VISIÓN DE ROY CAMPBELL

Sin embargo, en esa somnolencia su carne absorbe
el viejo calor sin quimera,
La ferocidad reprimida de las tribus golpeadas,
La hosca dignidad de su derrota”

La muchacha Zulú


Toledo fue la capital de España durante el reinado de Carlos V y el Sacro Imperio Romano. En febrero de 1936, la ciudad parecía detenida en un tiempo medieval: llena de iglesias, monasterios, conventos y santuarios. La antigua fortaleza, el Alcázar, era una academia militar. La ciudad estaba llena de sacerdotes, monjas, monjes y soldados, una combinación de lo religioso, lo militar y lo tradicional que llevó a un inglés a enamorarse de ella, y llamar a Toledo la "ciudad sagrada de la mente".

No era realmente inglés. Nacido en 1901, en Durban, Sudáfrica, Ignatius Royston Campbell, ya era un poeta de fama. Su obra, celebrada y luego denostada por el grupo de Bloomsbury, se encuentra según los críticos de la época a la altura de poetas como TS Eliot, WB Yeats, o sus contemporáneos WH Auden, Dylan Thomas o Lois McNeice.  Campbell es un hombre inclasificable para la inteligentsia inglesa, que encontraba extraño a este hombre que hablaba de lugares remotos del imperio: Además es alcohólico, amante de los deportes rudos, la acción, la vida al aire libre, junto con una falta de refinamiento que es objeto de burlas. El grupo reconoce sus talentos, pero rechaza sus ideas; el poeta en respuesta encuentra todo ese esteticismo y simbolismo falso y sin raíces, claramente afeminado, y hueco. También hay una razón personal. Su esposa fue amante de Vita Sackville-West. Campbell, enterado, la perdonó, pero su odio al grupo quedó firme. 

En los últimos 15 años, de 1921 a 1936, Campbell, ha vivido en Inglaterra, su Sudáfrica natal, que ha debido dejar por su rechazo a la política del gobierno contra los negros, en EEUU, la Provenza francesa, Portugal, Barcelona. Siempre inquieto, Campbell busca en la fe católica una respuesta a los nihilistas tiempos que vive. Bautizado en 1934, en 1936 decide viajar a la Semana Santa en Sevilla, pero hacen un alto en Toledo. Hay que señalar que en Provenza Roy escribió por necesidad algunos textos en una revista de toreo, tema que le apasionaba, a tal punto que pensó ser torero, como una respuesta a su manía de enfrentarse a situaciones de alto riesgo. Un adicto a la adrenalina, diríamos hoy. Quizá eso influyo en la decisión de radicarse en Toledo, una ciudad que, pese a parecer detenida en el tiempo, reflejaba las tensiones de la España de la época.

No es un buen momento: La asunción al poder del Frente Popular de Izquierda en 1936 resultó en la liberación de los revolucionarios comunistas y anarquistas de la cárcel en medio de la creciente violencia política en Madrid y Barcelona y en las luchas callejeras entre las facciones de izquierda y de derecha. Las iglesias estaban ahora siendo profanadas y destruidas en toda España. La violencia alcanzó Toledo donde sacerdotes y monjes fueron atacados y una iglesia incendiada.  Eso no detuvo a Roy: Con su familia se residencia en Toledo, cerca de un convento de monjes carmelitas, que guardaban entre sus archivos, los papeles de San Juan de la Cruz.  Se hace amigo de ellos y en los disturbios de Marzo de 1936, el poeta dio asilo a varios monjes carmelitas en su casa, contra la violencia a la que eran sometidos.

El 13 de Julio de 1936, el líder monárquico José Calvo Sotelo es asesinado cuando estaba bajo custodia policial, lo cual llevó a un grupo de militares a las órdenes nominales de José Sanjurjo y bajo la dirección de Emilio Mola Vidal, a levantarse contra el gobierno el 18 de Julio. El alzamiento creció como la espuma en España. Sin embargo, las fuerzas leales al gobierno lograron controlar a los rebeldes en Toledo, que bajo las ordenes de José Moscardó, se refugiaron en el Alcázar, donde quedaron sitiados.



El 21 de Julio, los monjes carmelitas, entregaron a los Campbell un cajón al parecer contenían los papeles personales de San Juan De la Cruz, temerosos que la violencia generalizada destruyera esos papeles. Campbell accedió a guardarlos en su casa. Con la represión republicana y el inicio del sitio del Alcázar de Toledo, los 17 monjes del monasterio de Toledo  fueron sacados del Convento, llevados como un rebaño a la calle y fusilados el 22 de Julio.

