escala que permita una distribución” justa y compasiva”, que además reduzca la desigualdad social resultado de la injusticia que gente sin nada que hacer abuse del servicio, lo congestione con consecuencias funestas.

Hecho el formulario, podrá desarrollarse un sistema que permita con máquinas, clasificar a las personas, establecer una puntuación y un orden de entrada. Hemos logrado la justicia. Un momento, dice el que no falta. ¿Qué hacemos si la persona miente sobre ello? En principio debe caer sobre ella todo el peso de la ley. Bueno, una opción es un sistema de inspección, responde el burócrata. Para financiarlo serán necesarios nuevos impuestos o sobretasas. Dejemos de lado temas como el derecho de la persona a rebatir los resultados de la puntuación, eso es caja menor. La buena fe se debe presumir en las respuestas dadas, añade el abogado.

Lo que está claro es que el sistema actual de filas para los autobuses es intrínsicamente injusto, al menos si valoramos la justicia y la compasión. Deberíamos estar muy agradecidos a políticos, sociólogos, psicólogos, abogados e intelectuales por llamar nuestra atención sobre esto y brindarnos los medios para superar un problema previamente desconocido, y que no era necesario resolver.

Imagen tomada de: https://x.com/LaPazBUS/status/1092482921955450880

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