UN CABALLERO VICTORIANO MIRANDO POR EL OJO DE LA CERRADURA





Cuando el 15 de abril de 1843, en el número 21 de Washington Place, en el epicentro del Greenwich Village, en la todavía pequeña y casi idílica ciudad de Nueva York, nace Henry James Jr, segundo hijo de una adinerada pareja de sociedad, conformada por Henry James Sr y Mary Walsh ya se sabía que ese niño tendría una vida casi sin sobresaltos, frecuentaría los ámbitos sociales más exquisitos y que se dedicaría, seguramente, a una actividad humanística. Su padre era un teólogo reconocido adscrito a las ideas del místico sueco Emanuel Swedenborg. Utopista, perpetuo rentista, heredero de una gran fortuna amasada por su padre, quien construyo su riqueza mediante la compra de Tierras en los alrededores de lo que sería luego el Canal Eire, que conecta a la ciudad de Nueva York con los Grandes Lagos, ni el, ni sus hijos tendrían preocupaciones económicas en toda su vida.

Los James eran una familia de muy buena posición social y Henry junto con su hermano mayor, William James,  quien sería un reconocido filósofo y psicólogo, inventor del pragmatismo y del "fluir de la conciencia", teoría intelectual que, luego, adoptarían muchos notables escritores para llevar adelante un estilo de escritura, fueron educados de acuerdo a las ideas de su padre, que consideraba a los americanos moralmente superiores, pero inferiores culturalmente a los europeos. De allí, que desde joven, Henry James Sr,  les brindo la mejor educación de acuerdo a este caótico, arbitrario e intrincado punto de vista: James padre inculca a sus hijos, la felicidad del placer de la educación, el valor de crecer lejos de valores establecidos: Así, los niños visitan librerías, museos, con el fin de hacerlos más inteligentes y sensibles. Hay que decir que lo logro. Otros hermanos se destacarían en el campo artístico: Su hermano Bob seria  poeta, ensayista y curador del museo de arte de Milwaukee, resintiendo en mucho la fama de sus hermanos; su hermana, Alice, que dejaría un testimonio de esos años en su diario, de gran calidad, de publicación póstuma. Un hermano. Gareth, tendría un destino trágico: Más inclinado a la acción, se enlistaría en la Unión durante la Guerra Civil, fracasaría en las empresas que inicio, y moriría alcoholizado a los 38 años, desheredado por su padre, disgustado por sus pésimos negocios. Henry Jr, nombrado ejecutor del testamento por su padre, medio ante sus hermanos para ayudar a la familia de Gareth.

En este ambiente culto, que el joven Henry, gran lector, comenzó temprano su actividad literaria. De educación rigurosa y bien asistida, con gobernantas y tutores, nada le faltaría para comenzar a degustar los placeres de la buena educación recibida, como, por ejemplo, viajar por el mundo. A los 19 años, el joven James ya ha conoce Inglaterra, Suiza, Francia, Italia, y Alemania; tanto se familiarizó con los viajes, que decidió abandonar su Estados Unidos y sus estudios universitarios que le aburren a mas no poder, para recalar en Europa; inicialmente, en París y así dedicarse a lo que desea: Escribir.

Allí Henry conoció a Goncourt, a Maupassant, Flaubert. Y también se hizo amigo del ruso Turgueniev, todos nombres de la literatura que entrarían a la memoria universal, con luz propia. Después se residenciara en Londres, donde conoció a Conrad, Stevenson, Ruskin, Wilde y finalmente a Kipling. A partir de 1875, salvo esporádicos viajes a Estados Unidos, James residirá en Inglaterra. Diferentes críticos han sostenido que selecciono Londres por encima de París, porque veía un halo de misterio y perversidad en la sociedad inglesa, y en cambio París le parecía, con todo el encanto de la Belle Epoque, un sitio donde se rendía un culto excesivo a la aristocracia del dinero.

Fruto de esta educación de viajes, escribió su primera obra de éxito, Roderick Hudson (1875), autentico bildungsroman donde aparece un leitmotiv recurrente en su obra: El contraste entre americanos y europeos. Esa misma idea se vería en las siguientes obras,  Daisy Miller (1878) donde la protagonista, es una americana que vive en Suiza e Italia, en Los Europeos, donde se invierte el patrón: Ahora son los europeos, los que viajan al nuevo mundo, en particular a Boston, y la que se considera su primera obra maestra, Retrato de una dama (1881) historia de una joven idealista que de repente hereda una gran fortuna. Otro de sus trabajos memorables de esos años es Washington Square, una amarga historia que fue llevada al cine con el título de La Heredera en 1949 por William Wyler,  que curiosamente, el mismo James no consideraba uno de sus mejores trabajos. (Hay una anécdota muy curiosa sobre la película: Protagonizada por Montgomery Clift, este fue considerado para el papel de JakeGillis en Sunset Boulevard. Clift rechazo el papel porque le parecía demasiado al personaje de Morris Townsend en Washington Square, un vividor que abusa  y aprovecha de una mujer mayor)

