MISTER SEXO
UNA LECTURA DE SERVICIO COMPLETO: MIS
AVENTURAS EN HOLLYWOOD Y LA VIDA SECRETA SEXUAL DE LAS ESTRELLAS (Anagrama) DE SCOTTY BOWERS
En el 2011, Se publicó Servicio completo: Mis aventuras en
Hollywood y la vida secreta sexual de las estrellas, la vida y memoria de un
hombre que si hemos de creer fue muchas cosas en la vida: George “Scotty” Bowers
(1923-2019). Nacido en una familia de granjeros de Illinois, como muchos otros que vivieron la gran depresión hizo muchas cosas: Granjero, mendigo, lustrabotas, carpintero,
tendero, paracaidista, veterano de Iwo Jima y padre de familia. También, si seguimos creyendo, empleado en el turno nocturno de una gasolinera desde donde inicio un negocio
de favores sexuales a sus clientes, prostituto, escort, inseminador de mujeres
por encargo, investigador sexual, barman, organizador de fiestas, orgías, eventos y al final, guardián de muchos secretos de sus amigos y clientes. Sin
duda sería un libro de interés para cualquiera, y más si recordamos que la
gasolinera estaba en el 5777 de Hollywood Boulevard, en Hollywood, cerca de los
grandes estudios cinematográficos de la época y sus principales clientes (“sesenta
por ciento homosexuales y cuarenta por ciento heterosexuales”) era gente
que trabajaba en los grandes estudios: Maquilladores, peluqueros, ejecutivos,
escritores, aspirantes a estrellas, representantes de actores, y claro los
famosos y sus hábitos sexuales. Tiempos dorados del cine.
El
libro, al momento produjo algún escándalo y mereció cierta atención, pero
también fue objeto de discusiones: al fin y al cabo, Bowers, para evitar una
demanda por difamación, publicó su memoria cuando los protagonistas o ya habían
muerto, o los hechos ya eran tan conocidos que no presentaban novedad. Otra
gran diferencia es que, a de las obras sobre escándalos e historias de
Hollywood, que se basaban en investigaciones, testimonios, recortes de prensa e
incluso notas en televisión, el trabajo de Bowers era en esencia, memorioso:
salvo su palabra, el reconocía que en el nivel de detalle se le debía a
investigaciones de su coautor, Lionel Freidberg. En otras palabras: Si Bowers
dice que tuvo sexo espléndido con Vivien Leigh, que masturbó a su esposo
Lawrence Olivier, que participó en orgías con Bob Hope, o colaboró con el Dr.
Alfred Kinsey y lo llevó a diferentes fiestas sexuales en Hollywood, es sólo su
palabra para probarlo.
De allí que un libro de estas características tenga un público lector muy específico: Aquellos que gustan de las revistas de corazón, las revistas de cotilleo y chisme, y en particular a quienes les interesa las historias del Hollywood clásico. Eso en particular planteaba un requisito adicional: el lector debe tener un conocimiento básico de los personajes que salen en el relato. No es, pues particularmente un grupo muy amplio, pero yo me encuentro en las características descritas: al final deliro por una buena pequeña historia, o como dicen mis amigos con algo de burla: un buen chisme me mata. Una historia suculenta, como dice con cierta sorna un editor amigo mío.
