REFLEXIONES SOBRE EL ATENTADO DE MANCHESTER



El terrorista suicida de Manchester, Salman Abedi, era hijo de refugiados libios en Gran Bretaña. Aún no se ha establecido si actuó por sí mismo o en concierto con otros, aunque parece probable que, por lo menos, formara parte de un grupo de jóvenes de ideas afines. Ya era conocido por los servicios de seguridad. También era un estudiante de la Universidad de Salford, que, dada la alta tasa de empleo de los graduados universitarios en Gran Bretaña, sugiere que la desesperanza y la absoluta falta de perspectivas no podrían explicar -como se suele afirmar en el caso de los suicidas con vidas en verdad miserables en el mundo-su decisión de matar a tantos jóvenes como fue capaz.
¿Qué, entonces, lo explica? Tal vez en épocas anteriores habría encontrado un grupo de marxistas que le hubieran proporcionado la explicación total de todos los males del mundo que tan a menudo buscan los jóvenes con problemas, y que también les sugiere una solución igualmente completa. Pero la caída de la Unión Soviética destruyó por completo el prestigio del marxismo, aunque muchos marxistas teóricos pudieran haber negado que la Unión Soviética fuera un estado genuinamente marxista. Salman Abedi buscó su explicación y solución en otro lugar. El lugar obvio era el Islam, porque era por descendencia y cultura musulmán y no había nada más para tomar posesión de su alma, grande o pequeña. Creo que el marxismo no fue bueno para la sociedad, pero en comparación con el islamismo, era intelectualmente convincente:  Los marxistas tenían cosas interesantes que decir, por equivocadas que fueran, que los islamistas nunca pueden y nunca podrán hacer. A lo sumo, son interesantes para los psicólogos clínicos

En estos días, la idea de un califato a la manera del siglo XVI es tan absurda e intelectualmente vacua que refutarla es darle la atención que no merece. Pero -por desgracia-  la historia del mundo prueba que el absurdo no es un obstáculo para la aceptación de una idea, ni siquiera aquellos que en teoría son inteligentes y educados. Y el islamismo en Europa cuenta con el apoyo financiero del estado saudita o wahabí. Incluso si no hay relación directa entre la acción de Salman Abedi y el estado saudita, este último ha gastado millones en difundir su versión del rigorismo en el mundo, creando la atmósfera en la que florece y sin la cual no puede sobrevivir. No sería sorprendente saber que algunos de los asociados de Abedi, o el mismo Abedi, habían vivido una vida de disipación hasta convertirse a ese rigorismo, luego de descubrir que la vida libertina no es una garantía de una vida plena.  Al final, los europeos se enfrentan a una realidad desagradable: Uno de sus principales aliados en el medio oriente, financia así sea, de manera indirecta, el terrorismo islamista que sufren. En nombre de la tolerancia, se inyectan veneno.

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