DE COMO LA CIA INTRODUJO LA ORQUESTA ARAGÓN EN BOGOTÁ.
Esta historia se la escuche al difunto
Adolfo González Henríquez, para los amigos "el sabio". Adolfo era único. Hijo del político y empresario
conservador del Magdalena, Anacreonte Gonzalez (que sirvió de modelo para Don
Anacreonte De Souza en el relato Señora
tentación de Ramón Illán Bacca), Adolfo tuvo una infancia privilegiada que
se acabó cuando murió su padre. Estudió derecho, pero lo suyo era la cultura y
la sociología, en particular la música popular. Como buen Cienaguero, sabía de
todo, con una profundidad que descrestaba; era un fabulador capaz de
contar historias a la altura de los relatos de García Marquez. Se murió
demasiado joven, dejando pendiente una serie de investigaciones sobre música
popular del caribe.
La historia que nos contó, sobre como la
Orquesta Aragón fue presentada en Bogota,
según él gracias a la CIA, tiene un personaje fundamental: Cecilia Dupuy
de Casas, para sus amigos Salcilia, por su afición a la música cubana, en
particular el bolero, el danzón y el son montuno. Según Adolfo, Cecilia era una
mujer extraordinaria, "una bacana",
que alguna vez se le metió en la cabeza presentar a la Orquesta Aragón en esa
cerrada Bogotá de principios de los años 90 del siglo pasado. La Aragón es una
orquesta capaz de llenar estadios, pero en la Bogotá de esos años a duras
penas llenaría un recinto de 20 personas. Fue a la Universidad de los Andes, y logró
organizar un seminario sobre la música de la América mestiza. Solo había un
inconveniente: necesitaban un nombre capaz de darle lustre, convocatoria y aprobación
a ese evento, más en esa época donde apenas se restablecían las relaciones
entre Cuba y Colombia, rotas por el incidente del Karina. Faltaba ese nombre, y
es aquí cuando aparece Adolfo, quien se encontraba en Bogotá haciendo un doctorado.
-Yo le tengo a la persona -Le dijo Adolfo
a Cecilia
-¿Quién? -preguntó Cecilia.
-German Arciniegas.
-¡¡¡German Arciniegas"!!!
-Sí, él es perfecto. Es nieto de Perucho
Figueredo y puede presentar a la Orquesta y el seminario -dijo Adolfo.
Perucho Figueredo era un patriota cubano
fusilado durante la primera guerra de independencia, autor del tema La
Bayamesa, que es el himno nacional de Cuba. Aunque Adolfo dijo que era nieto,
en realidad era biznieto. Una hija de Perucho se casó con un ingeniero cubano
de apellido Angeyra que trabajó a las órdenes de Francisco Javier Cisneros en
Colombia. Angeyra murió muy joven y dejó una viuda con siete hijos. Aurora era
una de las descendientes y se casaría con Rafael Arciniegas. De esa unión nació
Germán.
Arciniegas aceptó para sorpresa de la
Universidad de los Andes, que no veía de forma clara la relación de Cuba con el
maestro. Cuenta Adolfo, que el maestro comenzó evocando de forma nostálgica a
su abuela con palabras más o menos así:
"Cuando
en mi casa sonaba música cubana, veía a mi abuela de riguroso luto, encerrarse
en su cuarto a llorar por los sacrificios de su familia por la libertad de
Cuba. Ella vio morir a su padre, Perucho Figueredo, y en la cárcel a su hermana
Caridad. Cuando sonaba la Bayamesa, todas las ventanas y puertas eran cerradas
y el dolor era total."
Obviamente el evento fue un éxito
total. Cerró con una presentación apoteósica de la orquesta en el Teatro Colón.
Me preguntarán que tiene que ver la Aragón
y la CIA con esta historia. Esa parte, un tanto problemática, fue descrita
por Adolfo por allá por 1994. Una de las hijas de Cecilia, María del Rosario
Casas, contrajo nupcias con el norteamericano Aldrich Ames, que detrás de su
apariencia de apacible funcionario oficial, trabajaba como analista de la CIA;
necesitado de dinero, vendió información por varios años a la KGB, hasta que
fue detenido en 1994. En medio del escándalo, Adolfo nos contó esta
historia, añadiendo que él conocía a Aldrich (Al que definió como “un gringo chévere”) y que este adoraba a
su suegra, por lo que sostenía que financió las ideas de Cecilia. Es decir, que
con dineros de la CIA, o de la KGB se
dio patrocinio a las actividades salseras de Cecilia. Adolfo de hecho, decía que
Aldrich se “torció” por la influencia de Cecilia y su apoyo a la revolución cubana.
No era el único que lo pensaba. Imposible saberlo.
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