Cuando
lo leía, y me iba a fatigando en el relato pensaba en que había de cierto y que
era en esencia ficción, en este texto. Como es la memoria de Bowers, nos
tocaba o aceptar como cierto lo que dijo, o que es un ejercicio de ficción. La
respuesta es simple: bien o mal, es un relato del que tenemos certezas en
algunas cosas, y en otras no. Por ejemplo se conocen historias sobre los Duques
de Windsor y su libertinaje sexual, la “amistad intíma” entre Cary Grant
y Randolph Scott, la relación entre sexual y maternal de Mae West y su pareja Paul
Novak, esta documentada la inclinación por las
adolescentes de Errol Flynn, la bisexualidad de Tyrone Power, las fiestas que
terminaban en orgías en la casa del director de cine George Cukor, las prácticas
sadomasoquistas de John Carradine y su hijo David, fallecido al parecer en una práctica
sado en el 2009, la pasión coprofaga de Charles
Laughton, la homosexualidad y el voyeurismo sexual del
escritor W. Somerset Maugham, la vida privada de la inteligencia gay inglesa
expatriada (Noel Coward, Cecil Beaton, Peter Bull, y varios nombres mas), las descripciones del pene del actor porno
John Holmes, las peripecias de Linda Lovelace en un club de señoras mayores, el trastorno bipolar de
Vivien Leigh, las fiestas sexuales de Cole Porter, o las diversas historias segun la cual la cama del poderoso
agente de estrellas Henry Wilson fue fundamental en el desarrollo de las
carreras de actores gays como Rock Hudson, Tab Hunter, James Dean, y Robert
Wagner, la rivalidad homosexual entre James Dean y Montgomery Clift, quien no sale del todo bien
librado en el relato:
“La diferencia
entre los dos era que Monty recurría a mi para que le concertase encuentros,
mientras que Jimmy siempre tenía detrás a una panda de chicos y chicas que lo perseguían. Supongo que
sería exacto afirmar que Jimmy era
bisexual mientras que Monty era totalmente gay. Este último era de lo más quisquilloso
en materia de amantes. Era extremadamente maniático respecto a con quién se iba
a la cama, y a menudo por las
razones más extrañas.” (página 153)
Podría seguir,
y añadir muchos nombres más, pero al final creo que me estaría repitiendo. El
desfile de nombres, estrellas y chismes puede llegar a cansar; al fin y al cabo,
Reinaldo Arenas lo decía muy bien: después de 20 o 25 años de sexo con jóvenes
en la playa, hasta el sexo llega a aburrir.
Entonces
¿qué queda de este relato? Al final, las cosas que no se sabían o que
contradicen lo que se conoce: por ejemplo, que la supuesta relación prohibida entre Kate
Hepburn y Spencer Tracy era una ficción de revista de cotilleo, que Hepburn era
una lesbiana voraz a la que Scotty le consiguió 150 amantes en algo más de 30 años, y que Tracy además de
bisexual era un hombre totalmente dominado por sus mujeres. O los detalles algo
sórdidos de la relación entre Charles Laughton y su esposa Elsa Lanchester, o que el
despido de George Cukor en Lo que el viento se llevó no fue por la negativa de
Clark Gable a trabajar con él por gay, sino por diferencias creativas con el
productor Selznick.
Al
final el libro tiene un solo protagonista: Scotty: De un joven campesino de
Illinois, iniciado en la sexualidad por un granjero vecino que lo masturbó, a
su vida como un joven prostituto en Chicago, a soldado en Iwo Jima, a
administrador de una gasolinera, a proveedor de servicios sexuales para gente
vinculada al cine, y barman en fiestas de alta sociedad. Bowers habla con
simpatía de sus amigos y clientes, a los que llega a apreciar (“Yo solo
quería que fueran felices, y les daba lo que los hacia felices: fantasías,
sexo, compañía, una buena conversación”) y tiene palabras amables para
todos, excepto una persona: La actriz Rita Hayworth, quien fue de las pocas que
no le pidió servicios a Scotty.
Un
libro liviano, del cual no se sabe si lo contado es cierto o no. Algunas cosas no son creíbles, como que era proxeneta y no cobraba por ello; hay tanta gente famosa descrita que a veces llegamos a dudar de la veracidad de la historia; a la vez, tenemos
indicios, que confirman algunas cosas, como las declaraciones del escritor Gore Vidal, o las referencias a Scotty en otros libros; tambien, y eso hay que decirlo, abundan los errores en la cronología. Sin
embargo, quiero decir que como ejercicio de ficción o realidad es un libro muy divertido
para él que le fascinan los chismes. Me quedó con esto último.
Imagen
tomada por el autor.
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