UNA LECTURA DE MÚSICA PARA BANDIDOS DE URIEL CASSIANI
La imagen de la portada de Música para Bandidos de Uriel Cassiani (Ediciones Pluma de Mompox -2019) remiten a un universo de Pico´s bailables tan comunes en ciertos barrios populares de Cartagena y Barranquilla. Ese fue el primer choque que tuve como lector. Las referencias dadas por el autor pronto me ubicaron en una Cartagena, muy diferente a la que conocía o se describía en los medios: Desde la caricaturesca ciudad de cartón piedra, un “Mónaco del Caribe” que venden ciertas elites locales y nacionales, a las historias de barrios de autores como J.J. Junieles, Rodolfo Lara Mendoza, Roberto Burgos Cantor, Oscar Collazos, German Espinosa entre otros, nada de eso estaba presente en este libro. Esta otra Cartagena, la que se ubica al Pie de la Popa, a las orillas de la ciénaga, o de barrios como Tesca o Nelson Mandela. Una Cartagena marginal, alejada totalmente de esas realidades. En eso sentido, la obra de Cassiani, emparenta mas con trabajos de Carlos Polo, Robinson Quintero Ruiz o John Better, que describen la marginalidad en Barranquilla, o la obra de Gilmer Mesa en las comunas de Medellín. Un universo de desamparo, violencia, pobreza, falta de oportunidades, pero lleno de música, que puede ser común a muchas barriadas de América Latina. Una Cartagena que solo sale en los medios en las crónicas rojas, porque para ellos solo produce…… bandidos.
Pero común no quiere decir que no tenga características
propias: Es una población desplazada mayoritariamente negra, de pobreza aterradora, cuyo sueño
fundamental no es progresar, sino huir de la miseria que los rodea. Cassiani
nos describe, quizá con excesiva prolijidad, ese universo, a través de tres
personajes: Villano, Bacano y Farolo. Sus nombres, pese a todo, inducen a engaño:
El villano no es villano, y Bacano y Farolo tienen un lado sórdido. Sus héroes son
boxeadores, cantantes, criminales …. salvo unos pocos, la fórmula es la misma: la violencia y el crimen para sobresalir. Un
universo donde se quiere triunfar rápido, porque se sabe que se va a morir rápido.
Encuentro, como dije, la prosa del libro algo prolija, y en algún momento llega a fastidiar. Sin embargo, eso no quiere decir que no sea vívida la historia; al final tienes la sensación de que el autor no está inventando nada, solo está narrando cosas que sucedieron. Estamos pues ante un relato cuya verosimilitud no se pone en duda.
Quizás, y ese sería un aspecto negativo, es que
el autor desarrolla a través de tres historias encadenadas, un intento de
novela total, que para mi gusto no logra tejer de manera apropiada. Desde el
falso prólogo cortazariano, el intento no es exitoso. Si bien existe correlación
entre los relatos, las historias en mi opinión se hubieran podido narrar de
forma individual, y no se perdería mucho. Música para bandidos podría ser en
vez novela, un volumen con tres cuentos largos.
Para finalizar, considero importante resaltar
la visión que Cassiani muestra sobre el racismo existente en la sociedad
cartagenera, y las consecuencias de ello. Quizá todos hemos escuchado en
abstracto de su existencia, pero fuera de ciertos episodios folclóricos o de
color local (Y aquí pienso en las palanganas brillantes de las vendedoras de
frutas durante la visita del príncipe Carlos) no se había descrito tan claramente
la forma de actuar de la dirigencia local: Esconderla y pretender que esa
ciudad de negros no existe. Irónicamente esa negación ha resultado contraproducente: La
clase política (que no las élites) ha entendido que en esas barriadas esta un
capital de votos que es usado, y embaucado en cada elección, mediante promesas,
regalos y dinero. Los políticos han sido hábiles en tomarse el cabildo local,
ante el estupor de una vieja casta social heredera de los privilegios del pasado
virreinal. Esa sorda lucha entre elite y política ha sido incapaz de dar un norte
a una ciudad cada vez mas dividida, profundizando la brecha, y creando resentimiento:
No por ello, uno de los personajes, sueña con tomarse Cartagena.
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