Son muchos más sus títulos encomiables. Títulos como La Copa Dorada, la Princesa Cassamassima, Los embajadores (1903), La Musa Trágica,  pasando por "Las alas de la paloma" (1902), editado antes que "Los embajadores" (aunque escrito posteriormente) no hicieron más que aumentar su fama. El talento de James y su fama llegaron a su país natal, Estados Unidos, al que retornó para encontrarse con un mundo que le disgustaba, producto de un desarrollo industrial y masificante que no era el de James, alejado del de su infancia, en una sociedad que debía mucho a jerarquías sociales establecidas desde antes de la independencia, y que pervivió hasta la Guerra Civil. Bien lo cuenta el crítico L Edel “En 1904-05, Henry James vuelve a ver a Estados Unidos tras una ausencia de veinte años. Descubre otra vez Nueva York.[...] Nueva Inglaterra [...] Acude a Washington Place [...] donde un nuevo edificio había provocado la desaparición de su antigua casa [...] Inspeccionó la Quinta Avenida en la que había jugado en su niñez» De esta visita surgió un relato titulado  La Esquina Alegre (The Jolly Corner, un título que se presta a varias interpretaciones) donde reflexiona sobre su infancia en América, su creciente extrañamiento de los Estados Unidos y su asimilación a Europa.

Imagen tomada del internet

James era de trato cordial pero frío. Los que lo conocieron, lo tildan de "distante" y en sus modales de gran urbanidad, en su presencia atildada, se notaba el burgués de "buena familia" que nunca desmintió ni con sus actitudes ni con sus libros.

Escribió muchísimos artículos y notas en revistas de la época. También comentarios literarios y estéticos. Sus breves ensayos siempre estuvieron dotados de una fina observación y de una pincelada certera sobre personajes y situaciones. Éste fue su mejor tributo junto con una prosa que fue perfeccionando y modelando a través del tiempo.

En esa expatriación que eligió para sí, recaló en Inglaterra y allí se quedó. La mayoría de la obra de James fue escrita en este país. Y siempre tuvo, en su fondo, una especie de conflicto entre mundos: aquel nuevo que había abandonado y que se llamaba América y el otro, el viejo y a la vez signado por muchas cicatrices que era Europa. Fue un periodo de paz en Europa, que duro de 1870 a 1914, y que se conoció como la Belle Epoque. De allí que mucha de la obra de James estén signadas por espíritu de ese tiempo, y su obra, tenga por momentos, un aire de esa época. Al final de su vida se hizo ciudadano británico, y dijo no sentir diferencia alguna. Una reconciliación con los dos mundos que vivio.

Quizá en estos tiempos de internet y velocidad, no sean los mejores para apreciar la sutileza psicológica y el fino tejido estético de sus obra. Cada novela de Henry James, cada cuento, es un fino tejido donde estética y ética se van dando la mano. (Borges, señalaba que el cuento La Figura en la alfombra, se puede leer como un símbolo de su obra) Su prosa es morosa, elegante, refinada, cuidada, (Y aquí se nota la influencia de Flaubert) profundamente observadora. De allí que se haya señalado que sus extensas novelas resulten hoy de lectura fatigosa, para algunos, y prefieran ver su arte en los cuentos y noveletas que escribió. Sus personajes están delineados con sumo cuidado y los ambientes en donde se desarrollan sus tramas son los de una alta burguesía o aristocracia en decadencia pero que conservan las "buenas costumbres" y algún difuso secreto familiar. Tal vez influido por los estudios de su hermano William (pionero en la psicología moderna), Henry utiliza la técnica del punto de vista. Mediante una omnisciencia selectiva, conocemos los hechos a través de un flujo de consciencia fascinante. El narrador conoce todo a través de los pensamientos de un personaje concreto, que resulta vital para la obra.

Si tomamos, a vuelo de pájaro, algunos volúmenes de James, nos encontraremos con personajes memorables. El escritor no desdeño la trama pero se pasó la existencia haciendo hincapié en la forma que, trabajado como él supo hacerlo, le da una dimensión acabada al producto, lo resalta hasta límites muy extremados de belleza expositiva.