Campbell fue testigo de ello. Sabedores de su amistad con los monjes, los milicianos registraron su casa, buscando pruebas de su colaboración con la conspiración. Con todo, la búsqueda no fue del todo meticulosa: No revisaron el arcón con los papeles. Campbell, en una entrevista posterior, expreso que hizo el voto de traducir la obra de San Juan De la Cruz al inglés, si salía de esta situación. Lo hizo y su traducción es una de las más celebradas del poeta español.

Campbell, no lo sabía, pero esos hechos determinarían el valor de su obra. Ante el peligro que vivía su familia, regreso a Londres, donde se encontró que la Inteligentsia apoyaba la causa del gobierno republicano frente a los nacionalistas. Él se encontró pues ante la realidad que la sociedad cultural inglesa defendía al bando que había asesinado a sus amigos. De allí que escribiera un poema desgarrador titulado Los Carmelitas de Toledo, y otro titulado el rifle florido (The Flowering rifle) donde en una nota de pie de página, exponía su lapidario punto de vista:

“Más personas han sido encarceladas por la Libertad, humilladas y torturadas por la Igualdad, y asesinadas por la Fraternidad en este siglo, que por motivos menos hipócritas, durante  toda la Edad Media”

No cayeron bien estas palabras entre la intelectualidad británica. De nada sirvió que Campbell sirviera a los aliados durante la II guerra mundial, ni su oposición publica al naciente Apartheid surafricano en 1948.  Esta postura afecto el juicio de su obra, según su familia, que encontraba injustificado el silencio al que fue condenado después de su muerte.  Quizá sea una combinación de circunstancias: Sus celebrados volúmenes titulados Adamastor, Portugal, Taking Bronco, o la Georgiada, hablaban de manera diferente a sus contemporáneos que no le perdonaban sus injurias a los colegas; quizá su amor a España y Portugal, lo alejo temáticamente del gusto popular; pero sobre todo, su rabiosa independencia, le granjeo multitud de enemigos. Al final, hay que reconocerlo:  mas allá de la política, no fue Eliot o Dylan Thomas, pero su poesía tiene más valía de la que se le reconoce.

El 22 de abril de 1957, este turbulento poeta, que vivió la Guerra civil española, la segunda guerra mundial y el apartheid, moría en un accidente de carretera cerca de Setúbal, Portugal. Se cuenta que una vez, en un Pub de Oxford, en 1944, un escritor que trabajaba en su obra maestra, vio a Campbell, con su aspecto desgarbado, su gran envergadura, su nariz y su aspecto de militar derrotado, considero que era el alter ego de un personaje hasta ese momento no había logrado definir. Así surgió Aragorn, heredero de Isildur, rey de Gondor, de la saga El señor de los anillos, de JRR Tolkien. Surafricano, como Campbell.

Un poeta que amaba España, y que decía que salvo su alma. Paradójicamente, aquel que amo tanto a España, es poco conocido en español.  Aquí una muestra:

Me encanta ver, cuando las hojas parten, 
llegar al fin la clara anatomía:
el blanco invierno, parangón del arte
que mata toda forma de vida y sentimiento 
menos lo puro, que tendrá́ su día.

En este instante, ahora, las cadenas
de los gansos se uncen a la luna
y el plátano la luz del sol no frena
y los pinos oscuros, sus púas exhibiendo, 
se abren al mediodía y sus agujas.
Como canos atletas, los olivos 
blanquean cuando el viento los azota, 

y de la viña los ramajes vivos
llenan nuestras tinajas; cada gota
 –dorado aceite, roja espuma ardiendo– 
detiene el tiempo de los días estivos.

Va a deshacerse la podrida rama 
al fuego del hogar, vivificado
y, color de rubí, jadeante llama,
se teñirán de carmesí tus dedos 
a contraluz del vaso iluminado.

(Otoño) (1)


EL REJONEADOR 

Mientras en tu ágil carrera de virajes
Pareces un serafín lanzado al vuelo, 
Y los zig-zags de tu corcel de nieve 
Ejecutas con bravura y con deleite, 
en órbita atronadora vuelve el ruedo 
Que Apis centra con el eje de su pena 
Y de cuyo reinado, con real mancha, 
Su agonía te unge rey. 
Sus cuernos a luna, su color la noche, 
Las brasas moribundas de sus ojos ven acaso 
A través de su ensangrentada película 
Que la estrella matutina sale en juego 
Proyectil del mismo deseo 
Cuyo orgullo anima en ti.

(1) 
Esta traducción y el poema original aparecen en Pronunciamientos (Vaso Roto, México), poemas de varios poetas traducidos del inglés por Vicente Echerri y Manuel J. Santayana.

(2) https://redined.educacion.gob.es/xmlui/bitstream/handle/11162/72850/00820073007841.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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