Pero no podemos caer en la tentación de creer que James sólo reparó en la forma. En esos trazos que delineaban una situación, un carácter, iba desarrollando  el fondo de la cuestión como lo hace en una de sus obras maestras: “Los papeles de Aspern” (1888), autentica obra maestra del arte de escribir, que inicio a partir de un chisme escuchado en Italia. En él, la obsesión de un narrador sin nombre por la obra del  ficticio poeta americano Jeffrey Aspern,  (que lleva a un personaje secundario a afirmar: “Uno creería que usted aspira encontrar en esos papeles la respuesta al enigma del Universo”) le sirve a James para efectuar un relato de la soledad, el abandono, el desamor, las obsesiones literarias, y la decadencia de las llamadas “buenas familias”. Hay quien sostiene que Aura, la conocida novela de Carlos Fuentes es un plagio descarado de los papeles de Aspern. Creo que esa crítica es a todas luces, exagerada: A lo sumo, lo que se podría pensar es que Aura es una re escritura en clave fantástica, y la obra de James, nunca abandona el realismo. Obras diferentes entre sí.

Pero este escritor prolífico (escribió 20 novelas, 112 cuentos, 12 obras de teatro, una infinidad de crónicas de viaje, numerosos artículos y notas periodísticas), en su medio siglo de literatura, abarcó todas las gamas. Conoció el éxito como hombre de teatro pero, también, el fracaso de público. Su prosa se volvió mas oral y en esa búsqueda por definir, aún más, su estilo, James consiguió una obra maestra como "Otra vuelta de tuerca" (1898). 

El más celebrado de los relatos de James, llevado varias veces al cine (La última obra que bebe de este texto es la producción Los Otros de Alejandro Amenabar) sigue atrayendo a los lectores desde su publicación en 1898, intrigados por la historia que se narra: “La Otra Vuelta de Tuerca”, (O, como gustan algunos traductores contemporáneos : Otra vuelta de torno, intrigados con el título, The turn of the screw, que se presta mal a la traducción.) con sus visiones de espectros, en una solitaria mansión, plantea también el asunto del conocimiento de la mirada ajena (en el caso la de los dos niños) y del punto de vista, constitutivos del relato. La búsqueda del aya (Una mujer probablemente reprimida sexualmente, según algunas lecturas) se limita a dilucidar -sin lograrlo nunca- el grado de inteligencia, entre los niños y los espectros: de ahí el sin número de preguntas que surgen, y que aun intrigan a los lectores: ¿Son los niños  espectros, o seres sobrenaturales? ¿Intentan juntarse con los espectros que les inculcaron el mal y podrían destruirlos en cualquier momento? ¿Manipularán los dos niños a la aya, como ésta lo piensa a veces? ¿O ella será el aya objeto de sus propias alucinaciones? ¿Acaso esas neurosis no ocultan un amor secreto e imposible de confesar? ¿Existen realmente los espectros? Tantas preguntas que en última instancia recaen sobre el lector, convidado a despecho suyo a participar de este universo donde el monstruo de lo indecible (Y de lo que no se dice, pero se insinúa) acecha en cada página.

Sus últimos años los pasó, recoletamente, en una hermosa casa de estilo georgiano en Lamb House, en Rye, Condado de Sussex, lejos del "mundanal ruido". Al final nunca fue rico gracias a su escritura, pero pudo vivir sin preocupaciones económicas. Fue célibe, misógino, poco afecto a exteriorizaciones del corazón pero con un gran poder para captar los desvíos de las pasiones y las conductas, notables. Se ha sostenido, sin pruebas concluyentes, que era homosexual.

En sus novelas, hay de todo. Desde radiografías precisas sobre la juventud de su época hasta heroínas pobladas de incertidumbre y enfermedad, chismes bien contados (Una celebre caricatura lo muestra como atildado caballero victoriano mirando por la cerradura) el terror casi pudoroso puesto en la ambigüedad, las pasiones medidas y nunca desbordadas, la insatisfacción rozando pañuelitos de encaje, visillos corridos y ocultas melancolías.

Como bien señalo el critico León Edel, autor de una completa biografía de James: “El escritor de los buenos modales, el hombre que no pasó sobresaltos en su vida. Aquel que todo lo encontró a mano, sin embargo supo poner desasosiegos en sus coterráneos, supo construir existencias paradigmáticas, supo hablarnos de niños que jugaban a los fantasmas, supo decirnos que la vida, aún desde la opulencia, siempre tiene ese agridulce clima de infelicidad, el enigma de la finitud del tiempo, las acechanzas de la enfermedad y el color gris y lánguido de la soledad inevitable.”

Y, por último, Henry James falleció el 28 de febrero de 1916 en la ciudad de Londres, luego de haber sido condecorado con la Orden del Mérito por el Rey Jorge V. Se dice que sus ultimas palabras  en su lecho de muerte fueron: "Vaya, por fin ha llegado. Esa cosa distinguida"

Desde hace 100 años, los lectores, a lo largo y ancho del mundo, lo siguen condecorando -a diario- cada vez que se abren las páginas de sus libros y nos introducimos en su mundana seducción. 



















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